Euskadi afronta el nuevo curso con menos incertidumbres económicas que el año pasado. La inflación parece poco a poco domada pese a la persistencia de conflictos como el de Ucrania o Gaza, y el mercado laboral sigue con buena salud. Pero dar un salto cualitativo ... en la senda de crecimiento del PIB, que avanza a menor ritmo que el de España, precisa de nuevos estímulos. El cambio de dinámica vendrá si, al calor de las bajadas de tipos de interés, las economías de los principales países europeos salen del estancamiento y ello revierte en un despertar de las exportaciones de las empresas vascas. Esta es la conclusión de los cuatro expertos consultados: el profesor de Deusto Business School Guillermo Dorronsoro, el expresidente de Eroski Agustín Markaide, el director de Estudios de Laboral Kutxa, Joseba Madariaga, y el profesor de Economía de la UPV/EHU Josu Ferreiro.
Guillermo Dorronsoro Consultor y profesor de Deusto Business School
El consultor económico Guillermo Dorronsoro es de los que ven el vaso de la economía medio lleno para el nuevo curso. El profesor de Deusto Business School espera que, a caballo de una bajada de la inflación y las consiguientes nuevas rebajas de tipos, se acabe reactivando la economía europea y ello revierta en positivo en Euskadi dando un «impulso» a las exportaciones de las empresas vascas.
El primer paso es acercarse a un IPC del 2%, objetivo fijado en su día por el Banco Central Europeo para acelerar la bajada del precio del dinero y dar respiro a la economía. «La mayoría de los analistas esperan que pueda llegarse a ese objetivo del 2% en el año 2025. El dato de IPC del indicador adelantado de agosto ha sido muy bueno (2,2%, también en la eurozona, y 2,7% para la subyacente), y empezamos a ver por fin la luz al final del túnel», señala Dorronsoro.
El consultor vaticina que el Banco Central Europeo muy posiblemente apruebe una nueva bajada de tipos de interés en su próximo reunión del 12 de septiembre, y ese descenso del precio del dinero «facilitará las inversiones y el consumo que reactivan la economía». Un andamiaje económico que para ser realmente sólido y duradero precisa, según Dorronsoro, de «un entorno de estabilidad y certidumbre», señala con un ojo puesto en los conflictos bélicos en curso en Ucrania o Gaza, y en el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre.
Que el edificio de la economía sea fuerte es importante para las empresas vascas, que son las que más están sufriendo las incertidumbres. «En los últimos meses hemos sufrido el estancamiento de la economía de las locomotoras europeas, Alemania y Francia, países en los que se concentra una parte importante de nuestras exportaciones. Esperemos que la bajada de tipos del BCE suponga un impulso para la industria de estos países, que tendría en Euskadi un impacto muy positivo», concluye el profesor de Deusto Business School. Explica que si la política monetaria logra «animar a las dos grandes economías europeas», el crecimiento del PIB vasco podría no quedar lejos del 2% a final del año.
Otro apartado clave del nuevo curso económico en Euskadi es la reforma fiscal puesta en marcha, que avanza de momento con lentitud. «Un requisito fundamental es la estabilidad, evitar cambios bruscos que eleven la incertidumbre y el ruido. Euskadi lo ha hecho bien hasta ahora y es importante no cambiar ese rumbo. El segundo requisito es que encuentre un equilibrio entre mantener una fiscalidad atractiva para los que saben generar riqueza, y una fiscalidad solidaria para que nadie quede atrás y tengamos sistemas de educación, sanidad, protección social, etc… robustos y adecuadamente financiados», recomienda Dorronsoro, consciente de que su receta es casi «la cuadratura del círculo». «Pero al menos hay que intentar aproximarse todo lo que sea posible», remata.
Agustín Markaide Expresidente de Eroski
El expresidente de Eroski y analista económico, Agustín Markaide, no tiene nada claro que la inflación vaya a reducirse al 2%, sino que la ve más cerca del 3% por los costos derivados de las transiciones ecológicas y la renuncia a comprar suministros a países baratos. Pero sí cree que las bajadas de tipos de interés se traducirán en un ahorro real para las familias y en un balón de oxígeno para las empresas y las economías europeas, lo que cual repercutirá positivamente en el crecimiento de Euskadi y las ventas internacionales de sus industrias.
«A este efecto real de la bajada de tipos se sumará el efecto de las expectativas de futuras nuevas bajadas. La Bolsa recogerá esas expectativas (ya las está recogiendo, a pesar del bajón repentino a comienzos de agosto), los valores de activos financieros con tipos fijos subirán de precio y los proyectos de inversión tendrán mejores perspectivas», sostiene. Un contexto que tendrá «efectos positivos sobre el gasto de las familias y las decisiones de inversión de las empresas y familias, capítulos esenciales del crecimiento económico y del empleo», tanto en el País Vasco como en España, resume Markaide.
El que fuera presidente de la gran distribuidora vasca extiende estos impulsos a las empresas industriales vascas. Y es que esta rebaja de tipos de interés como jarabe para estimular la economía de toda la eurozona, que sigue con claros síntomas de resfriado, debe, en teoría, «suponer un chute de confianza, y menos gastos financieros, para las economías europeas, sobre todo Alemania y Francia, lo que, indirectamente, hará que se reactiven los pedidos a las empresas vascas». No obstante, previene de que «el traslado de la situación del país a los proveedores no es automático» y recuerda otros condicionantes, como las obligaciones derivadas de las transiciones medioambientales y la guerra de aranceles, que también pueden acabar influyendo.
Respecto a la reforma fiscal, Markaide espera un proceso coordinado entre Gipuzkoa, Bizkaia y Araba, en tiempos y contenidos. Lo que no prevé son «grandes cambios en los impuestos principales, salvo en el terreno de bonificaciones o deducciones relacionadas con las prioridades que se han identificado». Y, como deseo personal, «en aras de la sencillez y comprensión de los impuestos, la fiscalidad, en particular los impuestos sobre la renta o sobre sociedades, no tiene por qué abordar tratamientos específicos para todas y cada una de las cuestiones que importan a la sociedad. Hay otros medios, como las políticas de subvención, que pueden ser tan adecuados o más y, adicionalmente servir para evaluar mejor la eficacia de los recursos dedicados y los resultados conseguidos».
Joseba Madariaga Director del departamento de Estudios de Laboral Kutxa
El responsable del área de Estudios de Laboral Kutxa, Joseba Madariaga, se muestra muy prudente sobre la evolución de la situación económica en el nuevo curso porque no ve síntomas de mejoría en Europa. «Las economías de nuestros principales socios no presentan gran dinamismo y ello no augura un buen comportamiento de nuestras ventas en el exterior». Madariaga coincide en que la previsible caída del precio del dinero «es una buena noticia para la economía -familias y empresas- pero no debemos pensar que ello garantiza 'per se' el crecimiento».
Sobre el IPC, el analista resalta «que la inflación sigue una senda de caída en la tasa de crecimiento de los precios tras los shocks que la llevaron a magnitudes elevadas». Pero por el contrario, recuerda, «la mala noticia es que la caída de la tasa de crecimiento es lenta y que todavía el problema no está resuelto. Y no sólo depende de la evolución de los tipos de interés».
A su juicio, «es importante ser consciente de que hasta que los tipos no lleguen al valor de equilibrio (un valor no observable, pero que se estima y que podemos situar en torno al 2%), la política monetaria seguirá estando en modo restrictivo». A esta cuestión debe sumársele el retardo asociado a la política monetaria que hace que sus efectos «no se aprecien inmediatamente, sino algunos trimestres más adelante».
En este sentido, sobre el futuro de las exportaciones de las empresas vascas, claves para el crecimiento económico, Madariaga insiste en que la caída de tipos «no es una condición suficiente como para que se active la economía» y «en estos momentos las cosas no están nada claras. Alemania, el motor y aproximadamente la tercera parte del PIB de la UEM, está en una fase de estancamiento preocupante, con una tasa esperada de crecimiento para 2024 del 0%, tras la leve caída del 0,1% de 2023. Por su parte, la expectativa de crecimiento de Francia para este curso ronda el 1,3%, apenas unas leves décimas por encima de la tasa de 2023. En definitiva, las economías de nuestros principales socios no presentan gran dinamismo y ello no augura un buen comportamiento de nuestras ventas en el exterior». En este contexto, prevé que el crecimiento de Euskadi se basará fundamentalmente «en la fortaleza del sector servicios, por el lado de la oferta, y del consumo, por el lado de la demanda».
Entre las recetas para mejorar la economía está la futura reforma fiscal en la que trabajan Gobierno Vasco y diputaciones. El responsable de Estudios de Laboral Kutxa confía «en que la reforma establezca un marco progresivo e incentivador del crecimiento económico de forma que pueda garantizarse el nivel de bienestar general de la sociedad vasca en el futuro, preservando y fortaleciendo los servicios públicos esenciales».
Josu Ferreiro Profesor de Economía de la UPV/EHU
El profesor de Economía de la UPV, Josu Ferreiro, tiene también una visión prudente de la evolución de la economía vasca a medio plazo. Aunque es de los que piensa que el cambio de ciclo de bajadas del precio del dinero revitalizará el crecimiento del PIB, cree que no será inmediato. «Bajar los tipos de interés es una medida que precisamente trata de ayudar, de impulsar la actividad económica en los países de la eurozona, principalmente Alemania. Pero es muy complicado que a corto plazo, como sería el año 2025, tengan un repunte económico que nos permita a nosotros, a su vez, seguir creciendo gracias al tirón de nuestras exportaciones».Por ello, Ferreiro apunta a que, probablemente, «la economía vasca el año que viene sería también frenada por esa falta de dinamismo de nuestros principales socios. Puede estar un poquito mejor que este año, pero no van a volver a una situación de crecimiento económico sostenido, alto y prolongado».
Por ello, Ferreiro concluye que «la economía vasca se está quedando un poco rezagada. Las tasas de crecimiento son más bajas que las del resto del Estado por la propia composición sectorial». Y además advierte de que el «motor actual de la economía es el turismo, claramente», aunque su peso global en la economía es mucho menor que el que tiene en España. «En las anteriores crisis nos vino bien el tener una industria de gran tamaño porque era un factor estabilizador, pero ahora de repente se nos está volviendo un poco en nuestra contra» por el estancamiento económico de los clientes europeos.
El del crecimiento no es el único reto al que el País Vasco debe hacer frente, en su opinión. La vivienda es otro gran problema que lastra el consumo y a los ciudadanos. Ferreiro cree que el problema no es tanto que estén los tipos de interés altos o que nos cobren por la hipoteca un 3% más o menos. «El gran problema que seguimos teniendo en este país son los elevados precios de la vivienda, que es lo que verdaderamente impide que haya una mayor demanda de vivienda y un tirón en el sector de la construcción». Y claro, el alto coste de adquirir una casa «en relación con los ingresos medios o con los saldos medios de la gente requiere tal esfuerzo para las personas que el hecho de que puedan subir o bajar ligeramente los tipos de interés no va a ser un factor muy determinante, más allá de que efectivamente ayuda a la gente».
Además, Ferreiro sostiene que el objetivo de acotar la inflación al 2% «va a ser más lento de lo deseable. Lo normal es que en 2024 estemos en una cifra cercana al 2,5% y se consiga en 2025». Y ello pese a la reciente bajada de la inflación en agosto. «Pero los datos de la inflación subyacente, que son los que no tienen en cuenta estos factores estacionales o las rotaciones del precio de la energía, han bajado apenas una décima. Desde el 2,7% al 2,6%. Sobre la reforma fiscal en marcha, el profesor universitario no prevé grandes cambios, ya que «hay poco margen de maniobra».
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