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Los últimos datos de creación de empleo del mes de mayo fueron positivos con un incremento de la afiliación a la Seguridad Social de 237.207 personas, el mayor en ese mes de la serie histórica. Sin embargo, si se mira la letra pequeña, de ... los 2.058.400 contratos que se firmaron en mayo, apenas el 9,72% fueron de carácter indefinido. Dicho de otro modo: más del 90% fueron contratos temporales. Y esa dualidad es uno de los grandes problemas del mercado laboral español que han señalado en los informes todos los organismos internacionales como el FMI o la Comisión Europea. Un problema que se agrava entre los jóvenes. De hecho, España lidera la temporalidad laboral en ese colectivo de toda la UE.
En concreto, la temporalidad de los españoles entre 15 y 24 años alcanzó el 73,3% en 2017, una cifra 30 puntos porcentuales superior a la media comunitaria del 43,9%, según los datos del Instituto de Estudios Económicos (IEE) recopilados de Eurostat. De esta forma, España se sitúa en niveles muy superiores a los de países como Francia (58%), Holanda (54,8%) o Alemania (52,3%). Por su parte, entre la tasa de temporalidad más baja está en Reino Unido (14,5%), los países bálticos (entre el 10 y el 6%) y Rumanía, que apenas tiene un 4,1%.
Los datos ponen de manifiesto que la temporalidad, generalmente ligada a una mayor precarización, se ceba con los jóvenes. De hecho, la proporción de temporalidad entre los empleados de 15 a 64 años se situó de media en la UE en el 14,3% el pasado curso. Sin embargo, su tasa se dispara hasta el 43,9% entre los trabajadores jóvenes. Según datos de Eurostat, el año pasado había más de 7,7 millones de jóvenes con un contrato temporal en la región comunitaria.
En España el Gobierno de Mariano Rajoy ha presumido de haber liderado la creación de empleo en la UE durante los últimos años creando prácticamente 500.000 puestos de trabajo al año (lo que no ha impedido que el desempleo siga siendo el doble que la media comunitaria). Esta senda ha logrado reducir en casi veinte puntos porcentuales la tasa de paro juvenil, que ha pasado de un 55,5% en 2013 (sólo superada por Grecia) a un 38,6% en 2017. Sin embargo, el problema está en la calidad de ese empleo. De hecho, entre quienes encuentran trabajo en esta edad, siete de cada diez lo hacen con un contrato temporal.
Precisamente, otro de los problemas tradicionales del mercado laboral es el de la estacionalidad. No es casualidad que los datos de paro de mayo reflejen que la mayor creación de empleo se haya producido en la hostelería con un aumento de 74.642 ocupados. Unas contrataciones relacionadas con el aumento de la demanda en los servicios por el comienzo de la temporada de verano turística. En este sentido, la mayor parte de esos puestos de trabajo concluirán con el fin de la época estival. Ocurre algo lo mismo con las contrataciones por la campaña de Navidad.
Las recetas que ofrecen los organismos internacionales como el FMI son en una reducción de la brecha existente en el coste de contratación de la empresa. Es decir, reducir las cotizaciones sociales que paga el empleador. Sin embargo, parece complicado que el Gobierno tome una medida así en un momento en el que la Seguridad Social tiene un déficit de 17.000 millones y las previsiones son que este ejercicio terminará con un agujero similar.
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