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Oiartzun había cobrado 64 de los 66 tantos posibles en la suma de los tres partidos de la final del Interpueblos y estaba en un ... tris de perderla ante Zaldibia. El tercer y último partido, el decisivo, se acercaba a su desenlace después de sumar cada equipo una victoria en los dos anteriores. Oihan Etxeberria, recuperado a tiempo del dolor en el hombro izquierdo, y Unax Landa disponían de un solo tanto de ventaja, 21-19, ante Alex Sukia y Aitor Elizegi, voluntariosos y tenaces como todos sus compañeros de escuadra. Tenían solo tres oportunidades en la recámara,
Tan factible era el tercer título consecutivo y cuarto alterno de Oiartzun como el primero de toda su historia de Zaldibia, lista para obtener el máximo rendimiento de sus aptitudes. Sukia y Elizegi salvaron la primera pelota de campeonato y subieron el 21-20 al electrónico del Atano III de Donostia, con ambas aficiones volcadas con sus pelotaris. La emoción predominaba sobre todo lo demás. No había tiempo ni ocasión para gozar de buenos pelotazos o de remates. Primaba el resultado.
Alex Sukia recuperó el saque y puso en juego la pelota que más les convenía, muy diferente a la excesivamente viva de los oiar-tzuarras. Con ella hicieron daño y marcaron la diferencia gracias a la pegada entre el 2-7 adverso y el 16-7 favorable, en la fase del encuentro en la que Landa se encontró cómodo. Firmó un rebote de derecha. Estuvo a punto de meter un zurdazo en la puerta del vestuario y Elizegi no pudo devolver de volea otro zambombazo con visos de botar a la altura del cuadro ocho.
Oiartzun veía amenazada una renta que llegó a ser de nueve tantos. La pareja zaldibiarra tuvo el mérito de no darse por vencida en ningún momento. Confió en sus posibilidades, en la devolución a la cancha de una pelota sin tanto recorrido. Creyeron en sí mismos y estuvieron a punto de consumar la remontada.
Oihan Etxeberria y Unax Landa saltaron de alegría un segundo después de conseguir la victoria. Sus compañeros de equipo, el delegado Asier Retegi, acompañantes habituales del equipo y seguidores saltaron a la cancha a abrazarles. También algún familiar. Por fin se habían liberado la presión del favorito que les ha acompañado de inicio a fin durante la presente edición, más complicada de lo que muchos presagiaban.
Sukia y Elizegi, más veteranos, agradecieron a la afición de Zaldibia el apoyo demostrado durante todo el partido mientras masticaban el disgusto por la ocasión perdida. Nunca se sabe si volverá a presentarse. Si la juventud sigue empujando, les corresponde seguir en la brecha.
Al igual que en la final del año pasado, Asier Retegi hizo uso de nuevo de su llave maestra. Subió de categoría al juvenil Oihan Etxeberria, que en cuartos de final y semifinales había intervenido en partidos de su categoría. Y recuperó para la causa a Landa, ausente en todos los compromisos anteriores primero por un fuerte esguince de tobillo y después por el estado de su mano derecha. Las parejas sénior de Oiar-tzun no había ganado ninguno de sus cuatro partidos precedentes. La primera victoria llegó en el último, cuando era imprescindible.
Los seis pelotaris zaldibiarras que saltaron a la cancha hicieron honor a la patrona del pueblo, Santa Fe. Mantuvieron la convicción desde el primer pelotazo hasta el último.
Los primeros en demostrar fe inquebrantable fueron sus cadetes, Suhar Mantzizidor y Aetz Lopez. Caían 21-15 a manos de Aitor Etxeberria y Unai Zelaiaran, quienes habían jugado con las ideas claras. Cargó el juego atrás el delantero a base de dar velocidad a los pelotazos con la derecha. El zaguero aportaba seguridad y trabajo. Sufría Lopez en el bando zaldibiarra. Se le acumulaba el trabajo y le funcionaba mejor la zurda que la derecha.
Intervenía poco el todavía infantil Mantzizidor... hasta que tomó protagonismo después del 21-15 en contra. El chaval dijo aquí estoy yo. Cuatro jugadas suyas apretaron el marcador (21-19) y tres tantos de saque seguidos dieron la vuelta a la tortilla. Dejaron a Oiartzun sin margen de error.
Manex Olaiz y Mikel Leonet cumplieron los pronósticos y arrollaron 22-4 a Aratz Aranburu y Jokin Mendizabal para empatar a uno y propiciar el incerto y emocionante desenlace.
Etxaordinario ambiente en el Atano III. Entre 1.200 y 1.300 espectadores disfrutaron de una bonita tarde de pelota. En las butacas de cancha apenas quedaron libres cincuenta. Los seguidores de Oiartzun, de rojo, como su equipo. Los de Zaldibia, de azul unos y de gris otros, color de las camisetas del club Gaztelupe. Familias. Abuelos, padres, hijos, nietos. En el piso de arriba, los más jóvenes, incansables. La final del Interpueblos de Gipuzkoa es un evento deportivo a conservar y cuidar.
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