Jorge Murcia
Sábado, 8 de abril 2017, 12:46
Tienen claro que quieren salir al extranjero, y más o menos también que desean volver a Euskadi. Aunque no saben cuándo lo harán. Más allá de encontrar oportunidades profesionales que aquí quizá no encontrarían, cada vez más jóvenes vascos interiorizan la necesidad de trabajar en ... otros países como vía para dar un primer impulso a sus carreras. En los países europeos se valora muy positivamente el mejor nivel de idiomas de los jóvenes vascos respecto a los del resto del Estado, y el potencial de Euskadi en sectores como el gastronómico o el de las biociencias. Y aunque el Gobierno vasco se ha propuesto retener el talento de los jóvenes para que no se vean obligados a hacer las maletas, organismos como Lanbide echan un capote a todos aquellos que se deciden a trabajar en el extranjero.
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El organismo público forma parte activa de Eures, una red europea de cooperación que intenta facilitar la libre circulación de trabajadores entre los 28 estados miembros de la Unión (27 cuando se complete el 'Brexit'), además de Suecia, Noruega, Islandia y Liechtenstein. En el portal de Eures (https://ec.europa.eu/eures/public/es/homepage) no sólo se cruzan las ofertas y demandas de empleo en el extranjero, sino también información útil sobre los mercados de trabajo de los diferentes países de la Unión, así como requisitos legales y consejos prácticos a la hora de trabajar en ellos.
Eures tiene su propio espacio en la página web de Lanbide (http://www.lanbide.euskadi.eus/empleo/-/informacion/trabajar-en-europa-red-eures/), donde se pueden encontrar ofertas de trabajo dirigidas exclusivamente al mercado laboral vasco, aunque también se publican procesos de selección de personal de cualquier otra parte del Estado.
Las últimas ofertas provienen de países como Suecia, Dinamarca e Irlanda. De Oresund -área geográfica compartida por los dos primeros países-, proviene una destacable selección para el sector farmacéutico, biotecnológico y de dispositivos médicos. Oresund está considerado como uno de los más importantes polos mundiales de desarrollo de estas disciplinas. Con sólo 3,7 millones de habitantes, acoge a más de 10.000 compañías de biociencias que dan empleo a 150.000 personas. Allí se enclava el denominado Medicon Valley, donde se ubican 443 compañías, 31 hospitales y 10 universidades. Y quieren importar químicos, investigadores médicos, biólogos, etc. Valoran mucho el potencial vasco en el sector 'bio' vasco (científico, sanitario y tecnológico), uno de los ejes estratégicos sobre los que pivota el desarrollo económico inmediato de la comunidad autónoma.
Por eso la agencia de empleo irlandesa especializada en el sector farmacéutico (Life Science Consultants) se ha fijado en Euskadi para reclutar profesionales interesados en trabajar en aquel país. En este caso buscan trabajadores con un perfil más técnico: ingenieros y otros especialistas de industria con experiencia en el sector farmacéutico, biotecnológico y de dispositivos médicos. Como requisitos imprescindibles están el poseer titulación universitaria y un alto nivel de inglés.
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De ida y vuelta
Se trata de ofertas de trabajo con ciertas posibilidades de mantenerse a largo plazo, aunque el perfil de buscador de empleo en el extranjero que acude a Lanbide se corresponde con una persona joven, recién licenciada o con pocos años de experiencia, que busca impulsar su carrera en otro país para volver a Euskadi. «Cada vez más nuestros jóvenes tienen interiorizado que hay que ir fuera para adquirir más experiencia. Y no sólo hablamos de licenciados, sino que también la gente de Formación Profesional (tanto en grados medios como superiores) se han incorporado a esta manera de ver el mercado de trabajo», asegura Lola Goitiandia, consejera de Eures en Lanbide desde la puesta en marcha del organismo público hace seis años.
La realidad es que una parte importante de universitarios opta por salir de las fronteras vascas para ampliar horizontes profesionales. «Es una consecuencia de que el mercado se ha globalizado, uno de los efectos de este modelo económico es la concentración en grandes multinacionales. Nuestros alumnos son gente potente y se van donde tienen las mejores oportunidades profesionales, donde tienen más proyección», admitía recientemente a EL CORREO el rector de la Universidad de Deusto, José María Guibert. «Si no somos capaces de hacer que en Euskadi tengamos un polo de atracción de talento, los mejores se van y, si los mejores se van, a largo plazo nos vamos a ir descapitalizando porque hemos invertido para que se formen bien. La solución no es fácil, tiene que cambiar el modelo, pero va a ser lento», añadía.
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No es fácil articular una estadística totalmente fiable sobre el número de jóvenes que abandonan Euskadi para residir en el extranjero. Según el Eustat -que coge como referencia los datos del PERE (Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero) que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE)- el año pasado había 3.938 jóvenes vascos de entre 18 y 34 años residiendo de forma habitual en el extranjero. La mayoría reside en Europa y aunque aumenta la presencia de jóvenes en Alemania, son Francia y Reino Unido los países que congregan al mayor número de jóvenes nacidos en Euskadi.
En cuanto a la Estadística de movimientos migratorios del Eustat, en 2014 tan sólo contabilizaba 705 salidas fuera de España de vascos de entre 18 y 34 años. La tasa de retorno -es decir, aquellos que vuelven a Euskadi después de una temporada en el extranjero- era del 43%, mayor respecto a la registrada en el periodo 2011-2013, en lo más crudo de la crisis.
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El Observatorio Vasco de la Juventud aporta más datos que ayudan a configurar el mapa de la emigración joven en Euskadi. Según una encuesta realizada en 2015 por este organismo, una de cada diez personas jóvenes de 18 a 34 años nacidas en Euskadi ha tenido una experiencia laboral en el extranjero y ha regresado. El tiempo medio de trabajo en el extranjero es de ocho meses aunque la mitad ha permanecido menos de cuatro. La mayoría se fue para realizar prácticas, becas de investigación o para vivir nuevas experiencias y aprender idiomas. Sólo un 7,9 % emigró por falta de trabajo.
«La mayoría de los que se van tienen claro que quieren volver. Eso sí, no saben cuándo lo harán», sostiene Lola Goitiandia, quien añade que son pocos los trabajadores «consolidados» que dan el salto profesional al extranjero «salvo que respondan a un perfil muy específico». Porque la mayoría de ellos se topa con la principal barrera que limita los saldos migratorios: el idioma. Una situación ante la que están mejor preparado los jóvenes. Muchos de ellos, no obstante, deciden ir a trabajar a otro país temporalmente precisamente para eso, para mejorar sus idiomas.
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Ese perfil de emigrante tiene sus ofertas específicas, como una de las que aún figura en el portal de Eures en Lanbide: Suecia necesita reclutar en Euskadi cocineros con cierta experiencia (al menos dos años) para restaurantes del sur y de la costa oeste del país con vistas a la temporada de primavera-verano. También se pide capacidad para «trabajar en inglés», y disponibilidad a partir de este mes de abril. La jornada es de 40 horas («a veces más», se precisa) y el alojamiento corre a costa del empleador. «En Suecia están locos con nuestra gastronomía. Hace un par de años ya vinieron a por profesionales vascos. Uno de ellos -una mujer- ganó incluso el Premio Nacional de Cocina de aquel país», recuerda Gotiandia.
Otra oferta de trabajo estacional a la que pueden acceder todos los jóvenes españoles -aunque esté publicada en la página de Lanbide- es la de camareros y camareras para cruceros Disney, puestos destinados a personas mayores de 21 años y con una acreditada experiencia de dos años en la profesión. Las entrevistas se celebrarán en Barcelona el próximo mes de mayo.
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Lanbide también ofrece asesoramiento sobr las ayudas económicas con las que pueden contar los trabajadores o recién licenciados que deseen trabajar en el extranjero. Por ejemplo, 'Tu Trabajo EURES-FSE', proyecto del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) cofinanciado por el Fondo Social Europeo (FSE) da apoyo financiero a desempleados para que realicen entrevistas de trabajo en el lugar de origen de las empresas demandantes (entre 100 y 200 euros). También para el aprendizaje del idioma relacionado con el puesto de trabajo (hasta 1.200 euros), o ayudas a la contratación, que cubren el viaje y los primeros costes de estancia en el país de destino (entre 700 y 1.200 euros).
De estas ayudas pueden beneficiarse cualquier residente legal en su país de origen, sin límite de edad. Además, hay otro tipo de financiación, que corre a cargo de cuatro países concretos (Alemania, Italia, Francia y Suecia) pero que está reservada a menores de 35 años que se desplacen hasta alguno de ellos para trabajar o realizar prácticas de aprendizaje.
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