La huelga del transporte, que hasta ahora ha tensionado en Euskadi las cadenas de suministro industriales y también, aunque en menor medida, las del sector de la distribución, y que ha dejado en tierra a los arrantzales de la flota de bajura, entra ... en su segunda semana, que puede resultar decisiva, y adquiere un tono más bastante más grave. El sistema se pone a prueba y crece el temor a que el desabastecimiento, unido a los problemas derivados de la guerra en Ucrania y al encarecimiento sinfín de la energía y las materias primas, torne la situación en una nueva crisis económica.
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Los problemas de escasez han empezado a golpear a algunas industrias de Euskadi, provocando incluso paros parciales en las fábricas –como ha sido el caso de Arcelor Mittal Olaberria, CAF, Michelin Lasarte o Papresa–, mientras los principales supermercados del País Vasco resisten por ahora gracias a la cercanía de sus plataformas logísticas, aunque declaran notar ya la ausencia de algunos alimentos frescos. Lo peor se espera a partir de hoy.
El paro convocado por la Plataforma en Defensa del Transporte, y secundado en la comunidad autónoma vasca y en Navarra por Hiru (transportistas autónomos), amenaza así con romper del todo las costuras de un sistema logístico que parece a punto de ceder.
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El Diario Vasco
Mientras, el Gobierno central lanza mensajes para que los piquetes (a los que califica de «activistas») depongan su actitud, y trata de ganar tiempo para llegar a final de mes con el aval europeo a algunas de las medidas que ha anunciado (sobre todo relativas al abaratamiento de los combustibles y a la reforma del sistema de precios eléctricos) pero que necesitan en mayor o menor medida del placet de Bruselas. Pero tiempo es precisamente lo que no hay.
Huelga de transportistas
Así lo advierten con meridiana claridad los propios huelguistas, las industrias afectadas por el paro, el agro (que teme una pronta ausencia de pienso que eche a perder su actividad), los arrantzales (que hoy han de decidir si mantienen la flota amarrada a puerto o no, ante la imposibilidad de dar curso a sus capturas), el sector lácteo (que puede verse obligado a tener que tirar la leche por no poder moverla de sus granjas) y hasta el Gobierno y la patronal vascos.
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Ayer, la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, desveló una carta dirigida el viernes a la ministra de Transporte, Raquel Sánchez, en la que le urgía a tomar «medidas de urgencia». «Esperar puede generar un escenario insostenible», añadía la misiva. Al tiempo, Tapia desvelaba (sin dar detalles) que el Gobierno Vasco aprobará mañana «herramientas de financiación» para intentar contrarrestar la situación.
Como es lógico, los transportistas de Hiru han hecho lo propio con el gabinete de Iñigo Urkkullu y con las patronales vascas, a los que les piden que entren en juego y, dentro de su ámbito de actuación, tomen medidas.
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La patronal vasca (Confebask) ha advertido de que la situación es de mucha gravedad, asegurando que la huelga del transporte, unida al conflicto en Ucrania y la inflación puede llevar a la economía a un punto de «muy complicado retorno».
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