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La computación cuántica promete avances revolucionarios en diferentes industrias, pero también plantea desafíos críticos para la seguridad global, desde la amenaza del 'store now, decrypt ... later' (almacenar ahora, desencriptar después) hasta el desarrollo de sistemas de criptografía post-cuántica. Las principales potencias, con EE UU y China a la cabeza, y Europa algo rezagada, están en una carrera contrarreloj para blindar sus datos frente a un futuro donde el cifrado actual podría quedar obsoleto. Aitor Moreno (Vitoria, 1972), responsable de tecnología cuántica de Ayesa e investigador principal de Ibermática Fundazioa, intervino ayer en el foro 'De la Computación Cuántica a la Seguridad' organizado por Ayesa en el Aquarium de San Sebastián. El experto analiza el impacto de esta revolución en la defensa, la soberanía tecnológica y la ciberseguridad.
– Euskadi está apostando fuerte por la tecnología cuántica. ¿Qué papel juega en un panorama dominado por las grandes potencias?
– Euskadi cuenta con centros de investigación punteros, colaboraciones con grandes empresas tecnológicas y una red de talento especializada. La llegada de infraestructuras como el IBM System Two a Donostia no es casualidad, sino parte de una apuesta bien diseñada para estar en primera línea cuando esta tecnología se consolide.
– ¿Qué supone tener en Donostia uno de los superordenadores cuánticos más potentes del mundo?
– Es un paso muy importante porque permite a investigadores y empresas acceder a un hardware cuántico avanzado sin necesidad de depender de simulaciones. Esto acelera el desarrollo de algoritmos y casos de uso reales.
– La cuántica también plantea desafíos críticos para la seguridad.
– Es un problema crítico. El cifrado que hoy protege nuestras transacciones bancarias, comunicaciones gubernamentales y datos personales podría quedar expuesto cuando los ordenadores cuánticos alcancen cierta capacidad. No es ciencia ficción: hay evidencia de que actores estatales y organizaciones están almacenando datos cifrados hoy ('store now, decrypt later') con la esperanza de descifrarlos en el futuro. Si no migramos a sistemas resistentes a ataques cuánticos, podríamos enfrentarnos a una crisis de seguridad sin precedentes.
– ¿Cómo de avanzados estamos en la criptografía post-cuántica? ¿Es una solución viable?
– Se están dando pasos importantes. El NIST (Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de EE UU) está en proceso de estandarizar nuevos algoritmos de cifrado post-cuántico, pero el desafío es implementarlos a gran escala sin comprometer la eficiencia de los sistemas actuales. Además, la criptografía post-cuántica no es una bala de plata: combinarla con tecnologías como la distribución cuántica de claves (QKD) será esencial para garantizar comunicaciones realmente seguras.
– Qué papel juega el QKD en la seguridad del futuro?
– La distribución cuántica de claves (QKD) es una tecnología que permite intercambiar claves de cifrado de manera absolutamente segura, porque cualquier intento de interceptar la comunicación altera el sistema cuántico y lo delata. China ya tiene operativa una red QKD de más de 4.600 kilómetros y en Europa se están desarrollando infraestructuras similares. En España estamos en fase de exploración, pero si queremos mantener la soberanía tecnológica en ciberseguridad, debemos apostar fuerte por ello.
– Hablando de soberanía tecnológica, ¿qué riesgos implica depender de infraestructuras cuánticas extranjeras?
– Es un riesgo enorme. Si Europa no desarrolla su propia tecnología cuántica, quedaremos a merced de actores como EE UU o China, que pueden imponer restricciones o limitar el acceso a sus avances. Tener autonomía en hardware cuántico, algoritmos y ciberseguridad no es solo una cuestión de competitividad, sino de geopolítica.
– En el ámbito de la defensa, ¿cómo puede afectar la computación cuántica al equilibrio global de poder?
– La cuántica es el próximo campo de batalla tecnológico. Un país que logre desarrollar primero un ordenador cuántico funcional con corrección de errores podría romper cualquier cifrado actual y acceder a información estratégica de gobiernos y empresas rivales. Por eso, estamos viendo una carrera silenciosa entre las grandes potencias para alcanzar la supremacía cuántica. No hablamos solo de ventajas en criptografía, sino también en simulaciones militares, optimización logística y análisis de inteligencia.
– ¿Qué impacto podría tener en la ciberseguridad de infraestructuras críticas como redes eléctricas o telecomunicaciones?
– Inmenso. Si un actor malintencionado consigue acceso a un ordenador cuántico avanzado, podría paralizar redes eléctricas, manipular transacciones financieras o interceptar comunicaciones gubernamentales. Las infraestructuras críticas deben prepararse desde ya para la transición a sistemas cuánticos seguros.
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