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La emisión de 'bonos sostenibles' anunciada ayer por el Gobierno Vasco tendrá, con toda seguridad, un éxito enorme. La duda es si lo tendrá, porque la situación europea de los tipos de interés es increíblemente bonancible y su rating espectacularmente bueno o por la calidad ... intrínseca de los bonos. Perdone mi atrevimiento pero, a mí, todo esto de la sostenibilidad de los títulos de deuda, en un organismo como un gobierno, me suena a pura y dura operación de márketing oportuno. ¿Qué hay de malo en ello? Pues nada.
Siempre nos han enseñado que el dinero es un bien fungible. Entra en la caja común, con independencia de su origen, allí se mezcla con el resto del dinero recaudado y sale de la caja con independencia de su destino. Es decir, se podrá discutir sobre la manera y los instrumentos a través de los que se recauda y sobre la forma y los conceptos en los que se gasta, pero diferenciar entre bonos sostenibles y el resto de los bonos -¿deberíamos considerarlos insostenibles?-, me resulta muy complicado. Casi igual de complicado que cuando se vierten kilowatios verdes a la red, aunque ahí se puede diferenciar su origen con mayor precisión en el pantone de la paleta de colores.
Esta claro que el Gobierno Vasco no tienen ningún problema para financiarse. Primero porque su actuación presupuestaria ha sido siempre prudente, su stock de deuda soportable y sus déficits contenidos. Ahora también porque los mercados están amables y ávidos de encontrar deudores, esos sí, 'sostenibles' que garanticen la devolución de lo prestado. A la vista de los datos conocidos hace pocas semanas, cuando vimos que se habían quedado sin gastar más de 473 millones de los presupuestos y aprobados inicialmente en las cuentas de 2018, podríamos decir que no tiene ni problemas, ni siquiera una acuciante necesidad de hacerlo. Pero los programas de emisión de deuda suelen tener vida propia y a los mercados hay que mantenerlos 'activos', por si su ayuda resulta conveniente en un momento dado. Uno de esos en los que acostumbran a cerrarse con estruendo y pierden la capacidad de distinguir el trigo de la paja.
Así que, todo está muy bien. Emitiremos deuda sostenible, el mercado se partirá la cara por suscribirla y todos estaremos contentos y orgullosos. ¿Se puede pedir más? Si, se puede, pero no es el momento.
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