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La conexión con el trabajo, la forma en la que lo percibimos y el sentido que le otorgamos están cambiando a un ritmo vertiginoso. Se trata de una tendencia socioeconómica de gran relevancia en los países avanzados, que además se ha visto acelerada por la pandemia, y que debemos tener en cuenta al hablar del empleo juvenil. En ocasiones se pone el foco exclusivamente en los jóvenes, llegando a cuestionar su actitud y compromiso, trasladando la imagen distorsionada de una generación acomodada. Un discurso que no comparto, porque obvia que este es un desafío colectivo y solo lleva a eludir responsabilidades.
La autoexigencia individual y el esfuerzo son condiciones indispensables en un contexto laboral tan cambiante y competitivo. Pero a su vez, además de garantizar unas condiciones dignas, nuestras empresas, especialmente las pymes, deben tratar de entender cuáles son las motivaciones y expectativas de las personas jóvenes para ofrecerles un horizonte atractivo y así atraer las capacidades que requieren para ser competitivas.
La necesidad de relevo generacional, intensificada por un contexto de cambio demográfico y la demanda de nuevos perfiles capaces de comandar las grandes transiciones, nos da una idea de la entidad del desafío. En una economía globalizada donde hay una pugna por el talento, no solo tenemos que generarlo, sino también desarrollar proyectos empresariales que permitan desplegarlo y rentabilizar esa inversión que hacemos como sociedad. Seguramente el futuro pase en gran medida por adaptarse a ese escenario, ofreciendo opciones individualizadas y adaptadas a la realidad de cada persona y por asumir un rol más activo en la formación.
En 2020 pusimos en marcha un 'think tank' con más de 20 representantes de empresas, agencias de desarrollo, agentes económicos y del ámbito educativo para abordar esta cuestión. Hasta la fecha hemos realizado más de 15 encuentros de trabajo, fruto de los cuales, con el soporte de expertos y expertas de Mondragon Unibertsitatea, estamos desarrollando proyectos piloto en seis empresas ligados al sentido del trabajo.
Hay motivos para el optimismo. No sabemos cómo van a ser los empleos del futuro, pero sí sabemos que estas transformaciones traerán nuevas oportunidades laborales, y que las empresas van a necesitar, dada la evolución demográfica, personas que tomen el testigo. Desde la Diputación vamos a seguir apostando por legar a las próximas generaciones una economía fuerte y de futuro que garantice su bienestar.
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