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Luciano Juaristi 'Atano X' celebra el lunes su 90 cumpleaños y recibió ayer uno de los mejores regalos posibles. Jokin Altuna, doble campeón manomanista (2018 ... y 2021) como él, se acercó a Azkoitia para acompañar durante unas horas al ganador de la txapela en 1966 y 1968. Compartieron vivencias, opiniones, anécdotas, mesa y mantel después de reunirse en los arkupes del Ayuntamiento. La presencia del amezketarra llamó la atención en las calles de la villa alpargatera, cuyo alcalde, Javier Zubizarreta, dedicó esta frase a ambos antes de saludarles: «Estelar de campeones en el Kontzejupe».
– Luciano Juaristi 'Atano X': Jokin, ¿has jugado alguna vez en el Kontzejupe?
– Jokin Altuna: He tenido partidos en el frontón Gurea, pero nunca en el Kontzejupe. Por cierto, siempre veníamos con respeto y cierto temor por la buena fama de los manistas azkoitiarras. También a Azpeitia.
altuna iii
– L. J.: Cuántas horas hemos pasado aquí... De niños y también después de mayores. Este Kon-tzejupe tiene muchas trampas. También es precioso el de Oiartzun. Me encanta.
– J. A.: Sí, es bonito.
– L. J.: ¿Cómo está tu mano derecha?
– J. A.: Mejor. Disputé un partido el sábado y otro el martes, y ha respondido bien. He estado parado casi tres semanas. Ya sabes, necesita su tiempo para curarse.
altuna iii
– L. J.: Tampoco es tanto. Llegué a estar mes y medio fuera de las canchas por mal de manos. Volvía a jugar sin ninguna prueba previa. Te voy a decir más. Reaparecía con un punto más de pegada gracias al descanso.
– J. A.: Cada mano es una historia. Las mías son finas y acusan los masajes fuertes. Me dejan peor aún si las tomo al principio. En cambio, Iker Irribarria y Beñat Rezusta tienen manos más gordas y les afecta menos el masaje.
– L. J.: Yo también tengo manos finas. Un masajista me dijo que el dolor se quita con dolor, y le mandé a casa. Quizá tendría razón, pero no me convenció. Muchas veces pienso que si hubiera nacido en la época actual, no habría jugado a pelota.
– J. A.: Cómo dices eso, Luciano. Claro que jugarías, y muy bien.
atano x
– L. J.: Protegíamos menos las manos. Nos poníamos taco en menos puntos de la palma. Las esponjas de entonces eran muy blandas. A Barberito le traían tela de paracaídas que también usábamos otros pelotaris.
– J. A.: Ahora empleamos esponjas distintas, no tienen nada que ver con las del baño. Compro un rollo y suelo cortarlas por el medio para hacer la base.
– L. J.: Hay quien dice que el pelotari debe aprender a jugar con dolor en la mano. Yo digo que si te duelen de verdad, no saltas a la cancha.
– J. A.: También he escuchado a alguno decir que tiene las manos destrozadas y entrar de sotamano en el segundo tanto.
atano x
– L. J.: El tamaño de las pelotas de antes era mayor y costaría controlarlas con tanta protección.
– J. A.: No he jugado con aquellas, pero en las imágenes sí da la impresión de que eran más grandes que las actuales.
– L. J.: Ha cambiado mucho el juego. Si no había pelotaris que entraban de aire era por algo. En la época anterior a la nuestra conocía a dos: Atano VII y Arrien. El mejor fue Atano III y no le daba de aire con la zurda. Eso también significa algo. El único de mi generación fue Ogueta. Yo también me percataba de la posibilidad de acabar el tanto de aire con la zurda porque engañas al contrario mejor que con la volea, pero no lo hacía. Si hubiera sido pelotari hoy, sin embargo, estoy convencido de que sí lo haría. Porque hasta el taquillero entra de aire con la zurda.
– J. A.: No hay más que ver a los niños de las escuelas de pelota. Hasta los de diez años buscan el aire. Te voy a confesar una cosa. Yo no le daba de aire a la pelota a esa edad. Empecé más tarde.
– L. J.: El material ha ganado en viveza, ha ido a más. Al principio el motivo era claro. Las empresas miraban por pelotaris concretos. Apareció Arroyo con la botivolea y le ayudaban con material más vivo. Sucedió otro tanto con Lajos. Pero en los últimos tiempos no acertaba a comprender cuál era la razón. Porque la viva favorece al pelotari inferior y perjudica a los mejores. Cualquiera es capaz de hacer daño con ese tipo de material. Abundan los tantos de saque y las tacadas. Sin embargo, en tu final del Cuatro y Medio contra Ezkurdia sucedió lo contrario.
– J. A.: Aquel día hubo bastante menos pelota que en mi semifinal contra Elordi, por poner un ejemplo. En el inicio del Campeonato de Parejas hemos jugado con material más bajo que en el del Cuatro y Medio.
– L. J.: Me parecen vivas.
– J. A.: ¿Has jugado algún partido del cuatro y medio?
– L. J.: Ninguno. Nunca. En mi época de pelotari las empresas preferían programar por parejas y no organizar ningún campeonato. Hasta el Manomanista les suponía un problema.
– J. A.: Hoy en día sería impensable. El calendario está hecho a base de campeonatos. ¿Y cuál era el formato del Manomanista?
– L. J.: Por eliminatorias. El perdedor, a la calle.
– J. A.: Así tendría que ser. Ese sistema tiene otro encanto. La liguilla se hace durísima, sobre todo con un partido a la semana. Este año me tocó a mí suspender un díao, pero el próximo puede caer otro pelotari. Desde las empresas nos han dicho que en la próxima edición darán mayor margen de tiempo.
– L. J.: Uno de los comentarios habituales del Manomanista es que llegar rodado beneficia al pelotari que viene de abajo. Pero no he conocido a ningún campeón clasificado de oficio para la final que haya pedido disputar antes otro partido.
– J. A.: Las finales de antes eran al mediodía. Me hubiera gustado jugar alguna a esa hora.
– L. J.: Y con ángelus.
– J. A.: Es la misma hora a la que nos entrenamos a diario. La mañana de la final se hace larga por la tensión. Sería una bonita experiencia.
– L. J.: Ya me habrás oído que no creo en los botilleros.
– J. A.: Sí, estoy pensando en ofrecerte el puesto para el próximo Manomanista –bromea–. Como además le ponen micrófono para que todo el mundo sepa lo que dice, estaría divertido.
– L. J.: Tuve al mejor botillero posible, al que más sabía, Atano III. ¿Sabes lo que me decía?
– J. A.: ¿Qué?
– L. J.: Nada. Estaba callado. Ofrecí a rivales llevar a mi botillero además del suyo a cambio del primer tanto. No aceptaron. Rebajé la oferta al primer saque. Ni por esas. El mejor botillero es quien los quince días antes de una final te habla de todo menos de pelota.
– J. A.: Eso sí que se agradece, Luciano. La etiqueta de plazagizon te la ponen si ganas una final y te la quitan si pierdes la siguiente.
– L. J.: Hay un momento en mi carrera en el que me doy cuenta de que no era plazagizon. Estaba a las puertas de una final manomanista y anunciaron que iban a retransmitirla por televisión. No existía Euskal Telebista. Era la Española. Al mismo tiempo nos avisaron de que nos entrevistarían en castellano. Pasé tres días sin dormir por el miedo que me entró. Me preocupaban más las respuestas ante el micrófono que mi juego sobre la cancha.
– J. A.: Cambio de tema. ¿Existían entonces preparadores físicos?
– L. J.: Sí. El doctor Miguel Mari Echavarren me llamó para ir a entrenarme con la Real. El entrenador era Urbieta. No se pusieron de acuerdo con el dueño de la fábrica donde trabajaba. Más adelante conocí a 'Picurio' a través de Reyes Corcóstegui, alcalde de Oñati. Iba al monte. Aunque sabía que era bueno correr, no lo hacía por miedo a perder peso y fuerza. Pero te digo que si un nieto jugara hoy a pelota, yo mismo le buscaría un preparador.
– J. A.: Debuté como profesional con 69 kilos y ahora rondo los 78 o 79, diez más. Es por el trabajo físico. Como hacia la una, no perdono la siesta diaria, meriendo un plátano, jamón de york y nueces, y ceno ligero. Irujo, por ejemplo, adelgazó después de dejar la pelota. ¿Tampoco tenías tendencia a coger peso una vez rebasada la barrera de los 30 años?
– L. J.: Gané una txapela con 61,800. Perdí 300 gramos en el partido. Llegué a 66 kilos. Lo mío era al contrario. Quería coger peso para ganar fuerza, y no podía.
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