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La directiva de Uniter ha enviado una carta muy importante al presidente del BBVA. Es importante por la entidad de quien la envía y por su contenido. Uniter agrupa a un millar de antiguos directivos del banco. Profesionales de relieve que conocen perfectamente su funcionamiento ... y sus reglas y que guarda en el recuerdo mucho más cariño que inquina. En ella pide al presidente la dimisión de su homólogo en la Comisión de Auditoría y consejero coordinador. Lo primero es una decisión que compete al consejo, mientras que lo segundo recae en la Junta, aunque el interesado siempre tiene la facultad de dimitir, claro está.
La razón de tan grave petición se encuentra en un comportamiento extraño que salió a la luz -muy probablemente de manera involuntaria-, en el curso de la última Junta General. Como les comentamos en su día en estas páginas, el representante de Uniter interpeló directamente al presidente de la Comisión de Auditoría y le recriminó su falta de iniciativa en el caso de los contratos adjudicados a la empresa Cenyt. El consejero se refirió a la reunión de urgencia convocada a mediados de enero, pero no citó la investigación iniciada por el expresidente del banco seis meses antes y reconocida por él mismo en su carta de dimisión publicada el día anterior.
Ante esto surgen muchas preguntas. ¿A través de qué procedimientos y con qué participantes se realizó tal investigación? ¿Cómo es que no la conocía o, si la conocía, como es que no la citó el consejero en la Junta? En el banco se asegura que dicha comisión, de rastro invisible, llegó a la conclusión de que no se había descubierto nada relevante. ¿Cómo pudo hacerlo tan mal? ¿Cómo es posible que seis meses después sea necesaria la contratación de los bufetes de Garrigues, y Uría Menéndez, más varias docenas de auditores de PWC y emplear, de momento, más de tres meses en su estudio, si no había nada? Es así porque estamos hablando de cosas muy serias, de hechos que, de confirmase en el sumario abierto, constituirían delitos graves y variados.
De momento, el primer consejo del año, salvó el primer set con el argumento de la recién estrenada investigación y por el establecimiento del secreto del sumario. La Junta General salvó el 'tie-break' posterior con los mismos argumentos y la dimisión ¿temporal? del expresidente. Han pasado tres meses y medio y seguimos igual. ¿Cómo se salvará el partido? Por el camino se han admitido a trámite las querellas presentadas por los presuntos perjudicados por las escuchas, se ha anunciado (¿filtración, falsa o cierta?) la imputación del jefe de seguridad del banco y se ha conocido la contratación del bufete de Baker&Mackenzie para la defensa penal del expresidente.
Pasa el tiempo y nada se arregla. Más bien todo se complica.
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