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Jokin Altuna no mira al pasado. Desde las siete y media de la tarde del domingo mastica la derrota frente a Unai Laso que le apeó de la que habría supuesto en caso de victoria su novena final consecutiva en el Campeonato del Cuatro y Medio y la opción de ganar la quinta txapela en la distancia. Pronto empezará a mirar al de Parejas, su siguiente objetivo. La alta competición deja poco espacio para lamentaciones.
Aunque el amezketarra renuncie a mirar atrás, conviene girar la cabeza de vez en cuando para comprobar lo que queda a la espalda. Las ocho finales seguidas de Altuna III en el Cuatro y Medio significan un récord que perdurará en el tiempo. No se atisba a nadie capaz de enlazar tantas dentro de la actual generación, habida cuenta principalmente de la edad que tienen. Peio Etxeberria, quien más cerca la tiene, sumará dos el domingo 24 y tiene 26 años. Unai Laso inicia la serie con 27.
Que manistas de la talla y la solera de Olaizola II, Juan Martínez de Irujo y Patxi Eugi no pasaran de cuatro seguidas ayuda a comprender la dificultad de semejante racha. Abel Barriola, por ejemplo, jugó cinco finales de siete ediciones entre 2001 y 2007. Cayó en cuartos en 2003 y ni siquiera participó en 2005. Además de traducir en resultados el juego y la forma física, hace falta que las lesiones respeten y la salud acompañe, sobre todo en fechas clave.
El sistema de competición en vigor, que obliga a los finalistas a iniciar la siguiente edición en la liguilla de cuartos, supone un trayecto de al menos cuatro partidos para repetir presencia en el partido por la txapela. También han desaparecido los aplazamientos, elemento a tener en cuenta.
En números totales, Jokin Altuna suma a sus 28 años ocho finales en la jaula, las mismas que Olaizola II, Eugi y Martínez de Irujo a lo largo de sus dilatadas y exitosas carreras. Al amezketarra le quedan todavía unas temporadas por delante.
La historia del Manomanista, más larga que la del Cuatro y Medio, sí es pródiga en rachas. Durante varias épocas favoreció a los campeones la clasificación automática para la final de la siguiente edición o en algunos casos partir al año siguiente en semifinales bajo la fórmula de escalera. Hoy en día, como sucede en la jaula, el defensor de la txapela de la competición reina debe entrar en liza en la liguilla de cuartos gracias a la condición de cabeza de serie.
Julián Retegi encadenó catorce finales del Manomanista entre 1980 y 1993, cifra impensable hoy en día, reflejo de una primacía absoluta en la disciplina. Ganó once txapelas. Hilario Azkarate disputó nueve una detrás de otra desde 1960 a 1968 y Juan Ignacio Retegi, el I de la dinastía de Eratsun, llegó a ocho entre 1969 y 1976, si bien renunció a la última por un mal de manos. No se jugó la final de esa edición y la txapela fue para Lajos.
Atano III casó cinco seguidas desde la instauración en 1940 del Manomanista como tal en lugar de los desafíos en los que ponía en juego el título el campeón azkoitiarra, como quienes le precedieron. Rubén Beloki se plantó también en cinco de 1998 a 2002, mientras que Gallastegi y Eugi se quedaron en cuatro, el eibartarra entre 1950 y 1953 –no participó en la última por desavenencias económicas– y el de Aoiz de 1998 a 2001.
Tanto Juan Martínez de Irujo como Aimar Olaizola no pasaron de tres seguidas. Incluso se cruzaron en semifinales o liguillas en varias ocasiones. Altuna III ha estado presente en cinco de las siete últimas ediciones.
En cuanto al Campeonato de Parejas, Antxon Maiz comanda la tabla con seis finales seguidas desde 1978, cuando las empresas recuperaron la competición, a 1984. Zabaleta ha estado presente en cinco de las siete más recientes.
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