Joseba Lezeta
Bizkarreta
Martes, 21 de mayo 2024, 06:34
Peregrinos que acaban de iniciar el Camino de Santiago desfilan por las calles de Bizkarreta ajenos a la presencia de un deportista de élite en la puerta de la única sociedad del pueblo. Unai Laso, su hijo más ilustre, ha vuelto a clasificarse para la ... final del Manomanista a sus 27 años.
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– Los dos pelotaris que han dispuesto de menos tiempo para preparar las semifinales se han clasificado para la final.
– Cuesta un poco más la recuperación en una semana que en dos, pero vienes rodado del último partido, lo que muchas veces te ayuda, sobre todo a nivel psicológico. Quedarte dos semanas sin jugar está muy bien para recuperar chispa y reponerte del esfuerzo, pero a veces se te hace raro.
–¿Qué significa esta final?
– Es la que mayor ilusión me hace. Las otras también fueron importantes, pero nunca había sufrido una lesión tan grave, con una operación. Con las lesiones haces el doble de trabajo. Hay que seguir con la recuperación, entrenarte para fortalecer todo. He llevado a cabo un grandísimo trabajo con los fisios, con el preparador, con todos. También con la familia.
– El sábado lloró en el vestuario tras la victoria.
– Es emocionante. Volver a tener nivel y regresar a una gran final después de las dos operaciones –apendicitis y cadera– supone una hazaña para mí.
– ¿Antes le costaba más transmitir las emociones?
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– Me ha costado desde pequeño. También estoy trabajando eso. Hay una labor psicológica detrás para controlar las emociones durante el partido, que es lo más importante en el deporte. En el tenis, en la pelota, en el fútbol... Si tengo que demostrar que estoy emocionado, lo voy a demostrar.
– ¿Cómo fueron aquellas semanas de junio en las que primero se operó de apendicitis y a continuación pasó por el quirófano por la lesión de cadera?
– Llevaba varios meses con dolor. Primero fue el resbalón en Ordizia y más tarde me hice daño en el Arena. Notaba que no giraba del todo bien la cadera. Me hicieron una resonancia y vimos que debían intervenirme. Podía haber esperado un año más o un tiempo, pero creo que acerté al operarme en aquellas fechas para poder volver bien sobre todo al campeonato más importante, el Manomanista.
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– ¿Asusta escuchar la palabra quirófano?
– Por supuesto, pero siempre he sido un echado para adelante. Si hay que hacerlo, se hace, y ya está. Mejor no darle vueltas. Como caí eliminado en el Manomanista del año pasado, decidimos adelantar todo con el objetivo de llegar bien a la presente edición. De lo contrario, puede que no hubiera estado aquí en estos momentos.
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– En la elección de material para la semifinal habló de que durante el Campeonato de Parejas sentía todavía dolor en la cadera.
– Sí, aunque durante el partido intentas no pensar en ello. Siempre he dicho que si saltas a la cancha lo haces al cien por cien. Nunca vas a decir que estás al cuarenta por cien porque das pistas al contrario. No puedes empezar llorando.
– ¿Sufrió tanto?
– Lo que más me costaba era la recuperación. Ahora sufro menos. Todavía tengo agujetas del partido del sábado por la tensión, porque todos los músculos se te agarrotan. Y la cadera, más. Pero es lo normal. Hace un año que me operé. Hablé con Eskiroz, que tenía la experiencia de esta misma operación, y me dijo que necesitas año y pico para que las molestias desaparezcan del todo. Tampoco le doy más vueltas. Estoy mucho mejor.
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– ¿Sigue entre fisioterapeutas?
– Sí. Aparte de las sesiones de entrenamiento, la semana pasada, por ejemplo, fui a tres de fisioterapia, dos a Vitoria, donde me han tratado desde la operación, y a otra de complemento que para mí ahora mismo es de lo más importante, quizá incluso más que entrenarme.
– ¿Sí?
– Después del Campeonato de Parejas anduve con bastantes molestias y tuve que buscar una salida. Sigo con los fisios de Vitoria porque hacen un gran trabajo y disponen de buenas máquinas, pero acudí a otra consulta más especializada en deportistas que se han sometido a operaciones, han tenido esa lesión y deben mantenerse a buen nivel competitivo. Llevo cinco sesiones y me ha ayudado una barbaridad.
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– El día de la presentación del Manomanista no era muy optimista.
– No las tenía todas conmigo. Unos días antes del partido contra Bakaikoa estaba bastante mal y por eso acudí al otro fisioterapeuta. Me arregló y salí bien.
– Ha recorrido más kilómetros que nunca en automóvil.
– Un montón, pero es lo que hay. No llevo la cuenta. Al final, es mi trabajo. No me puedo quejar para nada porque muchos amigos míos se levantan a las cinco de la mañana para ir a trabajar.
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– ¿Lo ha pasado peor con la lesión o cuando tuvo que regresar al campo aficionado porque no le renovaron el contrato?
– Todos los procesos son distintos. Intento tomármelo con mentalidad positiva, pero hay momentos realmente malísimos en los que solo están a tu lado los de casa y los amigos. Son ellos quienes te ven mal. Ante la gente siempre debemos intentar dar la mejor cara, pero hay días malos.
– ¿Pesa más el dolor o ver que cuesta avanzar en la recuperación?
– Todo. Cuando no me renovaron el contraro fue distinto. Supuso un palo enorme porque corría peligro mi carrera. Pero al día siguiente volví a entrenarme como si estuviera en profesionales y continué con la misma vida porque sabía que iba a volver. Esto ha sido distinto pero parecido de alguna manera. Desde el primer día que me dijeron que podía salir a la calle con las muletas, que fue dos o tres después de la operación, lo hice. Me preguntaban si no tenía miedo a una caída. Lo tenía, pero qué vas a hacer...
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– ¿No teme a nada?
– Tengo muchísimos miedos, pero la ilusión de volver a jugar puede con los miedos.
– ¿Ha vuelto el mejor Laso?
– No sé. Por lo menos, Laso está bien ahora. Siempre me preguntáis si es mejor o peor que el anterior. Es diferente. Creo que aún tengo mucho margen. Los fisios me dicen que todavía puedo mejorar en muchos desplazamientos y en la movilidad en la cancha. La versión actual de Laso está siendo muy buena, pero el objetivo consiste en intentar estar a este nivel durante muchos años o por lo menos trabajar para ello.
– Posee experiencia en finales. ¿En los días previos pesa más lo físico o lo mental?
– Todo, todo. Gestionas los entrenamientos y todo lo demás para llegar bien a ese día. Cada día es distinto. Tampoco es que te pese. En la primera semana piensas menos en la final y en la segunda te enfocas más en ella. En realidad, hace tiempo que no estoy en una final. Intentas tomártelo como en partidos anteriores.
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– ¿Ha variado su estilo de juego?
– Gestiono mejor que antes. Hay momentos en los que te sales un poco del partido, pero intento volver y hacer mi juego. Y cuando me veo cansado, pienso que el otro también lo está y trato de darle una más. Antes intentaba acabar a la desesperada.
– ¿Cómo ve a Altuna III, su rival en la final del domingo 2 de junio en el Bizkaia de Bilbao?
– Creo que todos esperábamos que diera su nivel en la semifinal, y así ocurrió. Jokin ha tenido partidos a vida o muerte. Igual contra Darío estaba muy tenso y no pudo sacar parte de su juego. Los contrarios han jugado muy bien contra él. Pero Jokin siempre está ahí. Se crece en las citas grandes y las gestiona mejor que otros, incluidas las emociones. También yo he progresado en ese aspecto.
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– Coincidieron en la liguilla y ganó usted 22-7.
– Es muy difícil que se repita. Supone una motivación. La mayoría de veces que he jugado contra Altuna he perdido y ese resultado demuestra que le puedo ganar. Sé el juego que debo desplegar para hacerle daño y tengo confianza en que podré hacerlo. También sé que Altuna sacará el suyo. Todos los partidos que hemos jugado han sido totalmente distintos. Ha ganado fácil él, he ganado fácil yo, los ha habido peleados y con tensión... Nunca vas a ver uno parecido al otro. Siempre pasan cosas nuevas. El que mejor gestione y el que mejor esté tendrá mucho ganado.
– ¿Qué arrebataría a Altuna?
– Roza la perfección cuando juega bien porque goza todas. No es que tenga un golpe de la leche, pero planta los pies en el suelo, se coloca bien y goza el pelotazo. Me doy cuenta de que colocar bien el cuerpo es lo importante para golpear la pelota, más que la chispa. Es su arma fundamental. Goza todo. Y mueve las piernas tan rápido que llega bien a todas las pelotas. Por eso las pone donde quiere.
Entiende Unai Laso que la operación de cadera y la posterior recuperación le han influido tanto a nivel profesional como personal. «He tenido que trabajar mucho la paciencia y aprender a controlar un poco las emociones, a cuidarme yo mismo. Eres joven y a veces haces burradas o pones tu cuerpo al límite. He adquirido hábitos que antes igual no tenía. Suena un poco cursi, pero con la lesión he aprendido a quererme más. Si tienes que quedarte en casa poniéndote hielo, lo haces en lugar de salir a cenar con los amigos. Aún tengo cosas que aprender y mejorar. Como cuando hablo en las entrevistas. Ahora me veo más suelto. Si no mejoras con los años, parece que eres corto».
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