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Una de las claves del crecimiento económico que vive España -con un avance del PIB superior al 3% en los últimos tres ejercicios- es la mejora de la competitividad. Una ganancia que se ha producido por dos vías: a través de la moderación salarial y ... por una baja inflación que durante varios meses llegó a ser negativa. Esta evolución se traduce en un alza de las exportaciones, que marcan récord cada mes, y en una contribución positiva del sector exterior al PIB que alcanzó el medio punto en 2017. Esa mejora de la competitividad dio un paso más en el primer trimestre de 2018 al mejorar respecto a los países de la zona euro por primera vez desde 2016.
En concreto, la competitividad de la economía española mejoró tres décimas entre enero y marzo frente a los países que comparten la moneda única, algo que no ocurría desde el tercer trimestre de 2016. Una evolución que se ha basado en que el incremento de los precios en la eurozona fue superior al registrado en España, según recoge el Índice de Tendencia de Competitividad (ITC) publicado por el Ministerio de Economía. Así, mientras la inflación española en marzo se situó en el 1,2%, en la media comunitaria se elevó al 1,4%. Es esa diferencia la que permite una evolución positiva vía precios. En este sentido, desde diciembre de 2016 y hasta noviembre de 2017, la zona euro ha tenido tasas positivas pero inferiores a las de España, lo que provocó una pérdida de competitividad para el país en ese periodo vía precios. A partir de diciembre de 2017 la situación se dio la vuelta y fue beneficiosa para España.
Asimismo, la competitividad también mejoró en los tres primeros meses frente al conjunto de la UE en tres décimas, lo que confirma el cambio de tendencia iniciado el trimestre anterior tras cinco trimestres consecutivos de caídas. Una evolución que fue resultado del comportamiento del índice de precios relativos de consumo, que se redujo un 0,4% interanual, mientras que el índice de tipo de cambio creció un 0,1%, según el ITC.
En cualquier caso, habrá que esperar para ver si esa tendencia se mantiene teniendo en cuenta que el encarecimiento del petróleo amenaza con elevar la tasa de IPC. De hecho, organizaciones como la CEOE prevén que los precios alcancen el 2% en los meses de verano. Por tanto, ese incremento podría tener un impacto en la competitividad de las exportaciones españolas. De hecho, el propio Gobierno estima que si el barril de crudo se sitúa de media anual en los 75 dólares (actualmente roza los 80 dólares) restaría al crecimiento económico siete décimas. Es decir, el PIB avanzaría este año un 2%, en vez del 2,7% previsto actualmente por el Ejecutivo.
Además, el comportamiento del ITC no fue positivo en el primer trimestre de cara a los países de la OCDE. En este sentido, España redujo su competitividad un 4,3%, lo que supone una nueva pérdida de competitividad que continúa la tendencia de los tres trimestres anteriores. Un escenario que es resultado de la «notable apreciación del euro frente a las principales monedas de los países de la OCDE». Es decir, el fortalecimiento del euro perjudicó las exportaciones respecto a los países desarrollados. En el caso de la inflación, la comparación fue positiva para España ya que la tasa se redujo un 0,8% en esos tres primeros meses del ejercicio.
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