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La del Ever Given ha sido una odisea muy larga. Este gigantesco mercante de 400 metros de eslora y 200.000 toneladas de peso tendría que haber completado su viaje entre la ciudad china de Ningbo y el puerto holandés de Rotterdam en poco más ... de un mes, pero se ha alargado casi cinco y ha mantenido al mundo en vilo.
Una tormenta provocó que el barco bloquease durante la última semana de marzo la zona más estrecha del Canal de Suez, por donde transita más del 10% de todo el comercio mundial, y un lío administrativo solucionado con el pago de cientos de millones de euros en compensación mantuvo al Ever Given encallado en Egipto durante tres meses. Finalmente, a la mitad de la velocidad habitual, el mercante japonés operado por la naviera taiwanesa Evergreen cruzó el Mediterráneo, bordeó la península ibérica, y atracó en Rotterdam el pasado día 29. Actualmente está siendo reparado en Dunquerque.
No obstante, para los propietarios de gran parte de los 20.000 contenedores que viajaban a bordo el viaje aún no ha concluido. Porque Rotterdam es un puerto de tránsito desde el que se distribuye la mercancía a otras localidades más pequeñas a través de barcos de tamaño más discreto, denominados 'feeders'. Uno de ellos es el Baltic Tern. Con 169 metros de eslora, capacidad para 1.600 contenedores, y bandera chipriota en la popa, ayer por la tarde atracó en el Puerto de Bilbao con la mayoría de los 40 contenedores que el Ever Given transportaba con la villa como destino. A lo largo de la mañana de hoy, sus 22 propietarios podrán por fin descargar la mercancía que llevan esperando desde abril.
Eso sí, además de recibirla con retraso, les saldrá más cara. «Todos los clientes han contribuido al salvamento del buque con su parte en virtud de la avería gruesa», explica Arturo Miguélez, responsable de Green Ibérica, el agente de la naviera Evergreen en el norte de España. Ya sea los propietarios de la mercancía o sus seguros, han tenido que desembolsar un extra para ayudar a pagar la abultada factura del 'rescate' del Ever Given, que no pudo abandonar Egipto hasta que abonó una cifra indeterminada de millones de euros -unos 400 según diferentes fuentes, la mitad de lo que exigían las Autoridades- para compensar al Canal por las pérdidas que provocó su bloqueo. Los clientes podrían haber renunciado a la mercancía, pero Miguélez confirma que al final «no habrá carga abandonada».
Afortunadamente, en ninguno de los contenedores con destino a la capital vizcaína había mercancía perecedera, por lo que, si no hay sobresaltos de última hora, el accidentado viaje concluirá hoy dejando en evidencia la fragilidad de un modelo de comercio que depende en exceso de un paso construido en 1869 con solo 300 metros de ancho en su punto más estrecho.
Aunque Egipto ha prometido mejorar la infraestructura, el tamaño de los mercantes crece más rápido. Y la obsesión de la industria por el modelo 'just in time' hace que la cadena de suministro sea mucho más vulnerable a cualquier turbulencia de este tipo. Además, en la coyuntura actual, con los fletes entre Asia y Europa en máximos históricos -el transporte marítimo ha llegado a multiplicar por seis sus precios, cada vez son más quienes exigen que se replantee la globalización en su conjunto.
Compensación a escote Para recuperar la carga sus propietarios han tenido que pagar un extra que cubre la indemización
Repensar la globalización El accidente en el Canal de Suez deja en evidencia la fragilidad del comercio internacional
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