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Tras la retirada repentina de Juan Martínez de Irujo, después de una espera larga para los impacientes y corta para los serenos, el Labrit de Pamplona ha encontrado un nuevo ídolo. Se llama Unai Laso. Ayer se coronó como tal con la dos paredes que resolvió el intenso 19-8. Firmó una jugada especial, distinta, sorprendente, milimétrica sobre la chapa, plena de riesgo, como le gustaba al genial pelotari de Ibero.
El de Bizkarreta ya tenía la victoria encarrilada y más de medio pasaporte para la final dentro del bolsillo. Peio Etxeberria sacó fuerzas de flaqueza para exigir el máximo de su oponente, que aguantó un tanto de 23 pelotazos. Al borde del agotamiento, Laso se sacó de la manga un remate a bote que puso en pie al público, que le despidió de igual manera camino del vestuario, concluido el trabajo y garantizado el viaje a la final del domingo 14 de noviembre en el Bizkaia de Bilbao.
Esa jugada se sumó a la dos paredes de zurda que encandiló al respetable en el 17-6, ejecutada mientras reculaba para defenderse cerca de la pared izquierda. Laso engancha al pelotazale. Por juego, por espectacularidad, por carácter intrépido, por variedad de sus posturas... Pero también por la historia que tiene detrás desde que Baiko decidiera no renovarle el contrato y en plena pandemia se viera obligado a recalificarse como aficionado durante nueve meses. Esa prueba de fuego habría minado la moral de cualquier otro. No la de este pelotari de raza.
LASO
22
-
8
ETXEBERRIA
Tiempo de juego: 49 minutos y 56 segundos.
Pelotazos a buena: 205.
Tantos de saque: Laso, 5. Etxeberria, 2.
Faltas de saque: Laso, 2. Etxeberria, 0.
Pasas del cuatro y medio: Laso, 0. Etxeberria, 0.
Tantos en juego: Laso, 9. Etxeberria, 4.
Tantos perdidos: Laso, 0. Etxeberria, 8.
Marcador: 0-2, 1-2, 1-5, 13-5, 13-6, 17-6, 17-8 y 22-8.
Tantos de diez o más pelotazos: 8 (los tres primeros de Peio Etxeberria y los cinco siguientes de Laso).
Momios de salida: 100 a 60 a favor de Laso. 40 a 100 por abajo.
Botilleros: Jon Mariezkurrena dirigió a Unai Laso y Joseba Ezkurdia arropó a Peio Etxeberria.
Incidencias: rozó el lleno el Labrit de Pamplona con 850 espectadores, la mayoría jóvenes. Jolgorio. Muchos se despojaron de sus mascarillas, por lo que en uno de los descansos los organizadores del festival recordaron a través de megafonía la obligatoriedad de su uso.
Ni siquiera ya de vuelta a la plantilla gracias al acuerdo alcanzado entre los huelguistas y la empresa encontró el apoyo que merecía por la consecución del subcampeonato navarro del cuatro y medio y la excelente imagen ofrecida en la final ante Altuna III pese a la derrota. Sus dirigentes prefirieron a otros como titulares para el Masters CaixaBank y en pleno verano pasó tres semanas fuera de las programaciones hasta que una iniciativa más de Aspe que de la propia Baiko le permitió entrar como suplente de un pelotari lesionado de la promotora oponente, precisamente Peio Etxeberria. Volvió a responder.
El pelotari del que prescindieron sus empresarios es ahora mismo la principal amenaza para la hegemonía en las competiciones oficiales de Aspe, que lleva ganadas doce seguidas entre el Cuatro y Medio, el Manomanista y el Campeonato de Parejas. La última txapela que acabó en las vitrinas de un representante de la promotora vizcaína es la de Oinatz Bengoetxea en el Manomanista de 2017.
Laso recibió una sola mala noticia ayer en el Labrit. Acabó con unas molestias en la zona baja del tobillo izquierdo que ni él mismo sabe en qué tanto se produjeron. Le examinó el médico. Se trata de un ligero esguince en la articulación subastragalina que, al menos en principio, no compromete su presencia en la final.
Las historias de rebeldes calan en el público. Unai Laso forma parte de ese grupo a la espera de que cambien las tornas y de que desde las oficinas correspondan al excelente rendimiento que ofrece sobre la cancha. Contra viento y marea. Contra Altuna III, contra Ezkurdia, contra el que se presente.
Esta vez le tocó en suerte Peio Etxeberria, autor de un inicio fulgurante. El sorteo concedió el saque a Laso y el de Zenotz se adelantó para restar de gancho. Toda una declaración de intenciones. Dominó los primeros tantos con un juego lleno de velocidad, de audacia, de pelotazos bien dirigidos con ambas manos. Con 1-5 en contra y desbordado por momentos, el de Bizkarreta pidió un descanso. Primero y único.
Sorprendió que en el siguiente tanto, el 2-5 obra de Laso gracias a una volea con la que culminó la ventaja que le dio un buen gancho, Etxeberria también se dirigiera a la silla. No parecía el momento oportuno. Supuso el inicio de su particular caída, aunque en el 4-5, consecuencia de un gancho que se le escapó a las tablas de contracancha, el delantero de Zenotz dominara y tuviera en sus manos el 3-6.
Nada fue igual después. Peio Etxeberria sufrió un bajón físico, de convicción, de fe, de juego, de clarividencia. Se adelantó siete veces para restar de aire los saques, quizá por su falta de fiabilidad a bote. Cayó en picado y encadenó errores, mientras Laso comenzó a adueñarse del centro de la cancha y a mover la pelota con rapidez y ángulos. De derecha y de zurda. Con sentido. Sin fallos. Solo regaló dos faltas de saque, corta la del 1-3 y larga la del 17-7, que mermaron su confianza en el primer disparo pero no agarrotaron sus brazos en el peloteo. Es un gran pelotari.
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