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Luis López
Miércoles, 23 de diciembre 2015, 18:13
2016 se presenta resbaladizo. En la montaña rusa que es el avance de la crisis, la recuperación, sus matices, la vuelta a trás, el sí pero no... En esa montaña rusa, decíamos, el año que está a punto de arrancar viene precedido por una gran ... interrogación. Las previsiones apuntan a que Euskadi y España seguirán creciendo, pero menos que en 2015. Que el paro bajará, pero se mantendrá en niveles preocupantes. Y todo ello en un entorno plagado de incertidumbres a nivel autonómico, estatal, europeo y mundial.
En principio, según los análisis efectuados en el actual escenario y por tanto sensibles a cualquier revolcón en el ámbito político o económico, Euskadi seguirá creciendo en 2016. El Gobierno vasco, prudente, estima que lo hará al 2,5% -la misma proyección que hacen los expertos del BBVA-, lo que supone rebajar ligeramente el ritmo registrado durante el presente ejercicio, que previsiblemente cerrará con un repunte del 2,7%.
Las Cámaras de Comercio, igual que entidades como Laboral Kutxa, son ligeramente más optimistas y apuntan hacia el 2,7% y 2,8%, respectivamente. Y en un punto intermedio se ubican los empresarios vascos: Confebask pronosticó esta misma semana que el PIB de la comunidad autónoma mejorará un 2,6% el año que entra. Es algo menos que la proyección para el conjunto de España (2,7%), pero lo importante es que ya se encadenan tres ejercicios consecutivos de mejoría tras la mayor crisis de las últimas décadas.
Tasa de paro en torno al 13%
Pese a las pequeñas variaciones, todos están de acuerdo en que habrá crecimiento. Y también hay consenso en que eso supondrá un descenso en la tasa de paro -que a finales de 2016 se quedará entre el 13,8% y el 13,2%-. Cosa diferente es analizar cuál será la calidad del empleo, en caída libre como efecto de la crisis tanto por el aumento de la temporalidad como por las rebajas salariales -esta últimas también relacionadas por el bloqueo en la negociación colectiva-.
Que el empleo repunte y lo haga con puestos de calidad dependerá, esencialmente, de que la industria vasca recupere los bríos del pasado. Los reiterados crecimientos de los últimos trimestres no han sido suficientemente potentes para que el sector fundamental cree empleo y afronte inversiones. Los motivos son dos: primero, que la capacidad productiva de las fábricas vascas, infrautilizadas durante la crisis, tienen empuje más que de sobra para asumir el aumento en la carga de trabajo sin más contrataciones. Segundo, porque el repunte económico es titubeante, no demasiado sólido, de modo que embarcarse en inversiones potentes no parece prudente. Además, el futuro aparece emborronado por demasiadas incertidumbres.
¿Qué incertidumbres son esas? Casi infinitas y localizadas en distintos ámbitos geográficos. Hagamos un resumen de lo más cercano a lo más remoto. En España y en Euskadi el entorno político tras las elecciones generales del pasado domingo no invita precisamente a la tranquilidad ni colabora para crear una atmósfera estable; además, a finales de 2016 tocan elecciones en el País Vasco, comunidad autónoma donde la fuerza más votada hace una semana fue Podemos.
Múltiples frentes en Europa
A nivel europeo los frentes se multiplican. Los crecimientos tan tibios de Francia e Italia dibujan una UE de dos velocidades que no ayuda a estabilizar el despertar del continente. Además, la salud política de la Unión se resiente con el florecimiento de partidos antieuropeístas en varios países, en buena medida alimentados por actitudes xenófobas. Porque, y aquí llegan más motivos para la incertidumbre, el Viejo Continente también necesita dar respuesta al drama de los refugiados. Por no mencionar el terrorismo yihadista, que en unas horas puede dar un vuelco a todas las listas de prioridades.
Por último están las incertidumbres a nivel mundial. Son bien conocidas: la ralentización de la economía china, el frenazo de los países emergentes -con especial mención a Brasil-, los precios del petróleo, la política monetaria de EE UU, los conflictos bélicos y los atentados terroristas...
En fin, que el mundo es muy grande y está muy alterado. Y Euskadi, tan pequeño, puede ser agitado o impulsado por decisiones de gente que ni sabe situar a Bilbao en un mapa.
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