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Jueves, 29 de noviembre 2018, 09:04
Determinadas comparaciones ayudan a comprender la repercusión de las raquetistas en la época de esplendor de la disciplina. Lo cuenta Ainhoa Palomo. «Paula Lamarain, eibartarra que falleció en marzo, ganaba más dinero que su marido, Cayetano Menárguez, que jugó en Primera con el Valencia y en Segunda con el Castellón. Las figuras de la época decidían con qué empresa y dónde jugar. Negociaban las cantidades con los empresarios. La errenteriarra Agustina Otaola nos contó que fue a Cuba en 1957. Hubo problemas con el frontón y regresó a casa. Con lo que cobró en dos meses más la indemnización recibida trajo dinero suficiente para comprar un piso en Errenteria». Manejaban cantidades impensables en la actualidad.
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