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A las puertas de la Navidad, uno de los periodos en los que más se incrementa el gasto de los hogares, no parece que este año ese impulso vaya a ser suficiente para modificar la tendencia de caída del consumo. Tres años de fuerte inflación ... que se ha moderado, sí, pero sin poner fin a las subidas de precios, pasan factura a la capacidad de gasto de las familias. En el caso de las empresas, el peso de la industria en la economía vasca acusa el colapso que atraviesan países como Alemania o Francia, los principales compradores de Euskadi. Una situación que ha reflejado ya el PIB vasco, que en el tercer trimestre creció 1,6 puntos menos que el resto de España, con un 1,8%.
Así las cosas, el mejor termómetro para medir el comportamiento del consumo, el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), refleja un frenazo en las compras más que notable. El tributo indirecto que grava la gran mayoría de las adquisiciones de bienes y servicios ha recogido hasta octubre la mayor caída en su recaudación de los últimos 12 años. La recaudación ha ascendido a 5.485 millones, el 1,93% menos que en el mismo periodo de 2023. Pero el frenazo en el IVA de gestión propia –el que ingresan las diputaciones forales directamente en Euskadi antes de los ajustes con el Estado– es aún mayor: un 3,72%, 139 millones menos que en 2023. Así las cosas, el trasvase con la Agencia Tributaria apenas mejora la cifra con un aumento de 31 millones.
El IVA, con unos precios que en el mejor de los casos se mantienen estables de un año a otro, rara vez muestra descensos. No son cantidades importantes para las haciendas o que puedan comprometer la capacidad de gasto público, pero sirven para indicar un debilitamiento en la alegría del gasto y para alertar de la extensión de un estado de ánimo menos confiado.
Una caída así no se apuntaba desde 2012, cuando la crisis financiera colapsó la economía. Y solamente en 2020, cuando el confinamiento frenó en seco durante mes y medio los movimientos y el consumo, el descenso fue mayor –un 14,3%–. En cambio, en 2022, cuando el IPC alcanzó un 10% en verano y la crisis energética disparó los precios, el IVA alcanzó su máximo histórico con casi 7.000 millones de recaudación y un alza del 10,6%.
El freno del consumo, explican los analistas, no es la alerta más grave, como podría representar un aumento en la morosidad para devolver créditos. De hecho, señalan, la economía vasca se mantiene robusta gracias al empleo que sigue registrando máximos históricos con más de un millón de afiliados a la Seguridad Social y un paro por debajo del 8%. Pero el descenso en las compras sí revela un enfriamiento y una reducción de la capacidad de ahorro.
Según los datos del Banco de España, en el primer semestre de este 2024 el saldo en las cuentas corrientes de empresas y familias en Euskadi se ha reducido en 4.650 millones. Es un 6% menos que hace un año con un total de 72.800 millones, la cifra más baja desde el verano de 2020. Durante la pandemia, la reducción de compras por la restricción de movimientos aumentó esos saldos hasta 82.500 millones en 2022. Desde entonces, el impacto del IPC no ha hecho más que reducirlos. El retraimiento del consumo no ha impedido mantener abiertas vías de ahorro que los vascos han aprovechado, como la que ofrecieron los bancos con la remuneración de los depósitos.
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