La crisis de la energía provocada por la Guerra de Ucrania y el alza de los costes ha dejado al desnudo la dependencia energética del País Vasco y ha resucitado antiguos debates. Uno de ellos es el de la posible extracción del gas acumulado en ... el subsuelo de Araba, a través del fracking o de técnicas menos invasivas para el medio ambiente. El fracking, debido a la resistencia del subsuelo alavés, fue explorado en 2009 por el Gobierno Vasco del socialista Patxi López pero acabó denostado y prohibido por ley, incluso la mera exploración de yacimientos, tras sendas iniciativas del Congreso y Parlamento Vasco.
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Pero en el contexto actual, se empiezan a alzar voces, como la del propio Gobierno Vasco y expertos como José Ignacio Hormaeche, director general del Clúster vasco de Energía, que piden analizar las posibilidades que habría de aprovechar este recurso natural que ofrece el subsuelo vasco en una Euskadi con gran peso de la industria y que solo es capaz de producir el 10% de la energía que produce. Luego, en función de ese análisis, ya se decidiría qué técnica se debe emplear.
El lehendakari López, en su día, tenía claro que el método era el del fracking. Casco y gafas de sol en mano, se plantó en la calurosa Texas para observar de primera mano la extracción mediante esa técnica en Estados Unidos. En la creencia de que había encontrado una gallina de huevos de oro, López anunció que en 2010 se perforarían los dos primeros pozos en Euskadi, en la zona de la Llanada alavesa con la tecnología desarrollada por su socio tecnológico, la empresa tejana Heyco, que producía en torno a un millón de metros cúbicos diarios de ese tipo de gas. Un proyecto ambicioso pero costoso. Y con riesgos medioambientales, ya que si las rocas que esconden el combustible fósil están ubicadas a varios kilómetros de profundidad y son muy resistentes, precisaba de agua a presión con aditivos para fracturar la piedra, lo que podía acabar contaminando acuíferos y otros entornos naturales en caso de fugas.
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La oposición ecologista, informes de expertos desaconsejando la aventura y cierta contestación política y social, principalmente de la izquierda abertzale, darían al traste con los planes del Ejecutivo del PSE-EE. «Nos equivocamos», llegaron a asumir. El proyecto se guardó en un cajón y sigue durmiendo el sueño de los justos. Pero la crisis energética actual ha reavivado el debate sobre la exploración del gas vasco. Valga de ejemplo tres frases recientes. La consejera de Desarrollo Económico del Gobierno Vasco, Arantxa Tapia, alertó de que Euskadi no tiene recursos pero precisó que es porque «no se quieren explotar», en alusión al gas bajo subsuelo alavés, mientras «se trae en barcos de Estados Unidos», donde se extrae muchas veces mediante fracking.
Ramiro González, diputado general de Araba, también del PNV, señaló también que «no hay nada más que ventajas en la extracción del gas en Euskadi, siempre que sea posible medioambientalmente y rentable económicamente, aunque ahora no es posible». El director general del ente vasco de la Energía (EVE), Iñigo Ansola, ha añadido que «tenemos gas bajo tierra, una ley frena esta opción pero tenemos un camino para reducir la dependencia». De momento, son declaraciones con la boca pequeña, pero que están poniendo sobre la mesa la necesidad de replantearse el asunto.
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José Ignacio Hormaeche, director general del clúster vasco de Energía, considera, consultado por este periódico, que «primero habría que explorar para valorar el recurso y en segundo lugar analizar qué técnica y con qué nivel de riesgo se debe utilizar para explotar ese recurso, si debe ser a través del fracking o una técnica de fractura menor. Luego ya vendrá el debate sobre qué decisión tomar sobre la técnica adecuada a emplear para evitar la contaminación».
De momento, pese a la invasión de Ucrania acometida por Rusia y las sanciones europeas, barcos metaneros rusos con gas siguen arribando al Puerto de Bilbao con cierta periodicidad. Mientras Euskadi sigue estudiando y promoviendo nuevas energías renovables para reducir la dependencia y los precios, aunque no es un país ni de sol (energía solar) ni de fuertes vientos (eólica). Y es que, según diversos estudios, cada vasco gastaba 930 euros al año en energía en Euskadi y se estima que ahora supera los 1.000 euros, batiendo todos los datos históricos.
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