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Donald Trump encara las negociaciones de una manera que crispa los nervios. Primero lanza sus misiles dialécticos, auténticas brabuconadas, en las que amenaza a todo el mundo con la aplicación de medidas extraordinarias y utiliza en ellos un lenguaje propio de matón de barrio. Sus ... gestos son un poema y su principal objetivo es desairar a sus interlocutores. A continuación, el mundo se alarma, los mercados se derrumban y las previsiones económicas se ennegrecen. ¿Por qué? Pues porque todo el mundo cree que sus amenazas son reales y sus propósitos ciertos. Pues no deberíamos hacerle tanto caso, porque todo es parte de una cuidada escenificación, de una curiosa manera de negociar acuerdos que, al parecer, le ha dado muchos frutos en su larga y exitosa vida empresarial.

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