Unax Landa cierra con un zurdazo al diez una noche de palizas

Entre los perdedores de las tres eliminatorias sumaron 17 tantos. Ni siquiera llegaron a 22. La presente edición del Torneo Abanca Bankoa-DV se acerca a su conclusión y no acaba de despojarse de los resultados abultados que jalonan su desarrollo. Los dos festivales de semifinales y la final son la última esperanza para variar esta preocupante tendencia.

Soraluze acogió la última jornada de cuartos de final, finiquitada en dos horas y media. Los tres partidos se resolvieron en un santiamén y la rapidez de la cancha no fue esta vez la principal causante de las palizas. Abundaron de nuevo las tacadas: una de doce tantos en la jaula, otra de diecisiete en promesas y, de remate, la de catorce en categoría sénior. Una barbaridad.

Miriam Arrillaga cayó 22-7 ante Amaia Aldai, que ha comenzado con éxito el intento de reconquistar el entorchado del cuatro y medio que el año pasado le arrebató Enara Gaminde, baja en 2024 por un problema de manos. Once tantos de saque anotó la delantera de Dima, que ya se ha probado de zaguera.

Entre las derrotadas en los cuatro encuentros de cuartos de final dentro del acotado han logrado 27 tantos: cinco Naroa Agirre en Zestoa, diez Leire Garai en Idiazabal, cinco Miriam Arraiza en el Labrit y siete Arrillaga en Soraluze. El promedio no llega a siete por partido. La diferencia entre unas y otras ha sido abismal y el resto de saque, la cruz que ha llevado la mayoría de ellas. Aldai castigó con once tantos de saque a la zaguera de Aginaga.

Harkaitz Murua, el altzotarra de 17 años precontratado por Aspe, destacó en el choque de promesas, en el que Ibon Ibarra emborronó todo lo bueno demostrado en los dos triunfos anteriores. Con una legión de seguidores detrás, acumuló errores y precipitaciones. El 22-3 de Murua y Nico Fernández habla por sí solo.

Menos mal que Unax Landa mandó a todos a casa con una sonrisa gracias al zurdazo al cuadro diez que certificó su triunfo por 7-22 con el riojano Jorge Fernández, hermano mayor de Nico, ante un Iker Egiguren sin opción y un Jon Lazkoz muy por debajo de lo que cabía esperar. Si bien cerró el capítulo de izquierda, Landa mandó en esta ocasión con la derecha, bien apoyado por un compañero que mantiene una línea positiva.