¿Y UN POCO DE SENTIDO COMÚN?
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La formación del Gobierno, de todos los gobiernos, desde el central al del municipio más humilde, se ha convertido en una odisea frustranteEsta semana hemos conocido el informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En él, y es su parte que no engaña, vemos que los dos principales problemas de los españoles son el paro y los políticos. La primera fuente de preocupación nos acompaña desde tiempos ... inmemoriales y se constata desde que se empezó a preguntar a los ciudadanos por sus cuitas. El segundo no aparecía al principio de la serie, pero ha ido cobrando protagonismo poco a poco hasta situarse en el segundo lugar de la lista. Confiemos en que no suba mas.
Lo de paro es muy lógico. En el mes de junio acabamos de batir el récord histórico de cotizantes a la Seguridad Social, lo cual es espléndido, pero mantenemos aún más de tres millones de parados, lo cual es un desastre. Máxime, cuando el dato viene anestesiado por nuestra tradicional baja tasa de actividad.
¿Podemos unir ambos datos? Pues creo que sí. Por un lado, la normativa laboral que regula el mercado de trabajo procede de las reforma que introdujo en su día Mariano Rajoy. Esas medidas, apoyadas claro está por la recuperación de la actividad que hemos vivido en estos últimos años, han conseguido elevar la contratación a estos niveles. Los detractores y los agoreros interesados tratan de amortiguar el éxito del dato cuantitativo con el fracaso de sus aspectos cualitativos. Es cierto que el empleo creado no tiene gran calidad. Los salarios son menudos y la temporalidad es obesa. Cierto, pero no se puede desconocer que mejoramos y que un empleo regular es mejor que ningún empleo, pues al menos abre la puerta del mercado y permite entrar en la escalera profesional que da acceso a mejores salarios y a mayor estabilidad.
Vayamos ahora con los políticos. Desde que se inició la segunda legislatura de Rajoy asistimos a un espectáculo lamentable donde dominan el escenario las declaraciones cargadas de enemistad, los plantes bruscos, las líneas rojas, los descartes respectivos y los malos modos. Todo esto trae en primer lugar una inestabilidad que no es conveniente. La formación del Gobierno, de todos los gobiernos, desde el central al del municipio más humilde, se ha convertido en una odisea frustrante.
¿Y si aplicáramos un poco de sentido común a todo ello?
1.- El partido socialista ha ganado las elecciones y debe gobernar.
2.- Necesita apoyo, puesto que no puede hacerlo solo al haber obtenido una victoria insuficiente.
3.- A todos nos conviene que pueda conformar a su alrededor una mayoría que nos proporcione un gobierno estable y una legislatura útil.
4.- Aquí aparecen dos alternativas: o se la proporcionan los partidos del centro derecha, Ciudadanos y PP, o se las conceden esa menestra de partidos que se agrupan en torno a la extrema izquierda de Podemos, a los nacionalistas y a los independentistas, con la nota de color añadida del hombre de Revilla en Madrid.
5.- ¿Qué es mejor para el empleo y para la economía en general, que gobierne con Iglesias directamente o por personas interpuestas, o que lo haga con los que propugnan las ideas que han dado ya resultado, que se han mostrado eficientes? La pregunta es retórica y no tiene duda. Es mejor esto segundo.
6.- Además, este apoyo debería estar condicionado, lo que añadiría estabilidad, al menos a tres capítulos: Cataluña, en donde habría que pactar la respuesta a lo que suceda tras la sentencia del 'procés', incluido el asunto del indulto; la reforma laboral y la reforma fiscal.
Soy consciente de que es muy posible que Pedro Sánchez pida el apoyo que necesita y que luego se niegue a pagar su precio y pretenda hacer lo que le de la gana. Pero, incluso así, le quitarían la coartada y dejarían patente que hay quien antepone los intereses generales sobre los egos personales. No sería poco.
Quizás el próximo CIS mejorara la opinión que hoy nos suscitan los partidos. Porque la verdad es que, hoy por hoy, no arreglan nada y lo complican todo.
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