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Se llaman Andere Basterretxea (Barakaldo, 1988) y Coralie Jehanno (Vannes, Francia, 1982). Fundaron la 'start up' donostiarra Polykey en junio de 2020, en plena pandemia. Y tienen una convicción: apostar por la economía sostenible. Por la economía circular. ¿Cómo? Revolucionando el sector de los plásticos, un bien básico pero que contamina mucho, gracias a la tecnología. Su misión es de hacer de enganche, de intermediarios, entre la investigación y la industria, entre la universidad y la economía real. ¿Qué ventajas prometen? Precios competitivos, materiales de origen renovable y procesos más ecológicos. ¿Y en qué lo notará el ciudadano? En que los plásticos que compren dejarán menos huella en el ecosistema. La principal línea de negocio de esta 'spin off' surgida del Instituto Polymat y la UPV-EHU radica en el reciclaje químico en lugar del mecánico, el más tradicional. «El problema del plástico es que procede del petróleo y acaba como un residuo. Por eso, hemos desarrollado una técnica que aplicamos al principio de la cadena al utilizar recursos renovables –desechos de la industria agroalimentaria, principalmente, denominados biobasados– en lugar de los del petróleo para producir los materiales», cuentan. Es decir, recurren a la materia prima de la naturaleza. «Y buscamos maneras de reciclar los residuos del plástico para darles un valor» agregan.
Y es que la producción del plástico crece desde los años cincuenta del siglo pasado de manera exponencial, pero su tratamiento está sobrepasando al planeta. El ser humano ha fabricado un material con propiedades muy útiles que, por ahora, supone un desafío para la salud y para la Tierra. Se consume más plástico del que se puede tratar y controlar. Según las Naciones Unidas, este material representa hasta el 90% de todos los contaminantes en nuestros océanos. Sin embargo, existen pocas alternativas comparables y respetuosas con el medio ambiente.
Estas dos jóvenes emprendedoras, doctoras en Química, están de enhorabuena porque desde enero son coordinadoras del proyecto Nature-Eid, financiado con fondos europeos y que tiene como objetivo desarrollar plásticos innovadores, reciclables y biobasados para el embalaje. «La idea del proyecto es trabajar con plásticos alternativos, biobasados y que sea fácil de reciclar», detallan. La duración de este proyecto es de cuatro años y está dotado con un millón de euros.
De momento, trabajan en un módulo cedido por el BIC Gipuzkoa en el edificio Joxe Mari Korta, pero ya sueñan con su espacio propio en Miramón. Con sus patentes propias. Con empleados. Apostando por la ciencia. Por la investigación. El futuro es suyo.
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