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El baile de las fusiones y las operaciones corporativas en el sector financiero español toma velocidad, y lo que empezó como un lento vals va tornando en algo parecido a un rock & roll. Tras la súper-operación de Caixabank y Bankia, y la adquisición de ... Bankoa por Abanca, ayer reconocieron conversaciones de cara a una eventual alianza Unicaja y Liberbank. Pero, ¿y Kutxabank?
El banco de las antiguas cajas de ahorro vascas contempla el espectáculo tranquilamente sentado en una montaña de capital -la que le ofrece su posición como la entidad más solvente del Estado- y sin la prisa de otros.
¿Significa eso que rechace de plano cualquier operación? No. De hecho, ayer la entidad presidida por Gregorio Villalabeitia, lanzó dos mensajes bien claros y en modo alguno contradictorios. «No estamos negociando ninguna operación corporativa con otras entidades bancarias», señalaron fuentes oficiales de Kutxabank, poco después de que los mentideros del sector colocaran a la entidad en mitad de la pista de baile.
Al tiempo, las mismas fuentes aclararon que Kutxabank «habla continuamente con otros bancos y también con la banca de inversión sobre lo que sucede en el sector». Esta última sentencia carecería de cualquier interés si no llegara después de un encuentro, el pasado mes de septiembre, entre el propio Villalabeitia y el presidente de Banco Sabadell, Josep Oliú. Cita que DV ha podido confirmar de fuentes solventes.
La entidad de origen catalán es uno de los actores principales en el citado baile, y un fijo en todas las quinielas abiertas en los últimos meses sobre posibles fusiones, compras o absorciones. De hecho, junto a las conversaciones abiertas con Kutxabank, una segunda fuente señala que BBVA es otro de los 'contertulios' de Sabadell en los últimos días. Algo va a pasar, y no tardará demasiado.
Y es que el banco presidido por Oliú, que ha perdido cerca un 70% de su valor en Bolsa este año del Covid, está recibiendo no poca presión por parte del supervisor, el Banco Central Europeo (BCE) para que busque un aliado con el que aflorar sinergias. Precisamente esa cuestión -la de los ahorros de costes- hace relativamente poco atractiva una eventual operación con Kutxabank, a pesar de que hoy día la única máxima incontestable en el sector es aquella de «no digas nunca de este agua no beberé».
Aunque suene bastante crudo, la unión de Kutxabank y Sabadell no generaría los ahorros que se esperan. Hablamos, eminentemente, de recortes de plantilla con los que afrontar lo que se conoce como duplicidades o solapamientos. Coincidencias de oficinas, en román paladino.
Es la 'fórmula mágica' que en este momento trabaja el sector para intentar mejorar una rentabilidad que, con el actual precio del dinero y las perspectivas existentes sobre los tipos de interés, se antoja más que complicada.
Bajo esa premisa, la tijera solo saldría a pasear (y de qué manera, por cierto) en Euskadi, pues las dos entidades apenas coinciden en otras geografías.
Otra cosa sería la posición de las kutxas, actuales propietarias del banco vasco. Aunque, evidentemente, no hay datos comparables, pues Kutxabank no cotiza en Bolsa, la firma pilotada por Javier García Lurueña podría -según algunas estimaciones- manejar cerca de un 30% del hipotético banco fusionado, lo que no es desdeñable. Cabe interpretar también que el innegable atractivo de un sistema fiscal propio traería la sede a Euskadi.
Eso sí, Kutxabank dejaría de ser cabeza de ratón y, además, entraría de lleno no ya en la Bolsa, sino en el Ibex 35. No conviene olvidar que la mera posibilidad de protagonizar ese salto al parqué costó muy cara al anterior presidente del banco vasco, Mario Fernández, quien lo sugirió sin recabar los necesarios apoyos en Euskadi.
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Más allá de que la posición declarada por Villalabeitia es la de que «no hay prisa», también conviene repasar la posición del Gobierno Vasco en este asunto. Hace apenas dos semanas, el consejero de Economía, Pedro Azpiazu, dejó bien claro en las páginas de este periódico que sería complicado llamar «banco vasco» a una Kutxabank «fusionada con un gigante».
«Kutxabank puede tener su propio mercado y sus posibilidades de funcionamiento en esta economía, sin alianzas ni historietas. Si las hubiera, deberán ver qué les aporta. Las fundaciones y la entidad deberán marcar la estrategia. El futuro puede ser cualquiera, incluso el de mantener su dimensión y su compromiso con el país», sentenció.
Cuestionado ayer por la reunión de su presidente, Josep Oliú, con su homólogo en Kutxabank, Gregorio Villalabeitia, el Banco Sabadell optó por la prudencia debida y se limitó a señalar que «no hay conversaciones específicas con nadie».
A renglón seguido, aclaró que «el banco tiene una hoja de ruta para maximizar la rentabilidad y crear valor en solitario». Y añadió que se considerará «cualquier opción estratégica que cree y maximice el valor para los accionistas». Sabadell ya perdió hace ahora dos años la oportunidad de fusionarse con Bankia, opción que no llegó a fraguar.
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