a. botija
Viernes, 28 de abril 2017, 12:38
Los últimos datos del mercado laboral no han sido precisamente halagüeños, al romper con la tendencia positiva de los últimos meses como demuestra la última Encuesta de Población Activa (EPA), que arroja una subida del paro en 17.200 personas entre enero y marzo y un incremento de la tasa de desempleo, aunque moderado, que la sitúa en el 18,75%. Con todo, lo peor de esta última estadística del INE ha sido conocer la destrucción de 69.800 puestos laborales en este comienzo de 2017. Por eso, comprobar por otros medios que la rotación de trabajadores está en máximos de los últimos ocho años no resulta algo extraño.
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De acuerdo con el llamado índice de dinamismo laboral (IDL) que elaboran de forma periódica la agencia estadística Meta4 y la escuela de negocios IESE, uno de cada cinco empleados cambiaron de puesto precisamente en el primer trimestre del año, lo que sitúa esa tasa de rotación en el 21,7%, cinco veces más alta que la registrada en 2010 cuando ambas firmas comenzaron a elaborarla. Normalmente, según sus autores, los incrementos en esta tendencia suelen reflejar cambios voluntarios por parte de los trabajadores en busca de nuevos retos profesionales, con frecuencia acompañados asimismo de mejoras salariales.
El IDL, que recoge datos de una muestra nacional de 295 empresas pertenecientes a 55 grupos empresariales (que emplean a una media de 51.000 trabajadores y representan a 15 grandes sectores), se calcula a partir de dos componentes: los movimientos de empleados entre puestos de trabajo diferentes y la evolución del número total de puestos de trabajo. En consecuencia, su aumento refleja la diferencia entre el decidido crecimiento de los primeros y el lento incremento de los segundos. Por eso, desde Meta4 y el IESE interpretan que el promedio de trabajadores que cambiaron de destino profesional en este comienzo de año fue de uno por cada 120, frente a uno por cada 600 en 2010.
Sin embargo, el crecimiento de este tipo de rotaciones afecta de manera diferente según la clase de empresa. Así, las bajas voluntarias aumentan, primero, en compañías con plantillas compuestas por altos porcentajes de trabajadores temporales, que comenzaron a dejar sus puestos ya ocho años atrás (2010), cuando aún se desconocía cuando podía tocar fondo la crisis económico-financiera en la que había entrado el país, en consonancia con lo que ocurría en buena parte del mundo.
Desde 2012, no obstante, se observa también una creciente incidencia de las bajas voluntarias en los trabajadores del resto de empresas, quizá debido a una mejora de las oportunidades laborales, lo que incita a la búsqueda de mejores retos profesionales. Claro que para valorar en su justa medida un crecimiento del 17% en el ritmo de cambio de puestos de trabajo desde principios de 2011 hasta hoy hay que considerar también, como reconocen los autores del índice, que esos mismos datos reflejarían que las empresas están buscando y poniendo en práctica cada vez más modalidades de «flexibilización del empleo».
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Pérdida de talento
De hecho, sus expertos apuntan la existencia de dos situaciones distintas que se han ido sucediendo durante este años en el mercado laboral español, incluso superponiéndose en algunas etapas. De un lado, señalan en base a la evolución del índice -en ascenso progresivo desde su estreno en la primavera de 2010, aunque la subida más clara viene registrándose desde principios de 2015, cuando su tasa rondaba el 16%- puede suponer un incremento de mejoras de eficiencia por parte de las empresas, como la existencia de mejores oportunidades para quienes se encuentran temporalmente sin empleo, pero también puede significar un incremento de la precariedad y una creciente rotación de las plantillas, lo que limita a su vez la retención y formación de talento.
Según la profesora del IESE Marta Elvira, responsable de este estudio junto a Stefano Visintin, profesor de la Universidad Camilo José Cela, «siguiendo la tendencia de 2016, hemos observado un incremento sostenido del dinamismo laboral». «Nos encontramos -explica- ante una fase de lenta recuperación económica y del mercado de trabajo en la que las empresas están poniendo en práctica, cada vez más, diferentes formas de flexibilización del empleo». Por eso, ambos insisten en que las compañías se replanteen nuevas fórmulas de retener el talento. «Con un índice de movilidad tan alto, si no mantenemos a los mejores corremos el riesgo de descapitalizar los equipos de la empresa y poner en peligro su competitividad futura», advierten.
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Claro que también hay otros parámetros que confirman la elevada rotación del mercado laboral español. Así, por ejemplo, una encuesta de la firma Furgo -que está especializada en conectar por internet a transportistas de toda España y usuarios de sus servicios- refleja que el 70% de los ciudadanos que decide mudarse de casa lo hace fundamentalmente por cuestiones laborales. Y entre este colectivo, y la mayoría (un 72%) se traslada finalmente a otra localidad del país. A su vez, otro 22% se cambia de vivienda a un país extranjero, siendo los principales países de destino Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia y, ya en menor medida, Sudamérica
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