Manu Alvarez
Viernes, 2 de octubre 2015, 18:56
Si todo discurre tal y como está previsto en la hoja de ruta, a mediados de noviembre Euskaltel habrá dado un salto de gigante para crecer de golpe casi un 70% en su volumen de negocio. Claro que un salto de este tipo no sale gratis y en este caso costará desembolsar 852 millones de euros y asumir un endeudamiento adicional de 300 millones más. La empresa vasca, que nació gracias a un pacto político y ha crecido de la mano de un indiscutible éxito comercial y una gestión más que notables, ha puesto rumbo a Finisterre para adquirir la firma R. Una operadora que trabaja únicamente en Galicia. Esto es, una copia de Euskaltel, pero en gallego.
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R Cable y Telecomunicaciones, la empresa que Euskaltel va adquiririr es aproximadamente dos terceras partes de la vasca en la mayor parte de sus actividades. La fusión de ambas compañías generará una operadora de 715.000 clientes de red fija -voz, internet de banda ancha y televisión- y unos 650.000 de telefonía móvil. La facturación conjunta se situará en unos 570 millones de euros anuales y su Ebitda -el resultado antes tener en cuenta las amortizaciones, el impacto financiero y los impuestos- alcanzará la cifra de 260 millones anuales.
La moda de las fusiones
Las fusiones tienen razones teóricas para encontrar una justificación y también son una moda. Crecer genera economías de escala teóricas. Se reducen los gastos de estructura y se ahorran costes en compras. Pero también es cierto que suelen responder a movimientos sicológicos no suficientemente explicados. Probablemente estemos en una mezcla de ambos planos. Y ello porque la operación de Euskaltel se produce después de que se haya desatado en España una auténtica fiebre por la concentración de las operadoras de telecomunicaciones, de la misma forma que hace algunos años el foco estaba justo en el lado contrario: forzar el nacimiento de nuevos competidores. Pero en lo que va de año, Vodafone ha anunciado la compra de Ono y Orange la de Jazztel. Donde había cuatro, ahora hay dos.
La decisión de Euskaltel tiene, sin embargo, algunos componentes diferentes a los que han forzado las operaciones de concentración anteriores. El negocio evoluciona a la velocidad de la luz y si bien en el pasado lo que estaba de moda era la especialización -la separación clara este operadores de fijo y de móvil-, ahora lo que prima es la oferta conjunta, la solución completa: fijo, móvil, internet y televisión en una misma factura y de la mano del mismo proveedor. Por ello Vodafone, un operador de móvil, se ha animado a comprar Ono, uno con red fija propia; al tiempo que Orange hacía lo propio con Jazztel. Todos quieren vender de todo.
Pero Euskaltel busca tamaño, ser más grande y no diversificar su ofertas, que ya es bastante completa. Y busca un tamaño que sea complementario para conseguir economías de escala. Esto es, conseguir más rendimiento con menos recursos. Aunque el éxito comercial de la empresa es evidente, también lo es que está en un negocio rabiosamente competitivo en el que cuesta mucho dinero y esfuerzo estar montado en la última ola tecnológica. Sin ir más lejos, la operadora vasca aún no ha podido ofertar servicios de acceso de datos en movilidad en 4G pese a que sus competidores llevan tiempo en ello. De ahí que necesita de forma imperiosa dejar de ser una empresa pequeña para ser una mediana y dentro de algún tiempo también estará obligada a dejar ese escalón intermedio para aspirar a ser grande.
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Una apuesta del PNV
Desde su nacimiento hace ahora 20 años, el negocio de Euskaltel ha cambiado mucho y no sólo por razones tecnológicas. Fue el Gobierno vasco -digamos que el PNV para concretar mejor las cosas- quien se empeñó en crear la empresa y la Administración pública vasca también fue uno de los primeros accionistas. Incluso fue también uno de sus primeros y principales clientes, como era lógico. Si eres accionistas de una operadora de telecomunicaciones, puede ser hasta sospechoso que contrates los servicios con sus competidores. Pero ese respaldo público ha bajado muchos grados. No ha desaparecido del todo pero está bastante diluido.
Vayamos a los datos concretos. En la actualidad, Euskaltel comparte con Movistar los servicios de telecomunicaciones del Gobierno vasco, donde la operadora vasca tiene adjudicado el suministro de datos. Aunque es la parte del león -18 de los casi 28 millones de euros que paga la Administración vasca por sus telecomunicaciones-, también es cierto que es un cliente a la baja. En las próximas semanas se adjudicará un nuevo concurso de estos servicios y fuentes del sector ya apuntan que la rebaja de tarifas va a situarse en torno al 50% en comparación con los ingresos actuales.
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El Paramento Vasco también ha puesto en manos de Movistar sus telecomunicaciones, al igual que la Universidad del País Vasco o las diputaciones de Gipuzkoa y Álava. La idea de que Euskaltel gozaba de algo parecido a un monopolio en los contratos de las instituciones vascas es más un espejismo del pasado que una realidad del presente. De ahí que poner rumbo a Finisterre o cualquier otra parte no sea una oportunidad sino una obligación.
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