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La guerra aprieta a toda Gipuzkoa

Representantes de sectores de la alimentación y el transporte, muy afectados por las consecuencias del conflicto bélico en Ucrania, expresan sus preocupaciones de cara al futuro inmediato

j. d. de alda | i. lizasoain | J. sainz | a. echaluce

Domingo, 13 de marzo 2022

Sectores del territorio afectados de lleno por el impacto de la guerra de Rusia en la economía relatan las consecuencias que ya sufren y temen que se extiendan si el conflicto bélico no cesa.

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Eduardo Urrestarazu, director general de Bellota Agrisolutions

«Todo esto es un cáncer para la competitividad de la industria»

Eduardo Urrestarazu, director general de Bellota Agrisolutions, en las instalaciones de la firma

Ucrania, que se desangra ante la invasión rusa, es conocido como ' ... el granero de Europa'. No en vano, es el país del Viejo Continente con más superficie cultivable, unos 300.000 kilómetros cuadrados, más que la mitad de la superficie de Francia. Si a eso se añade que Rusia, el otro gran productor de cereales, se ha convertido en zona de guerra a efectos del comercio mundial, todo lo relacionado con el sector se encuentra hoy absolutamente tensionado y sumido en la más absoluta incertidumbre.

Más allá del evidente impacto en el ámbito de la alimentación, el cierre de facto de ambos mercados ha caído como un misil en otro sector, en este caso industrial, del que en ocasiones no somos conscientes, a pesar de contar en Gipuzkoa con el indiscutido líder mundial.

Hablamos del negocio de la maquinaria agrícola, en la que el territorio cuenta con una de esas empresas conocidas como 'campeones ocultos'. Se trata de Bellota Agrisolutions, líder mundial en el diseño y fabricación de recambios agrícolas. Es la joya oculta de la archiconocida compañía de herramientas, que ahora está sufriendo un durísimo impacto por la guerra en Ucrania y el cordón económico impuesto por Occidente a Rusia.

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Con el mercado ruso parado y pleno de incertidumbre, y el ucraniano anulado por completo, la compañía de Legazpi ha visto como de forma sorpresiva se ha secado un mercado que habitualmente supone un 9% de sus ventas globales en todo el mundo y un 20% en todo lo que no sea el mercado de Norteamérica. Un zarpazo a la facturación importante a pesar de ser una empresa presente en 81 países.

«Es terrible, de un día para otro no sabes qué hacer», explica a DV el director general de Bellota Agrisolutions, Eduardo Urrestarazu. Lo hace desde la planta de Alemania (la empresa tiene seis fábricas repartidas por el mundo), a la que ha tenido que viajar esta semana, y mientras, confiesa, no deja de monitorizar la situación para tratar de tener mínimamente clara la dimensión real del golpe.

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Mala pinta

Un 'agujero', subraya vehemente, que se suma a una retahíla de inconvenientes y lastres para la industria que ya pesaban en los últimos meses, sobre todo en materia de costes fijos derivados del precio de la energía y que (y en esto incide mucho) se convierten en una suerte de tormenta perfecta. «Hay efectos directos e indirectos», dice. «Tiene mala pinta, y el impacto puede ser gordísimo, pero aún no está claro casi nada, tenemos que estar muy atentos y debemos prepararnos para cualquier escenario», afirma Urrestarazu, sin atreverse a sacar a relucir eventuales medidas de ajuste en la compañía.

El responsable de Bellota Agrisolutions explica que en Ucrania la empresa tiene una delegación con una única persona, de la que «solo podemos preocuparnos por su seguridad, pues hacer cualquier cosa allí es sencillamente imposible».

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Mientras, la firma tiene cinco empleados en Rusia «que siguen trabajando, pero que tienen problemas para cobrar por las sanciones económicas y el corralito a la moneda extranjera impuesta por Putin». «Pagar y cobrar es complicado», añade. «Algún cliente sí nos ha podido hacer alguna transferencia, pero todo está paralizado», lamenta.

De momento, el corsé internacional impuesto a Rusia a través de los bloqueos comerciales y las sanciones por sectores no aprieta a Bellota, pero la falta de visibilidad es total. «Llegamos allí hace veinte años y tenemos un liderazgo abrumador, pero ahora no sabemos qué puede pasar con todo aquello. ¿Se va a perder? ¿Se va a ralentizar? Teníamos las carteras de pedidos llenas, pero...», lamenta.

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«La agricultura en toda aquella zona es importantísima, pero nada está claro», resalta. Y explica que otra derivada del conflicto para la industria es el hecho de que «ahora, el rublo se ha depreciado muchísimo, con lo que el producto se ha encarecido también muchísimo».

Urrestarazu pone sobre la mesa otro asunto que le preocupa sobremanera, y es que, asegura, «no sólo la energía se ha disparado un 600%, es que el acero, nuestra materia prima, se está encareciendo muchísimo». «Las acerías hasta nos cambian el precio en el momento en que cargan el camión», afirma.

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En esa tesitura de un mercado importantísimo en el aire, con los costes energéticos, logísticos y de producción disparatados y con el acero de Estados Unidos abaratándose, como la propia energía, «Europa está descolocada», dice. «Todo esto es un cáncer para la competitividad industrial, lo vamos a ver y vamos a ver las metástasis», concluye.

Karmele Etxebeste, panadería Estrella

«La gente pregunta todos los días cuándo va a subir el pan»

Karmele Etxebeste. lobo altuna

Al habitual 'egunon', los clientes de la panadería Estrella de Donostia añaden estos días una pregunta. 'Cuándo va a subir el pan?'. Es el mantra que escucha a diario la responsable de este pequeño establecimiento de El Antiguo, en plena calle Matía. «La gente está preocupada porque está subiendo todo y te pregunta cuándo le toca al pan», admite con resignación Karmele Etxebeste, detrás del mostrador desde el que despacha numerosas barras elaboradas a mano por panaderos en obrador y que ella misma tuesta en un horno. Y lo cierto es que Etxebeste no tiene respuesta a la incógnita. «No me han mandado la carta de aviso, pero me espero que van a subirlo en breve porque el margen de ganancia que deja el pan no es muy grande, y con él hay que pagar al del obrador, al repartidor que ve cómo se le encarece la gasolina...».

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Panaderías cercanas a la suya sí han recibo ya la misiva que indica que subirán el pan desde el lunes entre cinco y diez céntimos, según el tipo de producto. Etxebeste confía en que el alza «no va a repercutir en las ventas, porque es un producto de primera necesidad, pero llevamos ya unos meses en que están las ventas algo paradas, antes incluso de la guerra». A la comerciante, por lo tanto, le gustaría dar otra respuesta a las preguntas de sus clientes, pero con los pequeños márgenes y la actual coyuntura, asume que «si no se sube, el negocio estaría muy al límite».

Iñigo Bravo, Transportes Bravo Logistic

«El combustible supone ya el 50% de los costes de exportación»

Iñigo Bravo, gerente de Bravo Logistic,junto a uno de sus camiones en su sede de Irun. DE LA HERA

El desmesurado precio del gasoil amenaza con paralizar el transporte de mercancías por carretera. No es de extrañar. Un chófer de camión puede gastarse al mes entre 6.000 y 8.000 euros en combustible.

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La empresa irundarra Bravo Logistic, que cuenta con una flota de ocho camiones y una decena de chóferes, sufre las consecuencias de la guerra. «El precio del gasoil nos está ahogando. El combustible cuesta un 70% más que enero de 2021 y un 35% más que en enero de este mismo año. Con este precio, el combustible supone hasta el 50% de los costes de explotación. Nos quedan unos márgenes ínfimos. Para cubrir el coste necesitaríamos subir el precio de los portes en torno a 100 euros», sostiene Iñigo Bravo, gerente de Bravo Logistic.

La patronal territorial, Guitrans, lanzó el jueves un «grito desesperado» al Gobierno para que adopte medidas fiscales que abaraten el combustible. Y la mayoría de camioneros autónomos del sindicato Hiru están desde mañana en huelga. «Los últimos camiones vienen con depósitos enormes, de hasta 1.400 litros que te permiten recorrer 4.000 kilómetros dependiendo de la carga. Hace unas semanas, un chófer de Bravo Logistic se dejaba en torno a 1.500 euros por llenar un depósito. Ahora, ya ha sobrepasado los 2.000 euros. Es una auténtico burrada. Ya hemos sacado la calculadora y hemos calculado que cada camión tiene ahora un sobrecoste de 1.000 al mes en combustible», dice. En febrero, Bravo Logistic registró una factura de 40.000 euros en combustible. «Fue un mes de tan solo 28 días y los precios aún no estaban tan disparados. La factura de marzo va a ser...».

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Ignacio Serrats, Conservas Serrats

«Nuestros proveedores de aceite ya no aseguran el suministro»

Ignacio Serrats.

La industria conservera vasca es una de las grandes damnificadas por la escasez de aceite de girasol y otras materias primas como el aluminio. Hace un año, compraban el litro de aceite de girasol a 0,85 euros. Semanas atrás, se encontraba a 1,5 euros el litro. Ahora, se está produciendo reventa y el litro puede alcanzar incluso los 4 euros.

Conservas Serrats lleva más de 130 años en este sector. Esta conservera bermeotarra, con una plantilla de 100 trabajadores, emplea más de 30.000 litros de aceite al mes, la mayoría de oliva. Ahora, se enfrenta a las consecuencias de la guerra ante la escasez y el alto precio de estas grasas. «No podemos hacer ninguna previsión de compra con nuestros proveedores de aceite. El precio cambia de un día a otro. Esta semana hemos querido cerrar un contrato (con unos precios desorbitados) para tener aceite hasta verano, pero nos trasladan que resulta imposible. Como mucho nos dejan comprar tres cisternas de aceite de oliva, pero no ocho. Si pregunto a mi proveedor por el de girasol, me dice que me olvide, que no puede venderme nada», sostiene el donostiarra Ignacio Serrats, director de la conservera.

Serrats, que también es consejero de la Real, se enfrenta asimismo al encarecimiento del aluminio, una materia prima que ha aumentado su precio un 15% en lo que va de año y del que Rusia es el segundo mayor productor mundial. Y es que la mayoría de los envases de las conserveras están hechos con este metal o con hojalata. Conservas Serrats saca cada día de su factoría cerca de 30.000 latas. «El precio se ha incrementado un 45% desde el año pasado. Este aumento impacta de lleno –en torno a un 5%– en el precio final de la conserva que compra el consumidor».

Esther Llorente, Pescados Llorente

«En pocos días no habrá pescado con estos precios»

Esther Llorente, en la lonja. A.E.

Esther Llorente exporta y comercializa anchoa, verdel y bonito, en función de la temporada de captura. «Somos una cadena, si la flota para, nosotros tenemos que parar», explica Llorente, en cuya cabeza se multiplican esta semana los quebraderos debido al alza de costes por la contienda. «Poco tiempo más podemos resistir. Es mejor parar», insiste con poco optimismo. Esther pertenece a la cuarta generación de una empresa comercializadora, Pescados Llorente, que exporta sus especies a todos los mercados. Trabaja en el puerto de Ondarroa y también en Mutriku. La firma dispone de 5 camiones que necesitan combustible para llegar a Italia, Portugal y a los mercados estatales, con lo que la cuenta de explotación sube y sube en los últimos días. Su plantilla es de 30 trabajadores que se encargan de que el pescado esté en los puntos de destino. Casualidad, han inaugurado esta semana la planta congeladora mutrikuarra, en donde los costes de la energía se han convertido en inasumibles. «Hemos apostado por Ondarroa-Mutriku, pese a que nos ofrecían suelo más barato». El sector está unido y han mantenido reuniones para afrontar el problema. Su padre, Segundo, promotor de la firma, añade que «hay que poner freno a la especulación. Si un megawatio estaba antes a 80 euros, ahora está en 700».

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Los patrones de los barcos que descargaban esta semana verdel se suman a la inquietud. «Si una embarcación consume 10.000 litros al mes, justo hace dos años, cuando la pandemia irrumpió en plena costera de la anchoa, el litro de combustible se pagaba a 0,28. Ayer, sin embargo, un barco que se abastecía de combustible en ese mismo surtidor lo pagaba a 1,07 euros. Es decir, necesita 7.900 euros al mes más. No salen los números», comenta uno de ellos.

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