Existe un hilo conductor claro en los distintos foros de Finanza realizados hasta ahora, consistente en el papel de la gestión financiera como elemento de competitividad. Una apuesta con la que estamos plenamente alineados desde la Diputación Foral, dentro de nuestra visión: la de trabajar por una economía fuerte que sustente unos servicios públicos de calidad y unos altos niveles de bienestar, de manera que seamos uno de los territorios con menores niveles de desigualdad a nivel mundial. Alcanzar la excelencia en todo lo relacionado con la gestión financiera es un reto crucial para legar a las próximas generaciones esa economía fuerte, que adquiere una especial relevancia por distintas razones, relacionadas entre sí, que trataré de desgranar en estas líneas.

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La primera de ellas parte de la propia realidad de nuestro tejido económico. En Gipuzkoa, el 60% del empleo está en empresas de menos de 50 trabajadores y trabajadoras, un porcentaje bastante superior al de la media de la UE, y muy por encima de países como Alemania. Nos cuesta mucho hacer crecer los proyectos empresariales que tenemos, tanto los de iniciativa emprendedora como los más consolidados, y esta es una situación que debemos tratar de revertir para seguir siendo competitivos a nivel global. Necesitamos músculo financiero y personas con liderazgo, visión de largo plazo y proactividad para poner en marcha proyectos ambiciosos, que ofrezcan a nuestros jóvenes retos acordes a su preparación, y que sean atractivos de cara a la atracción de talento externo. Liderazgo no solo en el ámbito de la gestión, sino también en el de la propiedad.

El segundo motivo parte del momento que vivimos. Abordar con garantías grandes transformaciones como la digital o la ecológica exige un nivel de inversión y de innovación, tanto en personas como en bienes de equipo, solo afrontable desde la excelencia financiera. Pensemos en las exigencias, pero también en las oportunidades que plantea el proceso de descarbonización a nuestra industria, o en el impacto que van a tener tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial o la cuántica. Se abre una ventana de oportunidad que no durará mucho, una carrera en la que hay otros actores, y que determinará en gran medida nuestra posición competitiva. Sin olvidar que nuestras empresas necesitan solidez financiera para gestionar un posible escenario de enfriamiento de la economía, e incluso de menor liquidez derivada de las medidas de los bancos centrales.

La tercera razón descansa en nuestra propia idiosincrasia a este respecto. Adolecemos de un exceso de conservadurismo a la hora de barajar alternativas de crecimiento. Siguen pesando miedos como el de perder el control, los centros de decisión, cuando en realidad estas fórmulas pueden contribuir en muchas ocasiones al arraigo, y son el complemento de otras políticas como las dirigidas a impulsar la participación de los y las trabajadoras. Además, en la mayoría de casos será imposible afrontar los desafíos que vengo citando en este artículo, muy ligados al tamaño de las empresas, si nos ceñimos a las fuentes de financiación tradicionales. Hoy, más que nunca, es necesario que las empresas sean proactivas y conozcan las alternativas de que disponen, que son muchas.

Contar con acompañantes especializados supone una gran ventaja en ese camino. La propia trayectoria de Elkargi ejemplifica ese rol de socio financiero, conocedor de la realidad de nuestras empresas, sus necesidades y retos de futuro. Hay que resaltar también la importancia de contar con una industria de inversión local. En la Diputación hemos sido proactivos, me atrevería a decir que pioneros, en el fomento de dicha industria a través de la fiscalidad. En 2017 no teníamos ninguna gestora de fondos en Gipuzkoa, y hoy ya contamos con varias.

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Estos actores ayudando de forma decisiva a potenciar proyectos empresariales de alto valor añadido en el territorio, atrayendo personas con talento y capacidades para entender los proyectos con una mirada global, estructurarlos financieramente y acompañarles en la ejecución del día a día. Capital inteligente, en definitiva, fundamental para contar con empresas que generen empleo de calidad y nos acerquen a esa economía fuerte para la que trabajamos.

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