La gente en general admira a Rafa Nadal. Los que estamos dentro del tenis le admiramos más todavía. Hace muchas más cosas bien de las que se ven. Es increíble lo que está consiguiendo y cómo lo está consiguiendo. Ganar 12 veces en Roland Garros es una barbaridad. No creo que nadie consiga igualar esto nunca. Es algo sobrenatural y espectacular.
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El comienzo de la final fue trepidante por los dos lados. Ritmo altísimo, bolas con peso y muy altas, golpes profundísimos, poquísimos fallos y puntos brillantes. Los siete primeros juegos fueron de lo mejor que he visto en mi vida. Curiosamente, tras el break perdido Rafa reaccionó muy sólido y se llevó el primer set. El final del segundo fue quizá el único lunar en el juego de Rafa. Se despistó un poco y se le fue el último juego tontamente. Ahí le dio un poco de aire al austríaco.
Ahora bien, a partir del tercer set Rafa mantuvo el nivel y se metió un poco más en la pista, mientras que Thiem pinchaba de cabeza y de juego, sufriendo un bajón importante. En el cuarto, el centroeuropeo continuó luchando, llegando a tener varios break points, pero Rafa se los ganó sin esperar al fallo de Dominic. Eso fue la puntilla y la apisonadora de Nadal pasó por encima del austríaco hasta el final.
Este año, tras el comienzo de la temporada de tierra batida, poca gente pensaba que Nadal podría volver a ganar en Roland Garros. No venció ni en Montecarlo ni en el Godó ni tampoco en Madrid. Cayó en semis en los tres. Su juego ofrecía muchas dudas. Pero en Roma todo cambió y apareció el gran tenista que todos conocemos. Su trabajo y su capacidad de mejora empezaban a aflorar. Desde Roma su juego incluyó varias mejoras. Comenzó a alargar mucho mas la bola. Incorporó un revés botón, largo, liftado, aparentemente defensivo que hace muchísimo daño. También desde Roma consigue muchos más winners con el revés que nunca, y poco a poco, en las primeras rondas comenzó a moverse mejor.
En Roland Garros dio una vuelta de tuerca más a su juego y empezó a atizarle de derecha con un peso y velocidad brutales. Esa derecha marca la diferencia. Nadal sabe que ya no es tan resistente como cuando era más joven. Por ello intenta acortar los puntos lo cual no es nada fácil, sobre todo en tierra. Esto hace que suba mucho más a la red, y aquí hemos descubierto que tiene una volea espectacular, comparable a la de cualquier gran jugador de pista rápida.
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Y aunque lo voy a decir en último lugar, creo que lo más importante es su intensidad y su cabeza. Es el mejor deportista del mundo en muchos aspectos: sus ganas de ganar, saber sufrir, su frialdad mental en los momentos importantes, su capacidad para interpretar los partidos, el conocimiento de sus rivales, su humildad para asumir las derrotas, su capacidad de adaptación a pistas, situaciones, metereología... Estamos ante alguien muy especial. Disfrutémoslo. Chapeau Rafa.
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