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Las aficiones se entrecruzan. También en la pelota. Ni todos los pelotazales vizcaínos apoyarán a Mikel Urrutikoetxea en la final del Manomanista el domingo por ... la tarde en el Bizkaia de Bilbao, ni todos los guipuzcoanos animarán a Iker Irribarria.
Urrutikoetxea tiene en Donostia a dos devotos que demuestran clara su preferencia. José Luis Alkain (86 años) y Jesús Mari Rubio (83) confían en la victoria del de Zaratamo, «a quien conocemos desde que comenzó a venir al torneo de pelota del Antiguo. Hará de ello unos quince años. Calculamos que participó por primera vez hacia 2005. Se proclamó campeón en 2008 con Mikel Beroiz de zaguero. Con anterioridad había sido subcampeón en un par de ocasiones, una en juveniles y otra en sub 22. Por fin logró la txapela. Y al año siguiente, en 2009, dio el salto a profesional con Asegarce».
«Nuestra relación surgió de forma espontánea», refleja Jesús Mari Rubio. «Formamos parte del comité organizador del torneo del Antiguo y nuestro nexo de unión con Urrutikoetxea fue Mikel Etxegia, su entrenador en aquella época. Natural de Goizueta, Etxegia había participado en nuestra competición y era un colaborador importante para nosotros ya que se fue a vivir a Bizkaia y nos daba mucha información de la pelota de aquel territorio. Nos aconsejaba a quién traer al Antiguo. Llevaba a Iza, Larunbe, los hermanos Elezkano... y contactábamos con ellos a través de Etxegia. También a Urrutikoetxea, por supuesto».
La relación se extendió a otros ámbitos de forma natural. «Etxegia venía al Antiguo a ver jugar a sus pupilos y por mediación suya conocimos al padre de los Elezkano, futbolista del Eibar en su juventud, una persona agradable», apunta Rubio. «Los guipuzcoanos, al estar más cerca, regresaban pronto a casa después de los partidos. Los vizcaínos, en cambio, preferían tomar algo antes de emprender el viaje de vuelta. Urrutikoetxea venía con su padre, Javier, un aitona y otro familiar que le hacía de botillero. Empezamos a tomar un vino con ellos. Es gente jatorra y entablamos una relación amistosa, sobre todo con el aita. Surgió de manera espontánea, mantuvimos el contacto durante los cuatro o cinco años en los que Mikel participó en nuestro torneo y después le dimos continuidad».
Alkain y Rubio no solo repararon en la condición humana de la familia Urrutikoetxea. También en las cualidades que exhibía el chaval sobre la cancha. «¡Vaya dos paredes de volea pegaba!», exclama José Luis Alkain. Este comentario estimula la memoria de Rubio. «Fuimos a verle a una final del torneo del cuatro y medio de Elgeta. Sería la de 2008 frente a Renobales. El último tanto lo terminó de saque y dos paredes».
«También Ezkurdia pegaba excelentes dos paredes de volea», tercia Alkain en la conversación. «Recuerdo una final de Elgeta donde coincidimos con Patxi Aranegi, encandilado con la fuera y el juego del delantero de Arbizu. 'Si Vidarte no le ficha para Aspe, le pago personalmente el contrato', decía Aranegi. No le hizo falta poner dinero de su bolsillo...».
Bromea Jesús Mari Rubio con la defensa que Alkain hacía de su ojito derecho. «Cuando Urrutikoetxea pasó a profesionales, dentro de nuestra cuadrilla pelotazale del Antiguo José Luis insistía en que iba a salir bueno. Sin embargo, tuvo años grises y le costó despuntar. No destacaba en la medida que esperábamos. Alkain era el saco de los golpes de los amigos. Ha aguantado carros y carretas. Te puedes imaginar. Tardó, pero por fin cumplió nuestras expectativas. En el momento que ganó el Manomanista y el Campeonato del Cuatro y Medio más el título del Parejas como zaguero, cambiaron las tornas. Por fin, José Luis pudo desquitarse».
El domingo esperan una final «dura, equilibrada y pareja» contra Irribarria, pero Rubio cree a pie juntillas en su pelotari. «Mira, si Iker tiene su día y pone todos sus pelotazos en la última losa, la txapela será suya. Pero no creo que vaya a rendir al mismo nivel en todos sus partidos y viene de jugar dos excelentes ante Altuna III y Elezkano II. Si su rendimiento baja al noventa por ciento, entrarán en juego otros factores. Me inspira más confianza la fuerza mental de Urrutikoetxea que la de Irribarria, si bien el de Arama ha mejorado desde ese punto de vista. El mental es un factor importante en duelos tan igualados. Eso, siempre que tenga bien la zurda». Asiente José Luis Alkain.
Urrutikoetxea es consciente de la fidelidad de Alkain y Rubio, con los que ha vivido momentos muy bonitos. «Dos días después de su victoria en el Manomanista de 2015, tenía un compromiso de la empresa en Zumaia», cuenta Rubio. «Nos llamó por teléfono para decirnos que quería acercarse a Donostia para estar con nosotros. Montamos enseguida el recibimiento y celebramos la txapela con una comida en la sociedad Istingorra de nuestro barrio, El Antiguo».
Por cierto, Alkain espera todavía «la devolución de visita. Estamos siempre para ir a Zaratamo y no encontramos la oportunidad. Espero que sea pronto. Y si es posible, después de ganar su segunda txapela manomanista».
Emocionó a ambos el gesto de Mikel Urrutikoetxea de subir al lugar del frontón Bizkaia donde se encontraban sus padres para dedicarles la victoria. «Fue muy bueno», subraya Alkain. «Se lo dije por teléfono y le comenté además que solo le faltó besar a la novia para rematar la faena». Rubio añade que fue «espontáneo, bonito. Me quedé con la impresión de que Mikel iba directo hacia su ama».
Las continuas alabanzas a su ídolo no están exentas de alguna crítica, aunque sea suave. Esta proviene de José Luis Alkain. «Vaya por delante que es un buenazo. Pero a un pelotari con tan buen cartel le sobran gestos como alguno que hizo en la semifinal contra Ezkurdia. Es majísimo». Rubio corta la frase de su compañero. «Sencillo y humilde. En realidad, todos estos chavales con los que tenemos trato gracias al torneo del Antiguo son majos. Hemos estado con Ezkurdia en Arbizu, con Albisu en Ataun...».
José Luis Alkain rememora una entrañable anécdota de la eliminatoria de cuartos de final que Urrutikoetxea perdió contra Altuna III en el Manomanista del año pasado, en el Atano III de Donostia. «Mikel se adelantó 7-0 y Jokin le remontó. Jesús Mari y yo vimos juntos el partido. Cuando acabó, Rubio regresó a casa y se me ocurrió ir al vestuario. Me encontré en la puerta con Rafa Etxeberria, por aquel entonces gerente de Asegarce, y le pedí permiso para entrar. Me dijo que no había ningún problema. Me faltaba poco para soltar alguna lágrima por el disgusto... y me encuentro a los dos bromeando. 'Yo casi llorando y vosotros de cachondeo', les dije. Me salió de dentro. Me recibieron de maravilla tanto uno como otro».
La peripecia de José Luis Alkain no acabó ahí. «Le comenté a Altuna que igual le llamaba la atención que siendo yo guipuzcoano estuviera del lado del vizcaíno. 'Mira, tú también eres guipuzcoano y seguidor del Athletic, o sea que estamos empate', le solté a Jokin».
Octogenarios, ni uno ni otro piden muñequeras a su pelotari. «Por ahora no», sonríe Alkain. «Le llamo cuando gana (risas). Yo no uso el whatsapp ni esas modernidades». Rubio, por su parte, prefiere «mandarle mensajes y siempre contesta».
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