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Un técnico de SAPA Placencia interpreta los datos en la sala de control del banco de pruebas.
SAPA logra un contrato de I+D con el Ejército de EE UU por valor de 30 millones de euros

SAPA logra un contrato de I+D con el Ejército de EE UU por valor de 30 millones de euros

La firma de Andoain desarrollará la transmisión de los vehículos pesados del futuro

JULIO DÍAZ DE ALDA

Lunes, 21 de diciembre 2015, 07:07

La apuesta decidida por la I+D siempre tiene premio, también en el sector de la Defensa. SAPA Placencia, ubicada en Andoain y con orígenes más que centenarios en la villa armera de Soraluze, ha dado un salto de gigante al adjudicarse recientemente un contrato con el que, sin duda, es uno de los clientes más exigentes del mundo: el Ejército de los Estados Unidos. El acuerdo tiene un valor de 30 millones de euros y es, eminentemente, un desafío en cuanto a innovación e ingeniería.

Especializada en el diseño y fabricación de transmisiones y de generadores y sistemas eléctricos, la compañía guipuzcoana se responsabilizará de las soluciones de movilidad aplicada a la propulsión, dirección y freno de los vehículos pesados, que el conocido como U. S. Army quiere para el futuro. Se trata de alumbrar y desarrollar junto al cliente transmisiones de vehículos pesados que hoy ni tan siquiera existen, de tal manera que la tecnología de SAPA moverá esos prototipos norteamericanos del futuro. Dicha tecnología en materia de transmisiones, propia de la firma y distinta a cualquier otra existente en el mercado mundial, ha cautivado a los ingenieros estadounidenses, que la han preferido ante competidores muy capaces y reconocidos entre los que se encuentran firmas norteamericanas de gran prestigio. Todo un salto de gigante, pues lleva a la empresa andoiandarra a la más exigente vanguardia del mercado de la Defensa internacional.

El contrato tiene una duración de cuatro años. Un periodo durante el que la firma trabajará en varios prototipos junto a otras empresas seleccionadas con el objetivo de crear el vehículo pesado con mejores prestaciones. La elección de SAPA tiene su razón de ser. Y es que sus sistemas de transmisión -basados exclusivamente en engranajes y embragues, muy lejos de los sistemas tradicionales de par motor- permiten un rendimiento muchísimo más elevado y, por tanto, mejores capacidades de movilidad.

Aún más, estas transmisiones -que ofrecen a los vehículos hasta 32 marchas- hacen que el consumo energético sea inferior y se reduzcan las emisiones respecto a los sistemas convencionales. El Ejercito de Estados Unidos -que conocía a la compañía guipuzcoana desde hace ya una década- lo tuvo claro tras unas pruebas de campo realizadas en Sevilla. Ejercicios en los que la capacidad de reacción, de maniobra o de frenado y aceleración sin perder potencia superaron con creces cualquier expectativa.

«Es como conducir un coche», llegaron a afirmar los ingenieros norteamericanos tras probar el novedoso sistema, que también utiliza engranajes para la dirección. Y es que vehículos de este tipo (que superan las 40 toneladas de peso) equipados con transmisiones hidráulicas normales se sobrecalientan, casi se 'ahogan', si se les pide demasiado. El U. S. Army ha decidido que su flota futura deberá, por ejemplo, alcanzar una velocidad punta de 85 kilómetros por hora sin perder por ello prestaciones. Algo impensable hasta ahora y que SAPA sí puede ofrecer.

Únicos en el mundo

La satisfacción en la empresa andoindarra es evidente. Su director general, Javier Estevas-Guilmain, explica, orgulloso, que «nadie en el mundo ha invertido en transmisiones como nuestra empresa». Ahí está la clave. Ahí y «en la cinemática», añade misterioso, para aclarar que, dado el nivel de competencia en el mercado, ha patentado su sistema pero se ha guardado algún as en la manga, dejando parte del secreto en los cajones: «En la patente no se ve todo, claro».

El contrato con Estados Unidos supone carga de trabajo para la firma a corto plazo, sobre todo en los campos de la investigación y el desarrollo. Llegarán, por tanto, nuevos ingenieros a Andoain. Pero el objetivo final, como es lógico, es que cuando el Ejército de EE UU tenga claro qué vehículo quiere cuente con SAPA para la producción en serie. Y, en ese caso, que entra dentro de la lógica, los pedidos y la facturación serían más que notables.

Por ahora, la firma se ha situado en la vanguardia, lo que le permitirá plantearse alianzas futuras para esa eventual fabricación u otros proyectos pues, a buen seguro, ya ha llamado la atención de los responsables de Defensa de medio mundo. Ya ha abierto una oficina en Detroit para atender este importante encargo. Será un despacho meramente técnico y de contacto con el cliente, pues el grueso del trabajo se hará en Andoain.

Del acero al futuro

Estevas-Guilmain pone el foco en que SAPA ha sabido aprovechar la tradición y la experiencia en la que se apoya su historia (en las paredes de su banco de pruebas los operarios lucen orgullosos carteles que reproducen la antigua fábrica de Euskalduna, levantada en 1862 en Placencia de las Armas) para dar después el salto a la tecnología.

«Trabajamos durante muchísimo tiempo el metal, y nos convertimos en expertos productores, pero decidimos pasar de la innovación técnica a la innovación tecnológica», destaca. No ha sido un tránsito fácil. Durante años, trabajaron bajo licencias de terceros países, lo que impedía exportar y conocer realmente la esencia de los distintos productos. Era una empresa experta en la fabricación y el mantenimiento pero no en la concepción o el diseño de fórmulas novedosas. No obstante, con el transcurso del tiempo, SAPA ha sido capaz de transformarse y crecer hasta hacerse un hueco en el mundo.

A comienzos del año 2000, la firma se planteó el gran cambio. Quería manejar los productos desde su concepción. Y apostó por la I+D. El objetivo era claro: generar conocimiento que llevara a nuevas ideas y dominar la tecnología. En definitiva, no depender de terceros, sino ser dueños absolutos de los productos y, por tanto, terminar vendiéndolos a esos mismos terceros.

Desde entonces, la inversión en ese área ha sido creciente. En el inicio, fueron cuatro ingenieros y dos delineantes. Hoy, un 25% de la plantilla (conformada en total por 200 personas) son ingenieros muy jóvenes que trabajan en la definición de las transmisiones y los grupos eléctricos embarcables para vehículos pesados del futuro. Algunos de ellos desarrollan en la empresa sus proyectos de fin de carrera.

Vienen de las universidades del País Vasco y Navarra, aunque también hay algún 'fichaje' de empresas del sector. Trabajan en el llamado PID (Plasencia Innovación y Desarrollo), conocido por la plantilla como 'la sidrería' por su característico techo de madera, que en un edificio anexo a la fábrica esconde los secretos mejor guardados de SAPA. Este centro de excelencia forma parte de la Red Vasca de Ciencia y Tecnología como unidad empresarial.

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