Competencia sí, desleal ¿por qué?
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Tras las rebajas fiscales anunciadas por Madrid algunos presidentes autonómicos han pedido la recentralización de materias tributariasEl discurso de investidura de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, estuvo centrado en las rebajas fiscales. No es para menos. Una cifra cercana a los 400 millones de euros se quedarán cada año en los bolsillos de los ciudadanos ... madrileños en lugar de engrosar las arcas públicas. Se reducirán los tipos de todos los tramos del IRPF y se aumentarán las deducciones destinadas a proteger a las familias.
Como era de esperar, la oposición ha puesto el grito en el cielo. Los adoradores del gasto temen que los ingresos mermen y que las restricciones impidan el aumento de los gastos, que es lo que a ellos les entusiasma. Básicamente son dos los argumentos utilizados en la crítica. Por un lado, se augura un grave deterioro de los servicios públicos motivado por un menor nivel de ingresos. Por otro, los presidentes de varias autonomías se escandalizan ante lo que consideran una competencia desleal por parte de las autoridades madrileñas y llegan a reclamar (el valenciano Ximo Puig 'dixit') la recentralización de las materias fiscales o, cuando menos, el establecimiento de unos tipos mínimos que todas las comunidades autónomas estarían obligadas a respetar.
Empecemos por esto último. Que la medida madrileña hace la competencia al resto de las autonomías es evidente; que esa competencia sea desleal, lo es mucho menos. ¿Es desleal porque ellos no pueden hacer lo mismo? Evidentemente, no. Ellos también pueden bajar la presión fiscal en sus tramos de competencia. ¿Es desleal porque ellos no quieren hacer rebajas, pero tampoco quieren que los demás las hagan? Pues ese parece ser el caso. Pero aquí se podrían aducir muchas cosas. La primera es que en las diferentes esferas de la administración del Estado se ha hecho siempre la competencia fiscal a diversas escalas. ¿Son iguales los Impuestos de Bienes Inmuebles de los ayuntamientos? Por supuesto que no. ¿Son iguales las tasas de servicios como recogidas de basuras, agua, ocupación del suelo, etc...? ¿Lo son los precios de los parkings y las autopistas públicas..., las tasas universitarias?
Con la llegada de la democracia, el Estado de las Autonomías se forjó al grito de '¡quiero ser diferente, quiero administrarme yo!'. Unos lo pidieron todo y otros casi todo. ¿Por qué ahora se pide lo contrario?
Puestos a desfacer entuertos, podríamos debatir sobre la recentralización de competencias cuya atomización es más lesiva para el Estado, como la educación, o más ineficiente, como la sanidad. En un país de casi 47 millones de personas, ¿de verdad son necesarios 17 planes de estudio diferentes y 17 tarifas sanitarias, cada una con su normativa, su central de compras, etc...? ¿Es bueno para el común de los ciudadanos o sólo para aquellos que han encontrado en la multiplicación de las ofertas de servicios oportunidades laborales y/o de negocios?
Si la medida prometida en Madrid es mala, ¿por qué no dejan que el pacto de derechas se estrelle y así podrán sustituirlo con rapidez? Si es buena, ¿por qué no lo copian? Madrid baja impuestos, ¿pero es peor la calidad de su enseñanza o la de su sanidad? ¿Por qué entonces capta estudiantes y atrae enfermos?
Madrid se ha convertido en un agujero negro que engulle inversiones y personas cualificadas. En 2018 recibió casi diez veces más capital extranjero que Cataluña. En estos momentos, una gran mayoría de los números 1 de las más diversas facultades españolas buscan trabajo y piso en Madrid formando una bola de inercia de materia gris que crece y crece sin parar. Lo cual no es del todo bueno para ellos y es muy malo para los demás.
Siempre se achaca la responsabilidad de ese movimiento al 'efecto capital', pero siendo evidente que la tiene, adjudicársela en exclusiva es tan cómodo como reduccionista.
Madrid ha creado un 'habitat' positivo para el desarrollo personal y favorable para la generación de riqueza y empleo. Y ha conseguido ingresar más con tipos menores. Mientras que allí buscan el crecimiento de la base imponible, en otros lugares se ahuyenta a los emprendedores y se fustiga a los triunfadores con tipos elevados.
Pues eso, si siembras patatas es muy difícil que coseches azafrán.
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