Olaizola II y Urrutikoetxea triunfan en su salsa

No es lo mismo dominar el peloteo que dominar el juego. Volvió a quedar patente ayer en el Bizkaia de Bilbao, donde Olaizola II y Urrutikoetxea se tomaron un respiro merced a su triunfo por 16-22 ante Irribarria y Rezusta, favoritos para la cátedra con momios de doble a sencillo. El regreso a la competición del multiusos de Zaratamo tras dos semanas de ausencia por un mal de manos en la derecha le sentó bien al delantero de Goizueta, figura indiscutible y elemento decisivo del encuentro. Con su segundo punto, los ganadores ponen fin a una racha de cuatro derrotas y abandonan la cola, si bien avanzan solo a la penúltima plaza.

La mayor pegada de Irribarria y Rezusta careció de contundencia y de capacidad rematadora suficientes. Les faltó, asimismo, material. Nadie podrá defender que hubo pelota exagerada en el Bizkaia. Ni de lejos. El partido se jugó mucho tiempo dentro de los seis primeros cuadros. El estilo de zaguero del reconvertido Urrutikoetxea, quien a la mínima avanza para entrar de aire con cualquiera de sus dos manos, contribuye también a esa sensación. De todas maneras, los dos zurdos de Aspe le apretaron de verdad en contadas ocasiones.

Apareció en la cancha, sin embargo, una pelota baja y motela aprovechada a la perfección por Olaizola II y Urrutikoetxea para llevar el juego a su terreno. Estuvieron en su salsa, tanto en el apartado defensivo como en el ofensivo, sobre todo cuando a partir del 10-10 emergió Aimar para ejecutar con el gancho. Firmó seis, incluido el que cerró la tarde.

Careció Iker Irribarria de esa facultad. Sin material para abrir huecos e inclinar la balanza de forma tajante atrás, el campeón manomanista no dio continuidad a la exhibición rematadora de una semana antes en Lekeitio, donde lo bordó. Sus sotamanos tampoco crearon quebraderos de cabeza como los de aquel día. Imprimió violencia a sus voleas, sí. Como en aquella formidable al ancho del 14-15. Pero Olaizola II es un pelotari que mete bien la pelota en la mano cuando le llega franca. Altura y vuelta a empezar.

Le faltó al de Arama abrir ángulos. Y le sobraron sus nueve errores, tres de ellos clarísimos de derecha al principio, el tercero en el 10-10. Si nos fiamos solo de los números, la diferencia residió en los tantos perdidos por unos y otros: diez de los colorados y cuatro los azules. El resultado de la resta es seis, la renta que figura en el definitivo 16-22.

En realidad, sucedieron más cosas sobre la cancha. Porque Urrutikoetxea, que dejó sin devolver de derecha dos saques de Irribarria al centro, en el 3-4 y en el 6-4, se asentó con el paso de los minutos. También le ayudó que el material de Irribarria y Rezusta perdiera brillo.

El partido, en realidad, giró después del 10-6 favorable a los de Aspe. Perdieron el control del juego y no lo recuperaron. Ni siquiera tras acercarse a un tanto, 14-15, después de ir cuatro por detrás, 10-14.