«Fabricar piezas complejas precisa de trabajadores motivados»
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Cadinox produce innovadores componentes para instalaciones con procesos que implican a toda la plantillaCadinox responde al prototipo clásico de empresa guipuzcoana. Una empresa familiar, que va pasando de generación en generación, aplicando la innovación, hasta la inteligencia artificial, a sus procesos de producción de piezas, e internacionalizándose. Y que al mismo tiempo, con la misma habilidad, logra ensamblar ... otras piezas igual de importantes que las que venden: las que componen los 84 empleados de su sede en la pequeña localidad de Belauntza, en Tolosaldea. Un puzle sólido que permite a esta calderería fundada por dos socios en un pequeño taller en la vecina Ibarra en 1966 mantener todos los años facturaciones estables en torno a los veinte millones de euros. Incluso en momentos de incertidumbre global como los actuales por la debilidad económica de Alemania y Francia, sus dos principales clientes internacionales, aunque venden por todo el mundo.
El tolosarra Andoni Isasti, gerente de la firma y miembro de la segunda generación familiar, explica la cultura interna de una compañía que ha saltado de Belauntza a las estrellas, casi de forma literal. Y es que en sus 9.000 metros cuadrados cubiertos en Okobio auzoa, fabrican equipos de más de 1.500 toneladas, tienen una capacidad de elevación de piezas de hasta 60 toneladas, y producen piezas muy grandes, de hasta quince metros, pesadas y complejas, mediante mecanosoldadura a partir de chapa laminada. Algunas de ellas han ido destinadas a equipamiento de la industria espacial, como cámaras de simulación espacial para testear satélites, explica Isasti con orgullo.
26 Millones de euros
Cifra que facturó la empresa en 2023 aunque normalmente suele moverse en torno a los 20.
Se puede afirmar que Cadinox es más que una calderería al uso. Además del corte y la formación de la pieza, se encargan también del mecanizado final para que la pieza esté lista para ser integrada o montada en las instalaciones o equipamientos donde va, pertenecientes a sectores muy diversos, desde sistemas de generación de energía hidro o nuclear, sistemas convencionales o auxiliares, aeronáutica, alimentación o grandes instalaciones científicas. Clientes muy exigentes y que suelen demandar series cortas de piezas y muy singulares, no fabricación a gran escala, lo que obliga a la firma guipuzcoana a pasar de la artesanía a una evolución tecnológica «porque cada vez aportamos más valor añadido y optimización de diseño, con accesorios u otros componentes». De hecho, en Belauntza se emplea ya la inteligencia artificial a través de un software que «parametriza proyectos y, a través de la introducción de datos, replanificar proyectos y tomar decisiones cada vez más fiables». En este sentido, la firma, más allá de la fabricación pura y dura, ha ido integrando procesos y conocimiento para ofrecer intangibles.
Esta finura productiva, con momentos donde puede haber más de cien piezas en diferentes estados de fabricación, conlleva también un ensamblaje de la plantilla. «Hemos desarrollado una filosofía de trabajo que nos permite simplificar todo el proceso de toma de decisiones. El soldador es libre para saber qué pieza tiene que hacer o cuál es la siguiente que tenemos que mecanizar para poder cumplir los plazos», algo importante para mantener la fama de «cumplidores» de esta compañía de Tolosaldea, algo clave para conservar su posicionamiento en el mercado.
Hablamos, por lo tanto, de procesos «que no son cerrados o repetitivos, donde te dicen lo que tienes que hacer y ejecutas, sino que hay parte de creatividad todos los días». Y fabricar cosas complejas precisa de gente «con mucho conocimiento, oficio y artesanía» que siempre «dé su mejor versión, motivados al cien por cien». Y para ello necesitan empleados comprometidos, pero también satisfechos, por lo que colocar bien todas las piezas del puzle humano ha sido siempre un gran reto para Isasti y sus colaboradores más estrechos.
Para ello, tienen relación con Fabrika, el centro de alto rendimiento de empresas ubicado en el parque tecnológico donostiarra de Miramon y apadrinado por Adegi, aunque en Cadinox, desde 2011 iniciaron un proceso de transformación cultural. «Hoy en día tenemos una empresa muy participativa y en las tomas de decisiones importantes todos participan. Hemos construido también diferentes foros, tanto en equipo directivo como otro en el que nos juntamos con los delegados», subraya el gerente.
Se celebran cuatro o cinco grandes «'bileras'» al año. «Reuniones donde tomamos decisiones de temas importantes. Y así la confianza interna es muy alta y los trabajadores saben que no les van a meter un gol, que van a poder dar su opinión y va a ser tenida en cuenta». Unas decisiones importantes en momentos de incertidumbres globales como el de ahora, en el que Cadinox mezcla la tranquilidad de tener proyectos y trabajo para los próximos años con la necesaria y tan guipuzcoana prudencia.
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