![Wimbledon no da la talla](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/pre2017/multimedia/noticias/201606/24/media/15187977.jpg)
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DANIEL ROLDÁN
Viernes, 24 de junio 2016, 06:49
Wimbledon. Una de las citas más importantes del circuito tenístico mundial. Templo donde los jugadores buscan forjar su leyenda en la cuidadísima hierba del All England Tennis Club. Y las marcas, obviamente, también buscan estar presentes respetando las rigurosas normas de vestimenta y comportamiento: toda ... la equipación debe ser blanca. En este escenario privilegiado, las grandes firmas que visten y calzan buscan enseñar sus novedades. Pero al departamento de la multinacional Nike que ha diseñado la indumentaria de las tenistas se le ha ido la tijera.
Tanto que ha pedido a las jugadoras que van a vestir sus prendas en el torneo, que comienza el lunes, que acudan al centro que la multinacional estadounidense tiene en el club británico. Les cambiarán sus actuales prendas por otras que confeccionan a marchas forzadas. Nike ha mandado un correo electrónico, según el 'Daily Mirror', a las tenistas con el aviso: «Tenemos que hacer un pequeño cambio en sus vestidos por las reglas de Wimbledon. ¿Podría por favor traerlos a Nike Wimbledon House?».
Algunas profesionales ya tuvieron que hacer malabarismos para mantener quieto el vestido. Porque la prenda, 'Nike Premier Slam', tiene demasiado vuelo y no para quieta. Un saque, y el vestido vuela hacia arriba; un derechazo, y más molestias para colocar la pelota donde la jugadora desea. Alguna jugadora, harta de que el el vestido volara, decidió atarlo en corto. La británica Katie Boulter se colocó un cinturón blanco para que no subiera tanto la prenda durante el torneo de clasificación para Wimbledon, jugado en Roehampton. A la checa Lucie Hradecks tampoco le gustó nada la prenda, aunque su queja está en la largura, o más bien en la cortedad: apenas cubre los glúteos. Ella decidió ponerse unos 'leggings' hasta las rodillas.
El torneo de tenis argumentó que había dado el visto bueno a la equipación por cumplir a rajatabla con el código de color que se exige en Wimbledon. Los vestidos, más indicados para otros menesteres que para la disputa de un partido a tres sets, forman la penúltima polémica sobre los otros usos de la ropa deportiva.
Más allá de las camisetas de fútbol estrambóticas, con dibujos de cerveza, jamones o los nombres de los acérrimos seguidores, en muchas ocasiones se ha intentado fomentar un deporte a través del ropaje. Una de las últimas polémicas fue la imposición a las jugadoras de balonmano playa de jugar en bikini las competiciones.
En España, el Consejo Superior de Deportes y la Federación optaron por dar libertad en los torneos nacionales. También ha habido jugadoras de baloncesto que se han quejado de unos uniformes demasiado ceñidos. Y los chicos no se han librado. En los Juegos Asiáticos de 2010, la selección masculina de waterpolo de Singapur lució la bandera de su país en los bañadores. Los diseñadores no se dieron cuenta de que la media luna, tan habitual en los países islámicos, caía justo sobre la entrepierna. Al Gobierno de la ciudad-estado le dio un síncope.
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