El Labrit se le queda pequeño

Los pelotazales todavía se hacen cruces al recordar cómo Mariezkurrena II quedó fuera de la plantilla de Baiko tras no alcanzar un acuerdo de renovación. Ya entonces con 21 años –ahora tiene 23– apuntaba todo lo bueno que demuestra ahora. Desterrado, como Laso, firmó un contrato temporal con Aspe para jugar el Campeonato de Parejas. Estuvo a punto de quedarse. Ahora compite de tú a tú e incluso supera a los mejores zagueros.

Iñaki Artola, su delantero, llegó para sustituir al lesionado Unai Laso y sale de la feria de la capital navarra con su primer Torneo San Fermín bajo el brazo. Es además el tercero de verano que gana tras el Donostia Hiria de 2017 y el San Antolín de Lekeitio de 2018. Cuatro años después, tras una sucesión de lesiones y altibajos que le han condicionado, el de Alegia vuelve a reivindicarse con una actuación seria y eficaz. Al amparo, eso sí, de un zaguero de otra dimensión.

Minimizaron ayer Artola y Mariezkurrena II a una pareja rocosa y seria como la formada por Altuna III y Rezusta. Sumaron mucha pegada y mandaron por completo sobre la cancha a partir del descanso que solicitaron en el 11-7 en contra. Era un momento crítico para ellos porque tantos errores invalidaban la iniciativa en el peloteo adquirida desde el inicio. Comprendieron enseguida que no podían regalar tanto para aspirar la victoria. Lo enmendaron con brillantez.

Sometieron a un calvario a Beñat Rezusta, incapaz de sacudirse el dominio de la pareja rival. Como gastado, no encontró la manera de pelotear delante de la raya del siete. Le había tocado defender mucho contra Irribarria y Zabaleta, pero solventó los problemas con la ayuda de Altuna y la falta de acierto del delantero rival. Asegura estar bien de manos.

Esta vez, más presionado incluso que en el choque decisivo del grupo A, el zurdo de Bergara falló demasiado como para que una pareja tan dominada tenga opciones reales de llegar a 22. Desactivado Altuna III, dejó Artola para otro día los caprichos rematadores y priorizó el acoso y derribo del zaguero contrario. Solo en los últimos compases, con una diferencia cómoda y pelota clara, optó el de Alegia por lanzarse en busca de un par de ganchos y una dejada al txoko. Tenía derecho a disfrutar. Lucirse fue cosa de Jon Mariezkurrena.