Tolosa
Sábado, 9 de septiembre 2023, 11:06
La pelota entrelaza el arte y el deporte en un vínculo cultural especial, a veces convertido en ritual, donde la estética de lo conocido propiamente vasco toma expresión.
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La mano, espejo del alma y orfebre del juego, ha contribuido a trazar historias en un deporte ... que trasciende sus propios límites.
A lo largo de los años, la comarca ha sido testigo de notables trayectorias de pelotaris profesionales, como el de los amezketarras Joxean Tolosa y Ekaitz Saralegi, junto con el lizartzarra Mikel Olaetxea, estas dos últimas referencias y excepciones que se remontan a principios de los 2000. No obstante, en la última década la situación ha experimentado un cambio significativo y el resurgimiento de la modalidad reina de la pelota habla de Tolosaldea.
La afición por la pelota mano en la comarca, tanto como espectador como en la práctica activa del deporte, ha sido una realidad tangible. Reflejo de ello son los numerosos frontones, lugares de encuentro, que cuentan la mayoría de los 28 municipios que la conforman, además del frontón industrial Beotibar, donde en el espacio 'vacío' entre las dos paredes Tolosa ha erigido y vivido su propia historia y evolución, volviendo a integrarse en el circuito profesional.
Jaka, Altuna III, Peña II, Artola y Tolosa son la cabeza visible de una nueva hornada de pelotaris jóvenes promesas que han debutado en la última década y representan a una comarca que goza de un renacimiento excepcional. Nunca antes se había presenciado en la zona una generación de pelotaris jóvenes tan numerosa y dotada de talento a tan escasos kilómetros de distancia, como la que actualmente desempeña en Primera categoría, con un total de cinco representantes. Un fenómeno que marca un hito en la historia de la comarca, que aviva el entusiasmo y es testimonio de su compromiso y dedicación por este tradicional deporte.
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Apenas nueve kilómetros separan a Erik Jaka y Jokin Altuna entre Lizartza y Amezketa, municipios que se encuentran a ocho kilómetros de Alegia, lugar de residencia de Iñaki Artola. La misma distancia los separa a los tres de Tolosa, donde reside Jon Ander Peña, el más joven de los cinco pelotaris, que a su vez se encuentra a cinco de la Anoeta natal de Xabier Tolosa.
En los últimos años la presencia de estas figuras jóvenes, cuyos caminos se han cruzado dentro y fuera de la cancha de juego, ha despertado cierto interés por parte de los ciudadanos, sobre todo, jóvenes, un fenómeno que viene acompañado con el también cambio generalizado en el perfil del espectador. Las imágenes de los partidos reflejan que este ahora también es joven y mixto; con una presencia de la mujer en el frontón cada vez mayor, tanto en la cancha como en el graderío. Aunque el fenómeno tiene un carácter generalizado y se haya acentuado tras la pandemia, en la comarca también ha ocurrido de forma similar en términos de interés y expectación.
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Ya sea resultado de la casualidad o causalidad, lo cierto es que este fenómeno no se comprendería sin la pasión y dedicación que Xalton Zabala y Aniceto Lazkano han demostrado para preservar este deporte. Estas dos figuras, al igual que todas las personas que han formado parte en la creación de cantera local y en el impulso del talento en los distintos clubes y escuelas de pelota de la zona, se han vuelto imprescindibles y destacan por su compromiso y contribución.
Amezketa no alcanza la cifra de un millar de habitantes y durante décadas, al igual que muchas otras pequeñas localidades, no ha contado con más oferta deportiva que la del frontón, donde además no le han faltado referentes en los que fijarse. La historia de este pueblo está estrechamente ligada a Zazpi Iturri, un club y escuela de pelota con una trayectoria de 48 años imposible de resumir en tan pocas líneas.
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Ubicada en un local contiguo al antiguo frontón y el busto de Fernando Amezketarra, se encuentra su sede, un antiguo establo convertido en sociedad que cuelga con orgullo los trofeos y medallas que han elevado su nombre junto con la camiseta roja de su hijo pródigo, Jokin Altuna, un pelotari único, que desde sus primeros pasos en todas las categorías ha brillado con luz propia y que actualmente dirige la escuela.
Se fundó como sociedad cultural y deportiva en 1975 de la mano de 166 socios, que funcionó como Comisión de Fiestas, de Cultura, de Baserritarras e incluso de Urbanismo. En pleno apogeo del nacionalismo vasco y la creación de la ikastola, Zabala, alma máter del club y entonces responsable del área deportivo, recuerda que fueron años convulsos y complicados marcados por el franquismo y la moralidad. Durante un período de doce años, el pueblo experimentó un vacío cultural devastador: habían prohibido la talai dantza, los bailes al agarrado en las verbenas de verano los domingos, así como los partidos de pelota en el frontón antiguo, mientras que la mili y las oportunidades de empleo en ciudades cercanas habían dejado a la localidad 'rota', sin apenas población joven. «Tuvimos que hacer mucho trabajo comunitario. Entre otras costumbres y tradiciones, uno de nuestros objetivos fue revivir la pelota», recuerda.
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El club se inició en el atletismo y el ciclismo, y en sus primeros años destacó por su equipo de fútbol, pero terminó recuperando la pelota, que había desaparecido e históricamente había destacado por sus campeonatos. La afición de Xalton por este deporte en particular se convirtió en su oficio. La labor de quien fuese responsable de la escuela y entrenador durante 44 años hasta 2019 y ojeador de la empresa eibarresa Aspe era tan reconocida que muchos de los niños del entorno escogían Zazpi Iturri para seguir jugando cuando ya no tenían más posibilidades en sus pueblos.
Altuna III, Jaka, Irribarria, Erostarbe o Tolosa, entre otros, fueron pulidos en sus etapas de formación por sus manos, y mantiene en su recuerdo cada uno de los partidos, tantos y momentos vividos haciendo frente al frío de su querido Larrunarri. «Recuerdo que tras ganar la final de fútbol en Amaroz contra el Arsenal tolosarra entré por casualidad al Beotibar y vi que Azkoitia y Beasain estaban jugando la final del Interpueblos de Gipuzkoa de cadetes, juvenil y sénior. En aquel momento pensé que tenía que enfocarme en la pelota y empezar a enseñar a jugar a los niños del pueblo. No había cantera, ni un profesor que enseñara… Y así empecé a acudir con una pelota al patio en los recreos. Mi trabajo ha sido la militancia. El pueblo tenía ciertas necesidades y las atendí», afirma. Poco a poco, en la década de los ochenta la escuela fue haciéndose un nombre y obteniendo títulos en campeonatos, hasta que los entrenamientos pasaron a realizarse en el nuevo frontón Larrunarri, inaugurado en 1989, año en el que Joxean Tolosa se proclamara Campeón Manomanista. «Fue un boom y el nuevo frontón nos dio un gran impulso», añade.
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Beotibar ha sido 'txoko' del exmanista profesional Aniceto Lazkano, quien debutó en 1973 de la mano de la empresa de mano Eskulari, época en la que recuerda se jugaban más festivales y partidos. El ibartarra, que comenzó a dar sus primeros manotazos en la pared de la ermita de su Izaskun natal y vistió de blanco a los catorce, calcula haber jugado un total de 311 partidos en este frontón durante los doce años que se mantuvo en dicha empresa. Más tarde, se incorporó al equipo técnico de Asegarce, actualmente Baiko, donde se dedicó a la formación de jóvenes y la preparación de numerosos pelotaris durante otros doce años hasta su jubilación, donde por sus manos pasaron, entre otros, Artola, Peña II, Albisu o Urrutikoetxea.
Se dice que este tipo de estrellas surgen cada diez años. Ambos consideran que en el futuro cercano será difícil que se repita un fenómeno similar. Observan que el vínculo con la pelota se rompe en muchos casos. La mayoría de los niños y niñas que comienzan a jugar a pelota la abandonan alrededor de los 12 años y optan por cambiarse al fútbol u otros deportes, en ocasiones compaginándolos, aunque todavía en los pueblos pequeños o rurales se mantiene mejor la tradición debido a que las opciones deportivas y de ocio se reducen en comparación con las grandes ciudades. Sin embargo, en un pueblo del tamaño de Tolosa, con casi 20.000 habitantes, también resulta complicado mantener la dinámica. Un ejemplo, según Lazkano, es que al no contar con suficiente representación en categorías superiores, no consigue sacar un Torneo Interpueblos de Gipuzkoa. Ante la «dureza» inherente a un deporte que puede considerarse «solitario», opina que es «esencial» trabajar en el fomento y la retención de menores de 14 años en esta disciplina. A pesar del auge, ambos coinciden en que la pelota en general ha experimentado épocas más prósperas; con más fichas, partidos y festivales, más fuerza de las federaciones, el Campeonato de España se organizaba directamente desde las federaciones... En ese sentido, coinciden en que la situación de los clubes también es distinta.
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En una extensión de 333 kilómetros cuadrados y 28 municipios, actualmente, Tolosaldea alberga 12 escuelas de pelota oficiales que mantienen su actividad, en ocasiones fusionándose e incluso aumentando la presencia de más localidades de cara a torneos y actividades puntuales. Esta cifra contrasta con las más de 20 escuelas de las 38 que existían en el territorio en el pasado, pero al mismo tiempo destaca la colaboración, el esfuerzo y la dedicación de los habitantes de los pueblos pequeños, en su mayoría desinteresada, para preservar esta tradición.
Xalton destaca que la baja natalidad tiene un impacto significativo en las comunidades rurales, pero también en la continuidad de deportes como la pelota, ya que es difícil mantener la cantera. Este fenómeno se refleja claramente en Amezketa, donde niños y niñas se ven obligados a cambiar de localidad a los 12 años, con el fin de continuar sus estudios, cuando en una época anterior la partida ocurría a los 14 años. «Dos años de diferencia hacen mucho. En Alegia la presencia del fútbol es mayor y eso te quita directamente casi a la mitad de los niños que juegan a pelota. En los pueblos pequeños, los frontones son prácticamente la única opción deportiva disponible. En Amezketa tenemos tres y con el de Ugarte cuatro. Esto significa que, si alguien desea jugar a pelota, tiene la oportunidad de hacerlo», recalca.
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El frontón ocupa un lugar especial en este deporte, pero el amezketarra hace referencia a que la comarca es un fenómeno digno de analizar. «Hemos tenido buenas referencias; antes se jugaban más partidos, se organizaban más festivales, los cuadros también eran más antiguos, pero tiene mucho mérito que hayan salido pelotaris en localidades sin frontón como Altzo (Unsain), Abaltzisketa (Otamendi), Lizartza (Goikoetxea), Alkiza (Aranzabe), Izaskun (Lazkano) o Irura (Gabellanes). Puede que no llegaran a ser figuras como en las que se han convertido los jóvenes de ahora y no contaran con los medios de hoy, pero tiene un gran valor. Un fenómeno aparte».
La afición entre los jóvenes ha resurgido, estos se han vuelto a interesar y reenganchar a la pelota, gracias a la emergente generación de pelotaris locales y a la abundante presencia de figuras de referencia. «El pelotari va madurando a medida que envejece, claro, y el aficionado busca nuevas referencias jóvenes. Hemos tenido la suerte de contar con una hornada muy joven. En el caso de Jokin, debutó con 18 años, y en tan solo un año, demostró un alto nivel. Son jóvenes y todavía la gente los seguirá mientras envejezcan. Me parece que concretamente él como pelotari también ha influido y ha caído bien al público, dando pie a la generación de una especie de 'Altunamanía'. Influye también la juventud de los mismos y que la pelota es un deporte noble en el que vas a presenciar un 'enfrentamiento' que se queda en ese instante y no traspasa el frontón ni la amistad entre ellos», apunta Xalton.
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Sin embargo, la tradición ocupa un lugar destacado, y coinciden en que la pelota es un deporte que en la mayoría de los casos se «hereda» en casa. En ese sentido, Zabala afirma que el papel de los padres y las madres es crucial.
Aniceto Lazkano destaca la «fuerza» de Artola; la «técnica» y el «carácter pelotari e inteligente» de Altuna, considerándolo «uno de los más completos» en las tres modalidades de mano. Cree que Peña tiene un «gran futuro» que se consolidará con los años. También elogia la «técnica» y «precisión» de Jaka, catalogándolo como «uno de los mejores rematadores en los tres primeros cuadros», mientras que Tolosa, a quien describe como «muy pelotari», realizó un «gran campeonato el año pasado». Por su parte, Xalton Zabala pone en valor la «capacidad de Tolosa para trabajar desde el rebote», «lamenta» no haber conocido a un «Artola como zaguero» destacando su «golpe», que le permite «sacar la pelota más fácil que el resto». Menciona la «elegante zurda» de Peña, y el «carácter de absoluto killer y rematador» de Jaka. Por último, describe a Altuna como «maestro en todos los sentidos», analizando «minuciosamente» cada uno de los aspectos de los partidos, y remarca el «trabajo y la preparación que realiza antes de cada cita, bolígrafo en mano».
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