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Seis y veinte de la tarde. Frontón Bizkaia de Bilbao. En la cancha, Altuna III y Rezusta dejándose la piel compitiendo por la txapela del Manomanista. En las gradas no se percibía el silencio sepulcral del año pasado, pero tampoco se alcanzaba aún el ambiente que exige una fiesta de este nivel. La presencia de autoridades, medios de comunicación, unos pocos invitados privilegiados, familiares o figuras como Artola o Martínez de Irujo se anunciaba como aperitivo del regreso tan esperado del público a los frontones.
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Eran pocos, pero bien escogidos por su proximidad a los verdaderos protagonistas. Y es que asistíamos a una función que tenía algo de histórica si tenemos en cuenta -ojalá sea así- que era el último partido sin aficionados vestidos de azul o rojo abarrotando los asientos. Una señal de alegría porque se ve la luz al final del túnel de la horrible pandemia.
En las inmediaciones del barrio de Miribilla reinaba el silencio. Ningún problema para aparcar ni apenas policía velando por la seguridad del evento. Eso sí, al contrario que en la final de 2020, los bares estaban abiertos. Suficiente para los amigos de Rezusta. El zaguero de Bergara había solicitado la presencia en Bilbao de su gente más cercana para sentir apoyo aunque fuera desde el exterior del recinto. Dicho y hecho. Y al mismo tiempo, el Ayuntamiento bergararra abría las puertas del espacio Seminarixoa para permitir a 127 personas ver el encuentro a través de una pantalla de cine.
Por su parte, los amezketarras prefirieron disfrutar de la competición reina de la pelota a mano profesional en su localidad. Más en 'petit comité'. Así, los amigos del delantero optaban por seguir la final en Beartzana taberna, mientras que sus familiares elegían verla desde el sofá de casa.
Aunque evidentemente los protagonistas de las celebraciones posteriores fueron Jokin y Amezketa, Beñat y Bergara también quisieron festejar el hecho de haber podido llegar hasta la final. Altuna III, quien estuvo acompañado en el Bizkaia de Bilbao por su hermana y su primo y botillero Gorka Altuna, se inclinó por celebrar el título en familia y después con los amigos.
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Y Rezusta, pese a la derrota, también se sintió arropado en su llegada a casa. El zaguero zurdo se acercó hasta el merendero de Ugarrixa, de Bergara donde, entre aplausos, fue recibido por los suyos.
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