Pasaremos frío
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Nos hemos comportado como cigarras en los años de buena coyuntura y ahora el granero está lleno de deudasEsta semana hemos conocido la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre. Malas noticias, confirmación de temores. Ya saben que el empleo en nuestro país tiene un fuerte impacto estacional. Es decir, su situación cambia con la coyuntura económica, eso es lógico y sucede ... en todas partes, pero también lo hace según sea la estación del año a la que se refieran los datos. Pues esta vez, si le quitamos la estacionalidad propia del tercer trimestre, que incluye a los meses del verano, obtendremos que la tasa de ocupación se ha estancado y el paro ha subido. Traducido a sencillo, eso quiere decir que tras varios meses de desaceleración, el empleo se ha parado. Todavía seguimos creciendo en la actividad, pero está se ha ralentizado y, por culpa de nuestras peculiar estructura económica, no somos capaces de crear nuevos empleos más que a partir de cifras elevadas de crecimiento que ya no alcanzamos.
La noticia es muy mala porque el empleo proporciona salarios, los salarios abren la puerta al consumo y el consumo tira de la actividad. Eso en el sector privado, por que en el público los salarios añaden ingresos por el IRPF y el consumo aporta ingresos en el IVA. Además, claro está, de lo que nos ahorramos por la vía de unos menores gastos en la protección social, al haber menos personas en paro necesitadas de apoyo.
Todo esto incrementa los problemas de una situación de por sí preocupante. El parón es mundial, sobre todo es europeo que es lo que más nos importa, y eso está reduciendo nuestras exportaciones y una menor actividad esta eliminando las inversiones, pues ya no son tan necesarias y el hecho de se financien a tipos casi inexistentes no proporciona el suficiente atractivo como para comprometer la compra de unas máquinas que no sería necesario usar por faltas de pedidos.
Pienso que, a falta de dos semanas de las elecciones deberíamos debatir sobre estas cosas en la campaña electoral, pero no está siendo así. Entre los problemas que impone la exigente agenda de Cataluña y las distracciones que elige el Gobierno con la exhumación de un dictador a quien la mitad de la población no conoce y la otra mitad prefiere olvidar, no encontramos tiempo, ni al parecer hay ganas de hablar de la situación económica que nos vamos a encontrar el 11 de noviembre, una vez disipemos la resaca de la noche electoral.
Es más, el Gobierno prioriza sus promesas para captar votos el día 10, aunque su cumplimiento le supondrá enormes quebraderos de cabeza el día 11. En efecto, esta misma semana, las autoridades comunitarias de Bruselas le han advertido de que a su proyecto de presupuestos -a estas alturas, con las elecciones mediante y con una formación del Gobierno que las encuestas complican enormemente, esos planes parecen de ciencia ficción-, le sobran casi 7.000 millones de euros en el capítulo de gastos. O, lo que es lo mismo, le faltan casi 7.000 millones en el capítulo de ingresos.
Pues una de dos, o no cumplirá sus promesas o someterá a los españoles a una subida de impuestos de tal magnitud que provoca terror. Su empeño en asegurar que serán los ricos quienes paguen la factura no es creíble. En España no hay tantos ricos y por supuesto que ya pagan más. Ese mantra tan socorrido en tiempos electorales de que quien más dispone debe pagar más es correcto, pero también una soberana tontería pues en nuestro sistema fiscal no se aporta de manera proporcional, sino progresiva e impone ese principio desde hace casi un siglo.
Así que con los ricos no llegará -no hay tantos, si los hubiera serían clase media-, y no habrá más remedio que apelar a los IRPF's medios y los IVA's del consumo. Los cual, en tiempos de desaceleración, afectará a la actividad por sus efectos contractivos, con lo que volvemos a los primeros párrafos de este comentario y, ¡vuelta a empezar! Lo único en lo que sí debe de creer, porque es evidente, es que nos hemos comportado como cigarras durante los años en que hemos vivido una coyuntura razonablemente buena y ahora no tenemos el granero tan lleno como las hormigas. El nuestro está lleno de deudas. Si llega el invierno de la crisis, pasaremos frío.
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