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En pleno debate sobre el aumento del gasto europeo en el sector de la Defensa, la industria guipuzcoana también tiene algo que decir. En Gipuzkoa ... existe un cada vez más fuerte tejido enfocado al desarrollo de I+D+i dual –en torno al 10% de la inversión total en Defensa– en softwares de ciberseguridad de infraestructuras críticas, fabricación avanzada, equipos de comunicaciones, sistemas de mantenimiento, vigilancia e IA. En esta materia trabajan varias firmas con sede en Gipuzkoa, entre las que Tecnalia, Ayesa, Multiverse Computing, Ikerlan o Lortek se perfilan como jugadores importantes. Es lo que Pello Rodríguez, presidente del Grupo Mondragon, ha resumido esta semana en la frase de que «no nos vemos en el ámbito de la balística, las armas y el armamento», pero sí en el de la ciberseguridad o la I+D.
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El propio Gobierno Vasco, por medio de su consejero de Industria, Mikel Jauregi, ha remarcado en las últimas semanas que «la guerra en Ucrania nos ha dado muchas pistas de por dónde va a ir ese sector (la Defensa) en el futuro, con una importancia decisiva de la tecnología digital y la ciberseguridad. Debemos hacer esfuerzos para colaborar en esta línea».
Y es que, más allá de la industria convencional, es en el desarrollo de aplicaciones de tecnologías avanzadas en Defensa donde puede existir un mayor potencial de crecimiento para el tejido guipuzcoano, y a donde se enfocarán las instituciones vascas de la mano de los centros tecnológicos líderes en el sector. Iniciativas como la Plataforma de Tecnologías Estratégicas acompañan a los 1.500 millones de euros adicionales asignados al Fondo Europeo de Defensa para potenciar la capacidad de inversión en este subsector, aunque en este maratón científico Estados Unidos y China se encuentran aún a años luz de Europa. Por ello, en el nuevo plan de Bruselas se desprende la idea de que la única manera de comenzar a reducir esa brecha es a través del fuerte apoyo financiero a las compañías líderes, con el objetivo de que potencien la innovación en IA y computación cuántica.
Dentro de este subsector existe un abanico relativamente amplio de empresas vascas, que van desde la fabricación avanzada a la ingeniería mecánica, eléctrica, electrónica, robótica y TICs. Algunas ofrecen un proceso integral, y otras se enfocan en soluciones concretas relativas a la ciberseguridad. Por ejemplo, algunos centros tecnológicos guipuzcoanos participan en proyectos financiados por la UE para desarrollar plataformas digitales que permitan la reparación y creación de piezas de repuesto 'in situ' mediante la impresión 3D de metal, mejorando así la eficiencia en el mantenimiento de equipamiento defensivo. Otras compañías, como Tecnalia o Ayesa, ofrecen herramientas para la protección de datos, ciberdefensa y toma de decisiones con IA. Multiverse Computing también explora la ciberdefensa a través de la computación cuántica.
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Más allá de este emergente tejido empresarial vasco centrado en el I+D o la ciberseguridad dual (que se puede aplicar a la Defensa pero también a otros campos), se encuentran las empresas vascas más encuadradas en el sector de Defensa más convencional, más consolidadas y con mayor facturación. Las principales son las aeronáuticas ITP Aero y Aernnova, y las de movilidad y terrestres Sapa, la firma andoaindarra de la familia Aperribay, y Sener. Todas ellas sumaron un total de 351 millones en ventas durante 2022, incluidas las plantas que tienen en otras comunidades. No obstante, más de dos tercios de esa facturación, 257 millones, corresponde a ITP, seguido en segunda posición por la andoaindarra Sapa, con 44 millones. La vizcaína Sener vendió productos por valor de 34 millones, y Aernnova cerró 2022 con un balance de 16 millones. Cabe mencionar que las dos aeronáuticas desarrollan, principalmente, herramientas de aplicación civil, por lo que los datos reflejan una limitada parte de su facturación total. En esta línea, el Clúster Hegan, que agrupa a las dos proveedoras, señaló recientemente que espera años históricos de crecimiento, «de hasta el 9,5% por el fuerte empujón de la aviación comercial, la defensa y el aerospacial». Esta sería la radiografía resumida de la industria vasca de la defensa en la actual encrucijada mundial.
«La necesidad es la madre del ingenio, la inversión en seguridad es la partera de la innovación». Esta cita de Eric Schmidt, una de las figuras más influyentes en la integración de la inteligencia artificial (IA) en la Defensa de EE UU, puede servir para trazar el tablero geopolítico moderno, donde la capacidad para progresar mejor y más rápido a través de las tecnologías avanzadas se ha convertido en «la base de la hegemonía de cualquier país». La soberanía digital es una cuestión elemental para la seguridad general de un país, y también para la preservación concreta de infraestructuras de todo tipo, desde las que tienen que ver con la energía, como la red eléctrica o los tubos de gas, hasta el cifrado de datos gubernamentales, los campos de batalla de este siglo. Parafraseando a Schmidt, «ahora, en lugar de depender de la riqueza de recursos naturales o el dominio de una tecnología concreta, el poder de un país reside en su capacidad de innovar continuamente. Y la democracia depende de ello».
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La guerra en Ucrania y el desembarco de Trump en la Casa Blanca puso de manifiesto esta tozuda realidad en Bruselas. La movilización de 800.000 millones de euros es el último y posiblemente más ambicioso intento para reducir la dependencia intercomunitaria a unas elecciones que se suceden cada cuatro años al otro lado del Atlántico. En España, éste sigue siendo un asunto enquistado ya que el país aún está lejos de alcanzar el 2% del PIB en Defensa exigido por la OTAN, ahora está en el 1,28%, según unas estimaciones del Real Instituto Elcano, aunque el presidente Sánchez asegura que podrán cumplir el compromiso «antes de 2029». Ello implicaría un aumento anual de alrededor de 6.000 millones de euros hasta alcanzar los 29.000 millones.
Este esfuerzo servirá, lógicamente, para potenciar consorcios estratégicos de Defensa, como el famoso programa del caza europeo 'Eurofighter', coordinado por Airbus y en el que participa la vasca ITP Aero –ver gráfico adjunto–, o el de los vehículos de combate 'Dragón', para el que la andoaindarra Sapa desarrolla el sistema de transmisión. La inversión prevista para ambos proyectos supera los 4.000 millones de euros. Pero una parte significativa del impulso financiero también recaerá, como apuesta Gipuzkoa, sobre la industria tecnológica dual europea –la que desarrolla soluciones de aplicación civil que a su vez pueden servir como herramientas de protección ciudadana–, estrechamente ligada a la innovación en la fabricación avanzada, y soberanía científica en materias como la IA o la computación cuántica. Un subsector que en ningún caso está referido al de balística o las armas.
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La fotografía en el Estado sigue siendo algo difusa debido al carácter dual de algunas pymes, que desarrollan soluciones de aplicación civil que pueden terminar en la industria militar. El documento más fiable sobre la situación de la Defensa fue publicado por el Ministerio de Industria en noviembre de 2024, pero los datos corresponden a 2022. Éstos se refieren a las ventas directas al Ministerio de Defensa, a los programas internacionales integrados por distintos países y a las exportaciones directas. Durante el año del inicio de la invasión rusa en Ucrania el sector defensivo en España alcanzó una facturación de 7.435 millones, un 13% más.
En el caso de Gipuzkoa, el informe del Ministerio refleja que 182 personas se emplearon únicamente en el sector de la Defensa en 2022, y en Euskadi 510. Estos datos no incluyen el empleo indirecto en la industria, que es la gran mayoría. Según estimaciones del propio documento, la suma del empleo indirecto y directo en los tres territorios oscilaría entre 1.000 y 1.500 personas. Las cifran tampoco contemplan las tecnológicas que desarrollan los citados sistemas duales.
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