El miedo al fracaso y la crisis económica lastran la actividad emprendedora en Euskadi

El índice que mide la iniciativa empresarial cae y se sitúa seis décimas por debajo de la media estatal, mientras que los expertos recomiendan fomentar las vocaciones

Lunes, 12 de diciembre 2022, 06:36

Las crisis económicas no sólo destruyen empleo y aumentan la desigualdad, sino que lastran el espíritu emprendedor de la sociedad. Es una de las conclusiones que se extrae del último 'Informe Global Entrepreneurship Monitor' de Euskadi, correspondiente al periodo 2021-2022, donde se recoge que ... su tasa de actividad emprendedora cae tres décimas –hasta el 4,9%– y se sitúa por debajo de la media estatal –5,5%–.

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Este índice mide todas las iniciativas emprendedoras de menos de tres años y medio que existen en un mercado. Por lo tanto, la tasa del 4,9% que obtiene Euskadi quiere decir que prác-ticamente cinco de cada cien personas de la población vasca de entre 18 y 65 años estuvo involucrada en actividades emprendedoras en la fase central del proceso empresarial.

Además de las consecuencias económicas generadas por la crisis sanitaria, existe según los expertos consultados otro aspecto que juega en contra de promover las vocaciones empresariales: el miedo al fracaso. ¿Pero cómo se puede mejorar en este aspecto? ¿Qué debilidades tienen detectadas desde dos de los centros formativos vascos más relevantes?

Las cifras

  • 4,9% es la tasa de actividad emprendedora vasca, seis décimas menos que hace un año.

  • 5.364 euros es la inversión mediana en una actividad emprendedora en Euskadi.

Almudena Eizaguirre, directora general de Deusto Business School-Executive Education, considera que la vocación empresarial no va a menos en los últimos tiempos en Euskadi, aunque sí que detecta una serie de cuestiones donde hay mucho margen de mejora para que la situación no dé un vuelco. Porque una sociedad sin empresas no tiene futuro. Y como recalcan los que saben, pese a la pena, merece la pena emprender.

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En cuanto a los factores que se presentan como obstáculos, hay varios de diferente índole. Por ejemplo, «el contexto sociocultural, que es clave». Se refiere a la percepción social que existe en la actualidad sobre emprender o trabajar en una gran empresa. Estrechamente relacionado con este asunto, cita la «receptividad de la familia. Es decir, se tiende a pensar que es más seguro trabajar en una compañía de toda la vida que crear una empresa. El riesgo se aplaude menos».

Eizaguirre agrega que existen grandes diferencias sobre cómo se percibe el fracaso aquí o en Estados Unidos. «En Estados Unidos no pasa nada si tu idea fracasa y aquí es todo lo contrario. Pero aquí quiero ser muy clara. La primera iniciativa no suele triunfar. Es mucho más común hacerlo al tercer o cuarto intento. De hecho, ¿qué es más fácil? ¿Acertar con 23 años, recién graduado, o hacerlo cuando llevas diez años de experiencia en una empresa y detectas una oportunidad? Pasado ese tiempo vas a tener más formación, experiencia, madurez, contactos...».

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En Deusto Business School cuentan con una cifra estable de alumnos (350) que se forman para ser empresarios el día de mañana en sus campus de Donostia y de Bilbao. Disponen de un proyecto de emprendimiento dirigido a poner en marcha un negocio y el denominado 'Citizen Bootcamp' (programa de alto rendimiento que condensa contenidos formativos propios de un MBA y los adapta a la realidad de los nuevos emprendedores) y de programas que persiguen impulsar la vocación empresarial. «Cuando alguien viene a contarnos su experiencia, siempre le pregunto en primer lugar que nos hable de un fracaso. Se aprende más de eso que de contar sólo éxitos. Es como sucede con el aprendizaje de la derrota en el deporte».

La financiación

Tampoco cree que la falta de financiación sea un problema de primera magnitud. «En los inicios no es un problema. Sí, a lo mejor, cuando quieres dar el salto de una microempresa a un proyecto más grande», resume. A su juicio, el miedo al fracaso hace más daño. Y donde se muestra más contundente es en «la falta de hambre en la juventud». Asocia esa expresión a una falta de ambición. Desde su punto de vista, una sociedad «acomodada» te lleva a no emprender. Y, pese a que sea una buena noticia vivir en una sociedad del bienestar, «me llama la atención que la máxima aspiración profesional pueda ser la de vivir tranquilos».

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La directora general de Deusto Business School no tiene reparos en señalar al empleo público como una «competencia» en la pugna por atraer y retener talento. No en vano, las crisis empujan a los jóvenes a ser funcionarios. E insiste en la necesidad de crear empresas para generar empleo porque está en juego «la prosperidad».

Desde la Universidad del País Vasco, Aimar Insausti, director de Emprendimiento y Transferencia del Campus de Gipuzkoa, realiza un análisis con claroscuros. Por un lado, avisa de las «dificultades» que en los últimos años tienen las empresas para renovar sus plantillas, especialmente en los perfiles en los que se requieren estudios universitarios. Con todo, en cuanto a la creación de nuevas empresas por parte del alumnado de la universidad, la tendencia es «creciente». Cada vez «se trabaja más» la cultura emprendedora y esto está dando como resultado proyectos empresariales «muy interesantes» surgidos del campus de Gipuzkoa. Sin embargo, «tenemos que ser conscientes de que la creación de empresa en Euskadi todavía está lejos» de otras sociedades como la norteamericana.

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¿Y cómo se puede mejorar en ese área? Desde la UPV creen que es fundamental que las empresas sean organizaciones que más allá del interés económico aporten a la sociedad, y también que sean entidades en las que los jóvenes se pueden desarrollar como profesionales. En este sentido, cree que esto es algo que desde Adegi «se está trabajando muy bien», y «vemos que cada vez más empresas de Gipuzkoa tienen este enfoque». Insausti dice que «hay que seguir profundizando en la Nueva Cultura de Empresa y enseñar a la juventud que ese cambio en el mundo empresarial realmente se está dando».

Desde la propia UPV impulsan el emprendimiento en tres niveles. En un primer nivel organizan diferentes actividades dentro de las asignaturas de grado y posgrado con la intención de impulsar la cultura emprendedora entre el alumnado. En este contexto, se promueven iniciativas en las que se «aprende a crear» infraestructuras, buscar financiación, formar grupos y valorar las posibilidades y los riesgos de proyectos reales.

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El siguiente nivel sería el Programa de Emprendimiento Juvenil, que actualmente está en su sexta edición y por el que ya han pasado en torno a 150 proyectos de los alumnos. Dentro de este programa reciben una formación específica sobre emprendimiento y el apoyo de un 'mentoring' para llevar a cabo su proyecto.

Finalmente, en colaboración con Bic Gipuzkoa tienen el programa 'Entreprenari', que da soporte a la creación de empresas por parte del alumnado, los investigadores o el profesorado.

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