![«Julita y Chiquita de Anoeta formarían la pareja invencible»](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202002/11/media/cortadas/52820679-kPtB-U100114895395R0-624x385@Diario%20Vasco.jpg)
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La pasada semana ha sido triste para el mundo de las raquetistas y, por supuesto, para la pelota en general. 'Raketistak Lehen eta Orain', asociación que vela por la memoria de estas mujeres deportistas y de esta especialidad, ha informado del fallecimiento en México de ... dos raquetistas en el corto plazo de cinco días: Juliana Ignacia Beraza Leibar 'Julita' (Anoeta, 93 años) y Juana Lizarzaburu Egaña (Eibar, 96 años).
La anoetarra 'Julita' está considerada «una de las mejores raquetistas de todos los tiempos», destaca Ainhoa Palomo, impulsora de esta entidad junto a Jon Juanes, quien añade un dato clarificador sobre la relevancia de esta pelotari. «Debutó a los 14 años. En dos temporadas dio la vuelta al escalafón. A los 16 ya era la mejor delantera del cuadro. Tomó el relevo a las estrellas de entonces, de las pioneras de la modalidad. Por poner una comparación. Fue como la sucesión de Atano III en el Manomanista a cargo de Miguel Gallastegi».
Tuvieron que engañar a las autoridades para que Julita pudiera actuar en los frontones de raquetistas. Lo cuenta Ainhoa Palomo. «Empezó a jugar a pelota en el pórtico de la iglesia de Anoeta con otros niños y niñas. Lo habitual en aquella época. A los 13 años le dieron la oportunidad de probar con la raqueta en el frontón Gros de Donostia. Dejó boquiabiertos a los presentes por la facilidad que demostraba. Parecía que llevaba años jugando y era la primera vez que cogía esa herramienta en sus manos. Como la edad mínima exigida para ser raquetista era de 16 años, falsificaron su edad para que pudiera debutar con 14 en el frontón Madrid».
«Empezó su carrera como pelotari hacia 1940 y la terminó en México veinticuatro años después, en 1964», añade Jon Juanes. «Jugó en dos frontones de Madrid, el Madrid y el Chiqui-Jai. Los empresarios le programaron partidos en numerosos frontones de España. Posteriormente, en 1952, dio el salto a México, donde se instaló. Pudieron verla en acción en Acapulco y posteriormente en los frontones Colón y Metropolitano de la capital». Desde entonces residía en México.
La prensa y el público le asignaron diversos sobrenombres, según recoge Raketistak lehen eta orain: 'La Reina', 'La Única' y 'La Venus Rubia'. Era tal su calidad que en un diario mexicano llegaron a escribir que «Julita y Chiquita de Anoeta formarían una pareja invencible». Su paisana María Antonia Uzkudun es otra de las leyendas de este deporte. Zaguera, hay voces que consideran a Chiquita de Anoeta la mejor raquetista de la historia.
No le desmerecía Julita, integrante de una familia de pelotaris. Su hermano José Luis, puntista, y su hermana Marichu, raquetista, fallecieron también en México. María Milagros, otra hermana raquetista, todavía vive en el país azteca.
Ainhoa Palomo y Jon Juanes tuvieron la oportunidad de conocer a Julita en su viaje a México durante la Semana Santa de 2019. También a Juanita, la raquetista eibartarra desaparecida también hace unos días. El 21 de abril se sacaron la fotografía que ilustra esta información en la Euskal Etxea de la capital mexicana, adonde también acudió Juana Arrillaga 'Arane II', compañera de fatigas de las dos anteriores.
Juana Lizarzaburu 'Juanita' era hija del frontón Astelena, donde nació. Sus padres, Salomé Egaña y Jose Lizarzaburu, eran los administradores de la catedral de la pelota a mano. Miguel Gallastegi hablaba de ellas cuando recordaba sus tiempos mozos. Juanita era unos añitos más joven que el gran campeón eibarrés.
La trayectoria como pelotari de Juanita fue más corta que la de Julita. Huyó al exilio en 1939 para instalarse junto a su marido, el escritor donostiarra Simón Otaola, perseguido por la dictadura franquista. Jon Juanes señala que «entonces no funcionaba todavía ningún frontón en México, por lo que colgó la raqueta».
Juanita había debutado temprano, a los 13 años, en el frontón Madrid, en tiempos de la República. Durante la Guerra Civil se trasladó a Barcelona, donde siguió jugando. Su entorno familiar también estuvo muy ligado a la pelota, según recogen Palomo y Juanes: «Cuatro de sus cuñadas fueron raquetistas, así como una sobrina. Y otra sobrina era boletera del frontón Madrid».
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