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Aunque con algunos dientes de sierra, el mercado laboral vasco parece haber enfilado el camino definitivo de la recuperación, aunque sea en términos cuantitativos más que de calidad. Sin embargo, la mujer trabajadora vasca aún está al margen de este proceso de mejora: sufre un ... descenso en cuanto a tasa de ocupación, y además también ve cómo se incrementa la de temporalidad. Es decir, hay menos mujeres trabajando, y sus empleos son más precarios. Esa es al menos una de las conclusiones a las que se llega analizando los últimos datos de la Población en Relación con la Actividad (PRA), la encuesta sobre el mercado laboral que elabora trimestralmente el Instituto Vasco de Estadística (Eustat).
Esos datos, los correspondientes al primer trimestre de 2018, no son buenos si se comparan con los del último periodo del pasado año. Porque el número de personas ocupadas -es decir, con un empleo- cae de las 918.300 a las 916.900. Pero ese empeoramiento tiene un sólo género, y es el femenino: el primer tramo del año se cerró con 6.600 trabajadoras menos, mientras que el número de hombres con empleo se incrementó en 5.200. La explicación a esta dispar evolución se encuentra en el tipo de trabajo que desempeñan hombres y mujeres.
Los primeros tienen un mayor protagonismo en el sector industrial, que ha recuperado en el inicio de año 2.900 empleos. Por contra, en el de servicios -donde las mujeres están más presentes- hay 5.800 ocupados menos debido fundamentalmente al fin de la campaña navideña. «Estamos en un trimestre difícil para la ocupación de las mujeres, porque el sector que no ha crecido ha sido el de servicios. El tema sectorial es importante a la hora de visualizar nuestra situación», dice Estíbaliz Montero, secretaria de la mujer de CC.OO.-Euskadi.
LAB denunciaba, en una nota de prensa difundida el pasado jueves, que las mujeres vascas «continuamos fuera de los sectores en los que se ha creado (empleo), mientras estamos subordinadas a los vaivenes que sufren en el sector servicios». Y negaba que la caída de la ocupación entre las mujeres se deba «al final de la campaña de navidades». «La situación es mucho más preocupante», advierte, porque dicha campaña «finaliza todos los años, pero no así la situación que muestran estos datos».
Sin embargo, la brecha de género no se aprecia solo en la comparativa entre el primer trimestre de 2018 y el último de 2017. Porque de un año a esta parte (y eso ya apunta a tendencia) ha disminuido en 900 el número de mujeres que trabajan. No es una cifra ni mucho menos alarmante, pero sí resulta sintomática cuando entre los hombres la ocupación ha crecido en 5.900 empleos durante el mismo periodo. En opinión del sindicato abertzale, «no estamos hablando de subidas y bajadas coyunturales. Sobre todo se ha destruido empleo femenino en los últimos meses, ahondando en la brecha existente entre hombres y mujeres».
Esa brecha se observa en otra vertiente, y es la de la tipología del empleo que ocupan unos y otras. Los trabajos que ocupan ellas son más inestables. De hecho, según la PRA, pese a que el número de mujeres ocupadas ha descendido en 900 durante el último año, hay 7.700 más que ocupan puestos de trabajo temporales. La tasa de temporalidad femenina se ha situado ahora por encima del 26%, algo que no sucedió a lo largo de todo 2017. Y según la Encuesta de Población Activa (EPA) que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) -dada a conocer la pasada semana-, ese porcentaje supera el 28%.
El Informe Laboral Euskadi de 2017, elaborado por la catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Sara de la Rica, ya alertaba de «un preocupante aumento de la temporalidad entre los asalariados» vascos. La experta recordaba cómo en los últimos ejercicios el porcentaje de trabajadores con conrato temporal rondaba el 23% del total (tomando como referencia los datos de la EPA, no de la PRA)». Sin embargo, en 2017 se dispararon hasta el 26,11% (siempre según la encuesta del INE). Porcentaje que en el caso de las mujeres se elevaba hasta el 28%.
«Si vemos los datos del último año, comprobamos que la temporalidad sigue teniendo rostro de mujer: tenemos el mayor número de contratos firmados ese año. Y es algo que se ha repetido en el primer trimestre de 2018. Nuestros trabajos son mucho más temporales, algo muy ligado al sector servicios», recuerda Estíbaliz Montero.
Borja Belandia, director general de Lanbide, admite que las mujeres «son las que más han acusado este mal trimestre, como consecuencia de la mala evolución del sector servicios». Sin embargo, tacha de «un poco exagerados» los datos de la PRA «puesto que la evolución de la afiliación (a la Seguridad Social) muestra otros resultados. Pese a que, efectivamente, este primer trimestre la afiliación disminuye en 476 afiliados, en relación al año pasado crece en 21.478, cifra muy superior a la de la PRA». En el caso específico de las mujeres, también destaca que su evolución «también es mejor en el registro de afiliaciones, ya que pese a ceder en 1.675 en el primer trimestre de 2018, ese número crece en 11.168 en relación a marzo del pasado año». Con todo, el responsable del servicio de empleo vasco cree que «en el contexto actual de crecimiento económico», es necesario «mejorar la calidad del empleo que se está generando».
La secretaria de la mujer de CC.OO.-Euskadi considera que la calidad del trabajo «no tiene que estar adscrita a una tipología de sector u otro. El de servicios también tiene que ser un sector con calidad, donde la temporalidad sea una cosa excepcional». Y, además, debe eliminar «la segregación personal por sexos, que aún es bastante fuerte. Los sectores industriales están masculinizados, y los ligados al sector servicios y al de cuidados están muy feminizados». «La parcialidad viene siendo ocupada por nosotras, y en el momento en que los servicios no generan trabajo, nos vemos afectadas muy directamente», añade. Una situación que, a su juicio, «hay que revertir desde la educación. Pero no sólo en la FP (captando más mujeres), sino desde una educación no sexista en las aulas desde temprana edad».
En opinión de LAB, «no hay verdaderas políticas para avanzar en la igualdad de oportunidades en el mundo laboral. Los planes de igualdad suponen un fracaso, ya que no ha creado opciones para que las mujeres puedan acceder en igualdad de oportunidades a sectores que se guardan para las mujeres. No han servido para reducir la brecha salarial. No han sido eficaces para mejorar las condiciones laborales de las mujeres».
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