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Cuando la política interviene directamente en la economía, a veces, suceden cosas extrañas. Ayer fue el caso. Recordará que Euskaltel es una empresa nacida en el País Vasco, en un parto que contó con comadronas tan ilustres como las instituciones locales, las políticas y las ... financieras. Su propio nombre era un augurio de lo que se esperaba de ella y de su perímetro de actuación. Luego, con el paso del tiempo las cosas cambiaron. Salió a Bolsa y eso supuso la entrada de nuevos accionistas a quienes les interesaban más conceptos concretos como la rentabilidad y la eficacia (¿le parece extraño?) que ideas abstractas como la del, tan famoso como difícil de explicar, arraigo.
Con los nuevos accionistas llegaron nuevos modos, nuevas metas y objetivos diferentes. De ahí su expansión geográfica por el norte de España. La historia se acelera con la llegada de un fondo de capital riesgo que no disimula sus intenciones: comprar, arreglar y vender es su lema. Un lema que, para ser bien entendido, requiere mayores explicaciones sobre lo que significa 'arreglar' y para ahuyentar temores necesita mayores definiciones de a quién y como vender. De momento ya han cambiado la cúpula directiva. Quizás a algunos les sorprenda pero esa nueva 'inspiración' ha recibido el apoyo de socios tan importantes como la Corporación Financiera Alba, -algo lógico-, y el propio Kutxabank -algo más sorprendente-. Y lo que nos ha sorprendido realmente a todos (bueno, por lo menos, a mí sí) es que todo un Parlamento vasco, con los votos de PNV, PSE y PP, haya decidido pedir al Gobierno «que utilice la presión institucional e incluso la toma de participaciones» para garantizar el arraigo de la empresa. El portavoz de Bildu fue más lejos y calificó la actuación de 'robo'. Aunque se le olvidó especificar quién ha robado qué a quién, pues, que yo sepa, cuando se compraron las acciones se pagaron oportunamente.
¿De verdad que el PNV, el PSE y el PP necesitan la intermediación del Parlamento para trasmitir sus -no se si son órdenes o solo sugerencias- a sus representantes en el consejo de Kutxabank y de la propia Euskaltel? ¿No se hablan entre ellos o son díscolos y no les obedecen? Y luego, para tranquilidad de todos cabría pedir al Parlamento que matizara en qué consiste eso de la 'presión institucional' sobre una empresa que nació como nació, pero que, no lo olvidemos, hoy cotiza libremente en Bolsa. ¿Se habrá alarmado la CNMV con tan audaz iniciativa? Quizás debería...
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