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Pero es que terminó alguna vez? Pues no, llevamos demasiados años de precampaña electoral y eso es muy nocivo para el país. Los dirigentes se esfuerzan en publicitar sus logros y en ocultar sus errores y, sobre todo, aumentan la apuesta con la promesa de ... que sus decisiones futuras serán aún mejores que las pasadas. Los partidos de la oposición hacen lo contrario. Extreman los errores del Gobierno y difuminan sus aciertos. Para pasar inmediatamente a emular o sobrepasar la generosidad de ese gobierno.
Pedro Sánchez ha empezado el baile por el ritmo más frenético. Va a actualizar las pensiones públicas con arreglo al IPC para que nadie pierda poder adquisitivo, a lo que le seguirá elevar de nuevo el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y todo apunta a que hará lo propio con los sueldos de los funcionarios, con lo cual conseguirá congraciarse con unos 15 millones de votantes.
Pero, ¿debemos recibir la promesa con alegría? De momento no, mejor espere un poco. ¿Por qué? Pues porque debemos recelar de las promesas que implican aumentos enormes del gasto, sin que nos aclaren de donde sale el dinero necesario para financiarlo. El del salario mínimo, está claro, saldrá de las cuentas de los empresarios, lo que quizás les desanime a la hora de contratar. El de las pensiones no pueden salir del sistema que tiene unos déficits mastodónticos que crecen año a año, así que saldrá de los presupuestos o de un nuevo aumento de su déficit.
Es curioso lo que sucede con las pensiones. Sánchez propone incrementarlas de manera proporcional, es decir, subiendo todas el mismo porcentaje, lo que aumenta la desigualdad entre las pensiones altas, que en términos comparativos europeos son bastante altas, y las bajas, que son muy bajas medidas en los mismos términos. ¿Por qué nos olvidamos de la omnipresente búsqueda de la igualdad justo al llegar a las pensiones? Un misterio.
En España, cada pensión conlleva un déficit mensual de 150 euros, que es el resultado de dividir su número total por la diferencia existente entre lo aportado por las cotizaciones y lo pagado por las prestaciones.
Indudablemente la promesa de Sánchez incrementará ese déficit. ¿Le ha oído usted contar cómo va a equilibrar ese enorme desequilibrio? No, no lo ha dicho, ahora no toca. Ahora sólo se pueden dar buenas noticias. Las malas nos las dará cuando pase de gobernar en funciones a funcionar como un gobierno. Si es que tal cosa sucede.
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