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El aumento de la competitividad se dejó sentir en las exportaciones españolas. En la imagen, el puerto de Barcelona.
La baja inflación salva la competitividad de España en 2016

La baja inflación salva la competitividad de España en 2016

El comportamiento de los precios permitió mejorar el diferencial respecto a la zona euro en siete décimas y en una sobre la OCDE, según los datos del Ministerio de Empleo

David Valera

Viernes, 10 de febrero 2017, 18:05

Uno de los mayores riesgos por los que atravesó la economía española en 2016 fue la incertidumbre política derivada de un Gobierno en funciones. Sin embargo, ese escenario no afectó a variables claves como el crecimiento del PIB, que mantuvo el ritmo del 3,2% que ya había registrado en 2015 (lo que supone casi el doble que la media de la zona euro). Tampoco tuvo impacto en el descenso lento pero constante del paro -se redujo en 541.000 personas y acabó en el 18,6%- ni en la creación de empleo (413.000 ocupados más).

Asimismo, su efecto también fue nulo en un factor clave como es la competitividad, ya que España volvió a mejorar en este indicador frente a la zona euro o la OCDE. Aunque este avance estuvo influenciado en gran medida por factores externos como los bajos precios de la energía que moderaron la inflación y, en menor medida, a la política de tipos cero defendida por el BCE para mantener relativamente estables los tipos de cambio.

Así, el Índice de Tendencia de Competitividad (ITC) de la economía española mejoró siete décimas respecto a la zona euro en 2016, según los datos publicados por el Ministerio de Economía. Una ganancia algo inferior al 0,8% obtenida el año anterior pero que permite sumar tres ejercicios consecutivos en positivo. Este avance se basa en el comportamiento de los precios. Y es que durante 2016 la inflación española -que permaneció hasta septiembre en tipos negativos- fue inferior a la de la zona euro. Una situación que ayudó a la competitividad de las empresas domésticas frente a sus rivales comunitarias. Algo que sin duda se dejó notar en la evolución positiva de las exportaciones, que se mueven en cifras récord con 233.798 millones hasta el pasado noviembre (1,6% más).

Precisamente, el repunte que la inflación registró en enero al situarse en el 3% -dato adelantado- puede revertir la situación al situarse muy por encima del 1,8% registrado en la zona euro en el primer mes del año. Si la tendencia se mantiene, y la previsión de los expertos es que la tasa se sitúe alrededor del 3% al menos hasta mayo por el efecto escalón de los precios del petróleo y el gas, la ganancia de competitividad por esa vía quedará en peligro. En ese caso, el avance deberá producirse mediante la productividad.

El año pasado, sin embargo, no fue tan positivo en la comparación vía precios con el resto de países de la UE al empeorar un 4,5% por la apreciación de la moneda única frente a la de estos países. Un dato que contrasta con la mejora del 4,2% registrada en 2015. La fuerte caída respecto a estos países lastró el dato del Índice de Tendencia de Competitividad (ITC) frente a la UE, que registró una pérdida del 0,5%. Esto supone el primer retroceso desde 2013.

Moderación salarial

Por su parte, la relación con la OCDE terminó con una ligera mejora de la competitividad del 0,1% gracias, una vez más, a la baja inflación que compensó lo que subió el tipo de cambio del euro con respecto a las monedas de los países que componen esa organización (excluidos aquellos con el euro). Sin embargo, muestra una ralentización preocupante respecto al avance del 5,6% registrado en 2015. Asimismo, frente a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) el ITC empeoró un 2,2% por la apreciación del euro.

La mejora de la competitividad es uno de los objetivos del Gobierno, que busca a través de ella impulsar la contribución del sector exterior al PIB. Sin embargo, los sindicatos han denunciado durante los últimos años que las empresas han buscado esta mejora a través de la devaluación interna basada en la reducción de salarios y el amparo de la reforma laboral. Desde las centrales, consideran que la ganancia de competitividad debe lograrse a través de una mayor inversión en la investigación y la innovación.

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