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Un veterano operario instruye a una joven aprendiz en una empresa.
La industria vasca y la FP buscan su encaje definitivo

La industria vasca y la FP buscan su encaje definitivo

El 65% de las empresas que necesitan trabajadores con estudios de Formación Profesional reclaman perfiles industriales, pese a que más de la mitad de los alumnos optan por cursar en la rama de servicios. Atraer a las mujeres, el gran reto pendiente

Jorge Murcia

Viernes, 9 de septiembre 2016, 13:42

Más de 143.000 personas conforman las listas del desempleo en Euskadi, pero hay muchas empresas que se plantean acudir a otras comunidades autónomas, incluso al extranjero, para contratar trabajadores. Una paradoja que no es nueva, pero que resulta menos comprensible aún en estos tiempos en los que encontrar un empleo -y no digamos ya bien remunerado- es tarea complicada. Ese desajuste entre oferta y demanda se aprecia en toda su dimensión en la industria, el sector económico con más tradición en Euskadi y probablemente también con más futuro. Pero sucede que el sistema educativo no es capaz de crear una cantera de trabajadores industriales. O al menos, en el volumen que se requiere.

Según un reciente estudio elaborado por Confebask, el 46% las empresas vascas -sea cual sea su ramo de actividad- buscan trabajadores instruidos en la Formación Profesional (FP). Y de esa parte, el 65% requieren perfiles de carácter industrial. El encaje entre lo que se necesita y lo que hay resulta complicado cuando algo más de la mitad de los alumnos de la FP vasca cursan ciclos relacionados con el sector servicios: sanitarios, administrativos, de ocio, etc.

Las iniciativas para cubrir ese hueco del mercado laboral son múltiples, y muchas veces coordinadas, en el plano tanto educativo como empresarial e institucional. El más claro ejemplo de ello es la FP dual, modelo que permite la alternancia de los estudios con las prácticas en las empresas. Pero estas, sobre todo las industrias, se impacientan porque ese acople, que ya se está empezando a producir, resulta demasiado lento. El relevo generacional y la lenta pero cada vez más segura recuperación de la actividad industrial generan más demanda de empleo de la que pueden ofrecer desde los centros educativos.

«A comienzos de la década del año 2000 se planteó, a nivel global, la posibilidad de atraer tanto estudiantes como a trabajadores de otras comunidades autónomas. Y del extranjero», explica Asier Aloria, director de formación de Confebask. El inicio de la crisis económica hizo desaparecer esa necesidad de mano de obra. «Pero ahora es un asunto que vuelve a estudiarse», admite.

10.000 estudiantes más

El pasado año, el viceconsejero de FP, Jorge Arévalo, aseguraba que Euskadi necesitaba 10.000 estudiantes más de la rama industrial para cubrir las necesidades del sector en un futuro muy próximo. El nuevo curso comenzará con aproximadamente un 5% de alumnos más que los 35.000 inscritos el pasado ejercicio, según Julen Elgeta, presidente de HETEL, asociación que reúne a 20 centros de Formación Profesional de iniciativa social de Euskadi. Apenas la mitad (unos 18.000) cursará en ciclos relacionados con la industria. «Hay grados en los que el porcentaje de ocupación puede ser mucho mayor. Son los clásicos: los de fabricacion mecánica, electrónica, mantenimiento Tenemos a la industria desamparada. Y vamos hacia un problema grave. Las pymes necesitan gente cualificada», dice Elgeta.

El sistema educativo y las empresas buscan remedio a esta situación el la FP dual, que este año encara su quinto curso. Se trata de un sistema que combina la formación académica en las aulas con las prácticas en las empresas. Hasta su implantación, el modelo tradicional consistía en, por ejemplo, la realización de un ciclo de grado superior (dos años) en el que el protagonismo casi exclusivo recaía en los profesores del centro de FP de turno. Y sólo en los tres últimos meses del segundo curso se hacían las prácticas en los centros de trabajo.

En la FP dual el primer año se cursa íntegro en las aulas. Durante la primera mitad del segundo año se combinan -prácticamente al 50%- las clases con las prácticas en una empresa. Y en la recta final del curso el alumno sólo pisará el centro de trabajo. Formación y nómina. «El 75% de los que cursan FP dual suelen acabar contratados por la empresa», señala Elgeta. Este modelo -desarrollado a partir de otras experiencias anteriores y consensuado por centros educativos, instituciones y patronal- se puso en marcha en 2012 con 126 alumnos y para el curso que comienza se esperan unos 1.300, que harán prácticas en 750 empresas adheridas.

El curso de especialización

Será este además el segundo año en el que se imparta el llamado curso de especialización, una vuelta de tuerca más en la búsqueda del encaje definitivo entre la FP y la industria. «Se aplica un temario especial, muy cualificado. Por ejemplo, de estampación. Y no tiene por qué cursarse en al centro de FP en su totalidad. Puede ser en otro espacio, como por ejemplo un centro tecnológico. Y lo imparten diversos expertos o profesionales del ámbito de la educación o la empresa», desgrana el presidente de HETEL. «Son cursos dirigidos muchas veces a grandes empresas concretas (Mercedes, Danobat o Tubacex, por ejemplo) o por grupos de pymes de un área de actividad concreta, que deciden qué especialidad necesitan», añade Aloria.

Se trata de exprimir al máximo las posibilidades que un centro de FP tiene para adaptar sus contenidos a lo que les reclaman las empresas. Conviene recordar que el 65% de las materias que se imparten en las clases de Formación Profesional se deciden en Madrid. En lo que quede pueden intervenir las comunidades autónomas. En Euskadi, a través del Consejo Vasco de FP. Y a un nivel más reducido, cada centro puede decidir en función de las necesidades que detecte una determinada empresa del entorno.

El desarrollo de los nuevos modelos de producción, agrupados bajo la nueva etiqueta de 'Industria 4.0' exigen nuevas cualificaciones y espolea la interactuación entre el sector educativo de la FP y las empresas. Pero no solo eso. También puede ayudar, y mucho, a hacer de la FP industrial una vía educativa mucho más atractiva de lo que resulta ahora para miles de estudiantes vascos. Algo «alejado de esa imagen de grasa, de taller, de trabajo físico», como explica Aloria. «Ahora se puede manejar una máquina con una tablet», recuerda.

Es una oportunidad, además, de atraer hacia este ramo de Formación Industrial a la mujer, que aproximadamente sólo representa el 5% de todo el alumnado. «Está muy arraigado el hecho de que las mujeres se decanten por otros ciclos formativos, los relacionados con los servicios. Y es una pena. En mi opinión, es necesario un gran llamamiento público-privado a gran escala, y durante mucho tiempo, para promocionar la FP industrial», considera Julen Elgeta. Para que, en fin, la industria vasca tenga una cantera de la que tirar sin tener que recurrir a refuerzos foráneos.

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