Las dos firmas suponen entre un 30% y un 50% del área industrial

El desafío lanzado por Orona y Ulma no es menor. Tanto por lo que supone de movimiento sísmico en el espíritu cooperativista de Euskadi como por la dimensión puramente económica de ambas empresas. Según fuentes oficiales de Orona, el conjunto de las dos compañías supone cerca de un 30% del empleo y la facturación industrial de Mondragon y aproximadamente la mitad de los resultados anuales de ese área.

Y es que ambas cooperativas atraviesan un momento dulce. En realidad, Ulma es un conjunto de nueve empresas, entre las que algunas demuestran una envidiable fortaleza y otras, no tanto. En cualquier caso la suma de ambas representa buena parte del Mondragon fabril, sobre todo en Gipuzkoa.

Orona, que en su cuartel general de Hernani aglutina una universidad y un centro de innovación (Ideo) junto a la propia cooperativa, ha superado con notable alto el impacto de la pandemia. La firma dirigida por Aitor Azkarate, quien relevó a Javier Mutuberria en junio de 2021, se apuntó unas ventas de 799 millones en 2020 y de 832 el pasado ejercicio, en el que logró un ebitda (un beneficio bruto operativo) de 139.

Pero el grupo, presente en toda la cadena de valor en trece países y con ascensores vendidos y en mantenimiento en cien, tiene la vista fija en Europa. De hecho, todos sus esfuerzos se centran en lo que se conoce como Proyecto Orona UE 2030, que estos días sus responsables van a poner en valor en otra tanda de charlas con los socios previstas para preparar la crucial asamblea general del 16 de diciembre.

La firma oñatiarra, por su parte, cuenta con una larga trayectoria empresarial de 61 años. El conjunto de sus empresas factura anualmente más de 900 millones y tiene presencia en 81 países. En 2020 sumó un beneficio bruto de 134 millones.

Más allá de sus números, la duda se cierne también sobre cómo será la relación entre ambas y la Corporación en caso de que en la votación triunfe el 'sí'. Y es que la idea de una cooperativa conveniada con el Grupo, que se relacione con el mismo mediante una especie de pacto revisable cada año, no está clara. De hecho, la propuesta enviada en junio al Grupo partía de la base de que ese pacto se podía dar, o no.