«Para decidir en una empresa valen más doce miradas que una»
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Irundin, que fabrica máquinas de embotellado, cree que implicar a toda la plantilla es la única llave del éxitoEquipo. ·
Irundin, que fabrica máquinas de embotellado, cree que implicar a toda la plantilla es la única llave del éxitoEn Irundin ven la botella no medio llena, sino a rebosar. Y es que esta empresa irunesa dedicada a fabricar máquinas de embotellado de vino y otras bebidas como licores, agua o zumos, y hasta vinagre, aceite o suero oral, ha logrado en un año ... duplicar su plantilla. Y poco a poco vende sus soluciones de embotellado, etiquetado y tapado (tapón y corcho) hasta en África. La clave, explica su CEO, Jesús Eguiazabal, un irundarra de los de 'toda la vida' de 55 años, es haber implantado una cultura nueva de empresa en la que todos tienen algo que decir. «Para decidir en una empresa valen más doce miradas que solo una», resume a modo de filosofía de trabajo.
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5,3 Facturación
Unos 5,3 millones facturó el pasado año esta empresa dedicada a la construcción de maquinaria de embotellamiento.
Irundin tomó en 1994 el testigo de la empresa francesa La Girondine, cuya matriz estaba en Francia pero que tenía una fábrica en Errenteria. Muchos de sus empleados sabían hacer máquinas y se juntaron para montar una empresa desde el desconocimiento empresarial, pero no técnico ni tecnológico. En 2020 entró una nueva propiedad para darle un «impulso viendo sus posibilidades en el mercado global». Un salto tecnológico para producir las máquinas que fabrican en su planta del polígono industrial Arretxe Ugalde y que integran todo el ciclo de la línea de embotellado: «limpiamos, llenamos, tapamos, etiquetamos y damos servicios postventa, que es una de nuestras fortalezas», explica orgulloso Eguiazabal. Trabajan para marcas conocidas como Faustino, Beronia, Muga o Marie Brizard.
En Irundin siempre buscan la «excelencia» para el cliente y, a la vez, dan gran importancia a la cultura empresarial e implicar a todos los trabajadores. «Por mucho que la dirección quiera llevar algo adelante, si no está involucrada la mayor parte de la empresa, es muy difícil. Con que una persona o un grupo reducido no lo haga, no tienes posibilidad de éxito», explica el CEO. En este sentido, a Eguiazabal y su equipo gerente les vino «bien» el paso por Fabrika, el centro de alto rendimiento y nueva cultura de empresas apadrinado por Adegi en el parque tecnológico donostiarra de Miramon. «Hicimos un grupo tractor de siete u ocho personas, con un curso de concienciación de qué debemos hacer, otro de capacitación y otro de transformación. Nos quedaría el último, de implantación, donde ya eso capilariza en toda la organización».
'Consciencia' sería la palabra clave de la nueva cultura: «ser conscientes de que lo que dices o haces afecta a los demás. E incluso creyendo que haces las cosas bien, hay otras formas de ver las cosas que no tienen por qué ser peores, sino diferentes». Se trata de «humanizar mucho más la relación. Y esto no es un tema de buenismo, porque a veces hay que tomar decisiones que son duras, pero que hay que tomarlas. Es hacer las cosas de otra forma, donde las personas nos encontremos mucho mejor», incide.
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Siguiendo este hilo, el responsable de Irundin habla de liderazgos compartidos. «Tú puedes tomar decisiones en una organización de forma piramidal, donde lo que yo digo va a misa y punto. Pero para que todos tengan claro el propósito de la empresa, debe ser parte de todos». Por ello, en esta empresa bidasotarra se deciden las cosas de forma consensuada, que «no quiere decir asamblearia. No hablo de eso, sino de que seis miradas son más enriquecedoras que una, y doce, más todavía».
Para completar el ciclo de la nueva cultura implementada, Eguiazabal defiende que hay que ver a los compañeros de trabajo como «personas, no tienen por qué ser amigos, pero sí personas». Y es que en el proceso de Fabrika han compartido «aspectos que son mucho más personales que laborales. Y entonces entiendes mucho más las respuestas que te puede dar una persona en un momento dado, por qué y cómo lo hacen, porque entiendes mucho más a la persona».
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Con esta estrategia, Eguiazabal asegura haber logrado que todo el plantel «estemos muy enchufados e ilusionados» ante un «futuro lleno de expectativas». Incluso en un momento en el que el mercado nacional está algo frenado respecto a la inversión, aunque Irundin también ha dado el salto internacional con unas ventas globales en todo América, el resto de Europa y hasta África, donde han cerrado dos operaciones.
Por el mundo han palpado otras culturas y formas de trabajo. Por ejemplo en África, donde quieren abrir una filial en Túnez que se sume a las que poseen en México o Argentina. «En África, aunque son musulmanes, también hay bodegas que producen vino, agua, aceite...», explica Eguiazabal. Unos proyectos globales que evidencian que esta empresa no se pone límites. Y es que, como se conjuraron aquellos «valientes» que transformaron La Girondine hace ya treinta años, «estamos obligados a tener éxito».
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