
El grupo Ulma va a seguir la senda de Orona y ha planteado ya a sus socios abandonar la Corporación Mondragon para ganar autonomía ... y poder de decisión, según fuentes conocedoras del proceso consultadas por este periódico. La corporación cooperativa ve así en apenas quince días como dos de sus asociados más potentes abren una brecha en uno de los grupos industriales de referencia en Euskadi.
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Las visiones contrapuestas sobre el papel que deben desempeñar estas dos firmas, ambas de éxito, en el seno de Mondragon está detrás de este deseo de salir, que en cualquier caso debe ser ratificado por los socios cooperativistas. En el caso de Ulma, la firma oñatiarra de productos y servicios para distintos sectores de actividad, y con más de 5.500 trabajadores, lleva desde el viernes pasado comunicando a sus alrededor de dos mil socios cooperativistas, vía correo electrónico, que se ha abierto un periodo de votación, aprobado por el consejo rector.
Esta próxima semana arrancan las reuniones informativas en las distintas secciones de Ulma, formada por nueve cooperativas (Ulma Agrícola, Ulma Architectural Solutions, Ulma Construction, Ulma Conveyor Components, Ulma Embedded Solution, Ulma Forged Solutions, Ulma Handling Systems, Ulma Packaging y Ulma Servicios de Manutención). El departamento de comunicación de Ulma no quiso pronunciarse ayer sobre la decisión adoptada, pese a los requerimientos de este periódico.
En el fondo de este paso está el deseo de la firma oñatiarra, con una larga trayectoria empresarial de 61 años, de tener mayor capacidad de decisión, según los medios consultados. La cooperativa Ulma factura anualmente más de 900 millones en ventas y tiene presencia en 81 países. En 2020 logró un beneficio bruto de 134 millones de euros.
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En la convocatoria recibida por los trabajadores de Ulma se habla de «desavenencias» estratégicas entre Ulma y Mondragon. Por ello, añade la misiva, «el Consejo General y el Consejo de Dirección del Grupo Ulma» proponen una salida «positiva» para todas las partes, que sirva para «reforzar el movimiento cooperativo» y la «personalidad» de la empresa.
Una postura similar defiende la empresa de ascensores y elevación Orona, con sede en Hernani (Galarreta), y que, como adelantó este periódico el pasado día 15, también va a consultar con sus asociados la salida de Mondragon. La quinta compañía europea en el mundo de la elevación, con 7.500 empleados y un beneficio bruto en 2021 de 139 millones, someterá a la votación de sus 1.700 socios la escisión de la casa madre antes de que acabe el año, en una asamblea general extraordinaria. Orona vuela en solitario desde hace muchísimo tiempo, manteniendo una relación más bien fría con la Corporación.
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Tanto la dirección de Ulma como la de ascensores Orona de Hernani quieren volar en solitario fuera del paraguas de Mondragon Corporation, como en su día hicieron otras compañías señeras como Ampo o Irizar. Su salida restaría fuerza a la corporación, que ve con inquietud como puede perder a dos de sus principales pilares. Desde Mondragon insisten en que no han recibido «comunicación oficial» de las intenciones de Ulma ni de Orona.
La Corporación siempre ha defendido que quien no esté cómodo en su seno y lo quiera abandonar tendrá siempre vía libre. Sus cooperativas lograron el pasado año unas ventas de 11.404 millones de euros, con unas inversiones de 389,8 millones y un Ebitda de 1.332 millones. La plantilla se situaba en 80.000 personas repartidas en 132 filiales por todo el mundo.
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El movimiento que ahora inician las cooperativas de Ulma y Orona recuerdan en cierto modo a los protagonizados en el año 2008 por las firmas Irizar y Ampo, cuyos socios aprobaron la escisión en sendas asambleas con porcentajes de voto favorables del 75% y el 85%, respectivamente. En aquel momento, José María Aldecoa, que estaba al frente de la Corporación Mondragon (entonces MCC) expresó su «respeto absoluto» a la decisión de las dos empresas. La cooperativa madre ha sabido sobrevivir a estas ausencias aunque ahora se enfrenta a un nuevo golpe si se confirman las dos nuevas escisiones.
En el caso de Ampo, empresa goierritarra dedicada a la ingeniería, fundición y válvulas de alta tecnología, encabezó un nuevo grupo empresarial vasco (Ner Group) de la mano de Koldo Saratxaga, expresidente de Irizar. El modelo de gestión de Ner Group, del que ya no forma parte Ampo, se basaba en dar mayor protagonismo y capacidad de gestión a las personas, en un proceso de abajo a arriba en la toma de decisiones. Igualmente, consideraba necesaria una gran agilidad y flexibilidad en la toma de decisiones, y una configuración organizativa más eficiente.
Irizar, la firma de autobuses de Ormaiztegi, con una filial de autobuses eléctricos en Aduna, Irizar e-mobility, también ha seguido una senda exitosa tras su salida.
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